J. Rigoberto Lorence
Hace 81 años, el presidente Lázaro Cárdenas hacía vibrar a los mexicanos con uno de los decretos más contundentes de la historia nacional: la máxima autoridad política del país ordenaba la expropiación de los bienes de las empresas petroleras extranjeras y devolvía esa riqueza al patrimonio nacional, en abierto desafío a los intereses de USA.
En ese momento, el vecino del norte se preparaba para entrar en el conflicto político-militar que se conocería como II Guerra Mundial, del que emergería como una de las principales potencias del planeta. Por lo mismo, la coyuntura internacional era favorable a los intereses de México, ya que la atención de USA no podía concentrarse demasiado en el asunto petrolero.
Lázaro Cárdenas aprovechó la coyuntura para coronar el esfuerzo de rescate de nuestra soberanía, así como para crear un capital nacional que sirviera de base al desarrollo posterior. Los otros puntales eran los ferrocarriles, la Comisión Federal de Electricidad, el reparto agrario y la creación de empresas del Estado que sirvieran de apoyo a la incipiente industria nacional, cuyo florecimiento se dio durante los gobiernos posteriores de Manu Avila Camacho y Miguel Alemán.
Este esfuerzo nacional se vio interrumpido por los gobiernos neoliberales que se establecieron en México desde los años 80’s, con Miguel de la Madrid, y culminaron con el vértigo privatizador de Enrique Peña Nieto en 2018. Prácticamente se desmanteló todo el aparato productivo de México, se vendieron a precio de ganga las principales empresas del gobierno y se inició la entrega del país a la política de colonización de las potencias imperiales, con USA a la cabeza.
A partir del 1 de diciembre del año pasado, se ha iniciado una política de lucha contra la enorme corrupción e impunidad que ha campeado en México durante los últimos 36 años, asociadas a la privatización. Y de manera simultánea se ha iniciado un proceso de rescate de la soberanía nacional, tanto en la producción de alimentos como en la creación de un mercado nacional, a través de la distribución de la riqueza entre las capas más humildes de la población, que hoy ven a diario aumentar su capacidad de compra.
En materia energética se ha iniciado la recuperación de la autonomía tanto de la producción petrolera y derivados del petróleo como de la generación de energía eléctrica, fundamentales para toda la cadena productiva y de servicios del país. (No confundir autonomía e independencia nacionales con autarquía, porque algunos voceros conservadores con frecuencia lo hacen).
Las condiciones externas en este momento son radicalmente distintas a las de 1938. Hoy, el imperio norteamericano afronta el desafío de diversos movimientos de rebeldía nacional (Cuba, Venezuela, Bolivia) y la aparición de nuevos poderes a escala planetaria, con la emergencia de potencias como Rusia Y China.
En el terreno económico, la potencia norteamericana ha dejado de ser la locomotora de la producción y el comercio mundial, desbancada por la fuerza del gigante chino, en tanto Rusia ha trazado su línea de combate político-militar en aguas del mar Caribe.
Donald Trump inició el conflicto en Venezuela, y por su incapacidad se empantanó. Le han fallado sus tácticas del presidente-marioneta, del bloqueo y congelamiento de fondos del gobierno venezolano, así como de apagones homicidas. Y el conflicto pinta para resolverse a largo plazo, ya que USA no ha podido derrocar al régimen bolivariano, ni puede intervenir con fuerzas militares, bajo el riesgo de dislocar la economía global y enfrentar al coloso ruso, armado con cohetes hipersónicos capaces de penetrar por las ventanas de la Oficina Oval.
En estas condiciones, se abre una oportunidad muy grande para ocupar espacios de poder y autonomía que antes eran impensables. La audacia de AMLO –como la de Cárdenas en su tiempo—es acompañada hoy por millones de mexicanos, dispuestos a entregar toda su energía en aras de fundar una nueva nación.
La nueva refinería en Dos Bocas es por sí misma un desafío a todo lo que significa dependencia energética. Aunque se continuará con la venta de petróleo crudo al extranjero, los volúmenes serán cada vez menores. Y aunque continuaremos importando combustibles, su importancia relativa será cada vez menor, tomando en cuenta tanto una mayor demanda nacional como la mejora sustancial de nuestra capacidad productiva instalada.
La de Dos Bocas será, sin duda, una iniciativa de carácter estratégico…
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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