Orlando Plá
Durante años, los partidos políticos que hoy se encuentran en la oposición, principalmente el PRI y el PAN que accedieron a la presidencia de la república, fueron acondicionando el camino, mediante la construcción de lo que Lenin llamara “situación revolucionaria”, para que llegara el gobierno actual.
Es indudable que en estos gobiernos hubo avances, incluso en lo que respecta a la institucionalización del país y la creación de mecanismos para garantizar la alternancia, pero también es evidente que los avances estuvieron muy por debajo de las capacidades del país, y continuaron existiendo privilegios y estructuras ineficientes, además de una gran tolerancia a la corrupción y otros males que afectan al desarrollo del país y alimentan la frustración y el resentimiento.
Con la llegada del PAN en 2000, se abría la posibilidad de modernizar el país, y se lograron mejoras; pero una vez más quedaron por debajo del potencial y las expectativas.
La descentralización del país, como elemento de gran utilidad para el desarrollo, continuó siendo una tarea pendiente, y facilitó que el PRI aprovechara el escenario que dominaba para recuperar el poder.
Sin embargo, los priistas no aprendieron mucho de los dos sexenios que gobernó el PAN, y no hicieron esfuerzo alguno por modificar las estructuras y apostar al largo plazo. Actuaron como advenedizos desesperados por extraer el máximo provecho de un periodo que no pretendieron prolongar, y de forma masiva tendieron el puente a quien les ofreció, además de impunidad, posibilidades de incorporación a un nuevo esquema con colores y nombres diferentes; pero con esencia muy semejante a la que consideraban conocida.
Efectivamente, el nuevo régimen mantuvo los privilegios de quienes se integraron y repartió embajadas y otros cargos a los que aceptaron colaborar. No obstante, estos políticos, cuya miopía les impide proyectarse más allá de los seis años, no percibieron las claras señales de que el nuevo juego traía importantes variaciones.
De forma explícita los integrantes del nuevo poder manifestaron su admiración por los creadores de una franquicia que se ha extendido por toda Latinoamérica, generando una profunda involución en todos los países donde han logrado establecerse plenamente, donde resaltan los casos de Cuba y Venezuela, que en algún momento disfrutaron de un nivel de vida superior al de la mayor parte de los países del continente, y hoy se disputan el lugar con Haití. Resulta ilustrativo analizar las corrientes migratorias antes y después de la llegada de los gobiernos actuales (que algunos autores llaman voto con los pies), para detectar que cubanos y venezolanos han devenido los mayores éxodos en el hemisferio, lo cual refleja que la realidad dista mucho de lo que promueven los gobiernos.
Esta nueva franquicia no propone quedarse con parte del poder, presupuesto y oportunidades. Se trata de una franquicia totalitaria que no admite competencia y por tanto necesita todo. Por eso es imprescindible el control de todos los poderes y todos los organismos que sirven para defenderlos.
La franquicia actúa como una religión que, al igual que la inquisición o el estado islámico, imponen la sumisión total, considerando como enemigo a cualquiera que no manifieste estar absolutamente convencido, por elementales que puedan ser sus discrepancias, divergencias o simples dudas.
La mayor parte de los que abrieron el paso a la franquicia serán desplazados y desechados si no son capaces de convertirse a tiempo y garantizar su credibilidad.
Los que logren integrarse alcanzarán privilegios muy superiores a los anteriores, pero sujetos a la incertidumbre y sospecha permanente que, de forma mucho más radical que antes, los podrá excluir en cualquier momento de la nueva clase.
La gran masa continuará siendo la gran estadística que sirva para justificar cualquier decisión por incoherente que sea, y cada vez será más útil, porque tendrá menos posibilidades de oponerse.
Los políticos y empresarios que no sean capaces de integrarse a la nueva élite pasarán a formar parte de la gran masa, o terminarán en el exilio con una limitada proporción de lo que tenían.
Los partidos que no supieron no quisieron o no pudieron oponerse de una forma efectiva, desaparecerán o se convertirán en comparsas que contribuyan a legalizar al nuevo régimen frente a observadores internacionales.
La ignorancia, indiferencia y abulia se pagarán al máximo precio y las ranas hervirán dentro del agua cuya elevación de temperatura no llegaron a detectar.
Empresario y maestro en economía por El Colegio de México.
Funcionario en Hacienda, Asesor del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias. Profesor de FLACSO, ITESM y otros.
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