Isaías Cano Morales
¿Cuál sería el balance de los hechos ocurridos en el año que está por terminar que se acercaran más a la realidad que como sociedad se han vivido? Trágicos se diría, viniendo a la mente el terremoto ocurrido el 19 de septiembre y las graves y lamentables consecuencias de destrucción y muerte que trajo consigo. Aun más cuando se sabe que los sufrimientos de las familias que perdieron sus casas o quedaron seriamente afectadas, continúan con mil precariedades ante la falta de respuesta de autoridades de los gobiernos cuyas promesas no se cumplen en referencia a la ayuda prometida a miles de damnificados. La mayoría de la población pasará disfrutando estas fiestas de navidad y fin de año dentro de la paz y calor hogareño, mientras, quienes sufrieron la devastación material y pérdida de familiares pasarán, junto a los rigores de gélido clima, tristezas y grandes limitaciones ajenas al bienestar que otros disfrutaremos.
Cabe decir, que los afanes humanitarios de grupos sociales volcados en ayuda a zonas de desastre en este estado, poco a poco han venido a menos observándose que la gran solidaridad social mostrada en días posteriores al siniestro natural casi es ya inexistente, no importando que necesidades imperiosas sigan latentes en segmentos de población en diversos municipios. Este imborrable y terrible episodio causado por un fenómeno natural y vivido por la sociedad, es parte del balance que se tiene que hacer acerca de lo que nos ha dejado este agónico año 2017.
Ahora, volteando la mirada al panorama social en el que todo nos hallamos inmersos, sobresalen de inmediato una serie de hechos que han lastimado seriamente a la sociedad toda, y no causados por la naturaleza, sino por hombres convertidos en autoridades de gobierno, ¿quién puede no mencionar el grave problema de la violencia, la inseguridad, el crimen, los asaltos, las muertes de inocentes, la violación a los derechos humanos, que se han convertido en azote y amenaza permanente a manos, muchos de estos delitos, no solo de bandas criminales, sino de mismos policías, supuestos defensores y protectores de la ciudadanía?
El mayor lastre social, que puede señalarse registrado en el año que termina, por supuesto, es el relacionado con un gobierno al que se le señala como causante de un sinfín de perjuicios a la población en lugar de haber procurado el bienestar de los gobernados en materia de empleo, salud, educación, cultura, vivienda, mejoras al campo y oportunidades para miles de jóvenes a los que se orilla a la comisión de conductas antisociales como el robo, el vicio y la delincuencia. Así mismo, ha sido evidente, años atrás y durante este con marcado acento un permanente conflicto entre sectores de la sociedad con quien es titular del Ejecutivo local: universitarios, transportistas, campesinos, burócratas, abogados, empresarios, maestros, colonos, estudiantes, comerciantes. Todos son hoy sus severos críticos, y ello a causa de hallarse a la luz arbitrariedades y abusos, actos de corrupción, violación a derechos, avasallamiento del estado de legalidad. Los morelenses han sentido y sufrido no pocos en carne propia el ejercicio de un gobierno autoritario, represivo, vengativo, que se ha reflejado en actos de injusticia que han enardecido y condenado miles de ciudadanos, quienes en diversas formas han manifestado su desacuerdo y reprobación.
Un hecho sobresaliente en este año, no falto de insensatez y encono, ha sido la confrontación del gobierno estatal con la UAEM y el acoso contra su rector. A la institución se le ha privado deliberadamente del presupuesto que le corresponde en perjuicio de la educación de miles de estudiantes, de académicos y trabajadores, y contra el rector Alejandro Vera se ha volcado el aparato judicial del estado en clara venganza política de quien dirige a la entidad.
Otras calamidades sociales sufridas por la sociedad en materia económica son: los gasolinazos, las alzas a la luz, gas, alimentos, medicinas, impuestos, transporte (en Morelos la tarifa del pasaje en este año subió de 6.50 a 8 pesos); si a esto le sumamos el miserable aumento de 8 pesos a los salarios mínimos, alza que de inmediato han sido anulada con la inflación de más de 6% que se refleja en las alzas no solo a los productos de la canasta básica, sino a todos los artículos de primera necesidad que las familias consumen y requieren para sobrevivir, si todo esto se suma, imaginémonos la magnitud de la necesidades y precariedades en que viven crecidos núcleo de población.
Esto y otras cosas nos ha dejado este año como para recordarlo no tan gratamente: uno, el terremoto y los desastres materiales y pérdida de vidas que causó; y los demás desastres no naturales, sino causados por quienes nos gobiernan parecen haber sido más devastadores que los generados por la fuerzas naturales. Sin embargo, celebremos la vida y la oportunidad que nos brinda en la búsqueda de mejores senderos de convivencia colectiva.
Chay_cano@hotmail.com
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