A 50 AÑOS DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

 

 

 

 

Gerardo Fernández Casanova

Se cumplen 50 años de que la juventud estudiantil mexicana irrumpió en el escenario de la historia nacional; particularmente del inolvidable 2 de octubre, aciaga fecha en que el régimen autoritario  de Gustavo Díaz Ordaz reprimió con lujo de violencia una manifestación pacífica en la Plaza de las Tres Culturas en el barrio de Tlaltelolco de la Ciudad de México. A la fecha de hoy no existe una información clara de cómo y porqué sucedió la masacre de ese día; hay muchas hipótesis pero no hay una conclusión; Díaz Ordaz asumió plenamente la responsabilidad personal por los hechos bajo el consabido lema de ser dolorosos pero necesarios para salvaguardar la soberanía nacional, lo que en aquel México sometido a la hegemonía del PRI le valió los más apasionados aplausos de una clase política que entraba a la fase de la caducidad. No bastó para satisfacer la sed de justicia que la sociedad de entonces comenzaba a demandar; se pedía el castigo a los culpables de la masacre y, sobre todo, la certeza de su no repetición y en esas seguimos. En el río revuelto son muchos los pescadores y los que buscan acarrear agua a su molino.

 

Es deseable y posible que pronto pueda haber más luz sobre el tema, pero lo realmente importante es que el movimiento estudiantil rebasó sus propias demandas para convertirse en una expresión de buena parte de la sociedad harta del régimen autoritario y de la ausencia de democracia; por su misma vaguedad el reclamo estudiantil pudo concitar a esa sociedad agraviada, cosa que no alcanzaron a provocar tantas otras expresiones de protesta que lo antecedieron: ferrocarrileros, maestros, médicos, campesinos y muchos otros cuyas demandas eran de carácter específico y particular al gremio afectado.

 

Hay quienes califican al movimiento como un parteaguas como si después de él las cosas hubiesen sido diferentes; no hubo tal cosa, si acaso se registró un nuevo discurso en la demagogia oficial, pero en realidad el autoritarismo y la falta de democracia continuaron y se acentuaron, al grado que permitió que se registrara el funesto fraude electoral de 1988 y que el régimen así surgido se diese el lujo de conducir una profunda transformación del país, regresiva y colonialista, pero transformación al fin; ahí nació el régimen neoliberal mexicano surgido de la autoridad espuria de Carlos Salinas de Gortari, sin que el pueblo haya podido meter las manos ni siquiera opinar al respecto. Tal circunstancia lleva ya casi 40 años de depredación y apenas el pasado 1 de julio pudo vislumbrarse su tan deseado fallecimiento.

 

En la conmemoración del aniversario 50 del movimiento se desplegaron innumerables actividades, todas loables, incluyendo la inscripción con letras de oro en la Cámara de Diputados, eventos artísticos, marchas y mítines, uno de ellos de enorme significado encabezado por Andrés Manuel López Obrador quien juró que jamás ordenará al ejército ni a ninguna corporación policiaca la represión al pueblo. Brillaron los cineastas que hicieron la consignación fílmica de los acontecimientos, entre los que yo subrayo, por convicción y por fraternidad, a Oscar Menéndez Zavala. Igual pasó con quienes lo escribieron con arte y con conocimiento dejando un legado bibliográfico de enorme calidad.

 

Pero no puedo pasar por alto mi extrañeza por la injusta ignorancia de la contribución del semanario POR QUÉ? dirigido por Mario Renato Menéndez y su hermano Roger, que dieron voz a los estudiantes y a un amplio número de pensadores que, bajo seudónimo, dieron contenido al movimiento.  Fue el único medio de información de los estudiantes entre sí y con el público, cuando absolutamente toda la prensa escrita y electrónica ocultó y distorsionó los hechos al gusto del régimen. Incluso cuando la represión autoritaria acabó con el semanario no hubo voz que se levantara a protestar, los dejaron solos y ni siquiera se atrevieron a publicar en inserción pagada el grito de auxilio de los editores, incluido el Excelsior de Julio Scherer. Creo de mínima justicia y coherencia extender el homenaje a quienes ejercieron la libertad de expresión y el derecho a la información en aquellos venturosos, aunque aciagos, momentos. Honor a quien honor merece.

 

El México Nuevo, el de la Cuarta Transformación, carga con la inmensa deuda del estado mexicano con todo el pueblo y le tendrá que responder sin ambages. También este pueblo tendrá que responder por los agravios de su ausencia y su abulia de tantos años. Solamente juntos podremos responder a la Nación y a la Patria con el esfuerzo que nos demanda.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

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