El municipio más lejano de la capital del estado, Axochiapan, conocido como la Siberia morelense, no porque haga frío sino porque es el más retirado, está en serios problemas. El Mando Único desalojó con violencia la presidencia municipal ocupada por un grupo de personas que reclamaban dialogo con las autoridades a propósito de la muerte de un vecino de la localidad. Al no concedérsele, tomaron la alcaldía y cometieron actos vandálicos. Llegó la policía y en el desalojo supuestamente hubo un muerto más. Esas muertes se suman a los pasivos de Mando Único que se han venido denunciando en los últimos días. Lo que al parecer está sucediendo es que los municipios no pueden actuar frente a cierto tipo de ilícitos en tanto han cedido la potestad de la seguridad al centro del poder estatal. Sin embargo, este no ha logrado atender y resolver los reiterados hechos de violencia que se registran a lo largo de la entidad que no pocas veces encuentran su origen en el precario nivel de desarrollo económico que experimenta el estado.
Axochiapan, por ejemplo, acusa un fuerte nivel de desempleo. Si bien las actividades primarias son la principal fuente de sustento de la población (58%) no logran absorber al crecimiento de poblacional que ha ocurrido en los últimos lustros. Alrededor del 35 % de la población emigra hacia los Estados Unidos y el municipio recibe un buen número de pobladores provenientes del estado de Puebla. La salida de los oriundos y la llegada de los foráneos han generado un clima de tensión social que no pocas veces se traduce en violencia. Aunque el gobierno del estado en un comunicado deslindó la muerte del vecino con lo ocurrido en la alcaldía, es indudable que no debiera abandonarse esa línea de investigación. Hay ya 24 detenidos y al parecer la tranquilidad ha vuelto a la comunidad pero los rumores sobre la actitud represora y virulenta del Mando Único obligarían a una participación activa de la Comisión Estatal de Derechos Humanos aunque se sabe que está cargada de quehaceres cada vez más intensos. Por otro lado, debiera analizarse la conveniencia de revisar las funciones centrales en esta materia con las de los municipios. Recientemente, el presidente de Zacatepec declaró que se suma al Mando Único porque no le queda de otra. Las presiones y no el convencimiento han definido la nueva estrategia de seguridad.
Es indudable que México cuenta con un ejército leal a las instituciones y singular en la historia latinoamericana. No obstante, el protagonismo que ha tendido desde la administración federal anterior, le ha dado una fuerza material y política en la que a veces se trastocan sus valores y principios. Tiene razón el Secretario de Gobernación de que lo sucedido en Tlatlaya, comunidad del estado de México en la que militares mataron a personas al parecer inocentes es una excepción. El comportamiento de los individuos no puede ser el rasero para juzgar a una institución, pero también es cierto que el desempeño individual puede enriquecer el prestigio de las instituciones. Y lo que sucedió en el estado de México, en Axochiapan, y en tantos lugares más, debe atenderse prontamente para no minar el prestigio ganado a pulso por las fuerzas armadas de la nación. En materia de inseguridad no puede dejar de consignarse lo sucedido en la prisión de Atlacholoaya en la que fue colgado un prisionero, hecho que habrá de contra en la ya de suyo baja calificación que tienen las cárceles del estado.
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