Por Jorge Ikeda
Andrés Manuel López Obrador se autodefine como liberal, como se definían los liberales del siglo XIX en oposición a los conservadores. Reyes Heroles decía que los priistas del presidencialismo mexicano se sentían herederos de los liberales del siglo XIX y enaltecían al indígena muerto, con el que se identificaban, la raza de bronce, a la vez que pisoteaban y discriminaban al indígena vivo.
A leer “La llamada de la Tribu” de Mario Vargas Llosa, me doy cuenta de que Andrés Manuel no es liberal, sino marxista.
Dice Vargas Llosa que “el liberalismo es una doctrina que no tiene respuestas para todo, como pretende el marxismo, y admite en su seno la divergencia y la crítica, a partir de un cuerpo pequeño pero inequívoco de convicciones”.
Ante la metedura de pata que fue cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), Andrés Manuel dijo que había corrupción en los contratos. Siempre la respuesta correcta es la corrupción. Que si amanece nublado, la respuesta es la corrupción de la mafia del poder.
De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, dogmatismo es la presunción de quienes quieren que su doctrina o aseveraciones sean tenidas por verdades inconcusas.
De nueva cuenta cito a Vargas Llosa, para quien el liberalismo no es dogmático. El liberalismo “sabe que la realidad es compleja y que a menudo las ideas y los programas políticos deben adaptarse a ella si quieren tener éxito, en vez de intentar sujetarla dentro de esquemas rígidos, lo que suele hacerlos fracasar y desencadena la violencia política”.
No son nada buenos los augurios con un Presidente dogmático que se siente poseedor de la verdad. No se equivocaron quienes sostenían que López Obrador era un peligro para México; aún antes de protestar el cargo ya logró la caída de la bolsa, la depreciación del peso, la pérdida de calificaciones crediticias para el país y la pérdida de 131 mil millones de pesos en minusvalía de los ahorros de los trabajadores.
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Jorge Ikeda es licenciado en relaciones internacionales por el ITAM, licenciado en derecho por la UNAM, ingeniero en desarrollo de software por la UNAD, maestro en ciencias políticas y sociales por el CIDHEM y doctor en derecho también por el CIDHEM. Es profesor de asignatura en la Universidad La Salle Cuernavaca, A.C.
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