Chávez Manilla
Eso de la entrega total, de desvivirse por el otro, de darlo todo, de abandonarse; es el primer infortunio en nombre del amor. Amar no es sinónimo de volcarte sobre alguien, o algo. El amor inicia en uno mismo y desde ahí se reparte, es decir, si lo das es porque ya te lo das a ti y, ahora lo puedes compartir. Me dirás:
? Pues yo me amo, por eso lo doy.
? ¿Cómo sabes que te amas?
? ¿Cómo no me voy a amar?
? Dame ejemplos.
? Voy al gimnasio, hago dieta.
No nos han enseñado a amarnos y, en consecuencia las nociones que tenemos del amor decantan en sufrimiento, en gritos y sombrerazos, en mejor me salgo de esta relación antes de que nos matemos. Sales odiando al otro(a) y deseándole lo peor ¿Por? Porque no cumplió tus expectativas sembradas, no cumplió con la promesa de siempre hacerte feliz ¡Vaya! Le endosas una responsabilidad que únicamente te corresponde a ti.
Definir la palabra amor, me ha resultado un poco complicado. Hasta ahora mis reflexiones me conducen a creer que amor, para empezar, significa: escuchar-me, respetar-me, poner-me en primer lugar. Esto último parecerá que invita al egoísmo; quizá sí, pero resulta que nos hemos ido totalmente del otro lado y ponemos al otro antes que a uno. Habrá que encontrar un punto medio. Por lo menos, en el tema del amor debe ser así porque de lo contrario seguirá habiendo por siempre una cantidad considerable de descalabros.
Las cargas emocionales instauradas en los cuentos de Disney deben ser cuestionadas, ni ninguna es una princesa, ni ninguno es un príncipe. Nadie en este sentido debería pensar que tiene que rescatar a alguien, ni sentir que toda la vida será tierna, valiente, “bien portada”. Son estereotipos que confunden, encasillan las personalidades. El ser humano no es un ente estático, todo el tiempo está cambiando, nos demos cuenta, o no. Las células, por ejemplo se transforman cada tres meses.
En nombre del amor, se pueden dejar trabajos, vender cosas, distanciarse de la familia, de las amistades, que no necesariamente se consideraba hacerlo. Uno se abandona tanto al plan del otro que olvidamos el nuestro. Aunque, posiblemente sea por comodidad, es decir, preferimos que el otro se haga cargo. Eso de tomar las riendas de nuestra existencia puede sonar demasiado amenazante y complicado, mejor me pego al otro, total, si falla, aquel/aquella es la culpable ¡Qué cosas!
No digo que siempre sea el caso, aunque sí afirmo que atrás de un “amor loco”, “romántico”, “desmedido”, hay una falta de amor propio. Ahí, habrá que echarle ojo. Tienes que revisar qué es el amor para ti, cómo es, qué haces cuando dices amar, cuáles son las acciones que te indican que eres amado, amada. El amor es una de los motivos comunes cuando solicitan apoyo terapéutico, y cómo no, si bien dicen que el amor mueve al mundo.
Amor, una palabra que es un verbo y es más considerada un concepto. Se ha tratado como algo abstracto, y desde ese lugar es difícil bajarlo a lo cotidiano, se ha hecho de él una idealización; de donde devienen las catástrofes emocionales de todo tipo. Con ello, nos queda claro, han jugado las novelas, telenovelas, películas, canciones, etc. Pero en la vida real, el amor no es como lo pintan.
Nota al margen: Una persona no es un objeto, es un ser inacabado, en constante transformación. El camino es largo, pero vale la pena, vales la pena.
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Licenciada en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, posgrado en psicoterapia Gestalt Relacional por el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt y formación en Grupos Terapéuticos por el Círculo de Estudios en Terapia Existencial.
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