Jorge Ikeda
Steven Levitsky y Daniel Ziblatty en la obra Cómo mueren las democracias se preguntan si la democracia estadounidense está en peligro y analizan el fenómeno sobre cómo mueren las democracias hoy en día. Antes las democracias perecían a manos de generales golpistas, actualmente mueren a manos de líderes electos como López Obrador. Las medidas que subvierten la democracia ahora son legales, es decir; las aprueban en la asamblea legislativa o los tribunales. Incluso se venden como medidas para mejorar la democracia; reforzar el poder judicial, combatir la corrupción o sanear el proceso electoral.
“Una vez una persona potencialmente autoritaria llega al poder, las democracias afrontan una segunda prueba decisiva: ¿subvertirá el dirigente autocrático las instituciones democráticas o servirán para contenerlo?”
Los autores sugieren evitar que los demagogos y los extremistas lleguen al poder, pero surge el problema para identificarlos. Levitsky y Ziblatty citan al politólogo Juan Linz para tratar de dilucidar cuándo se está frente a una persona autoritaria.
“Deberíamos preocuparnos en serio cuando un político: 1) rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones, las reglas democráticas del juego, 2) niega legitimidad a sus oponentes, 3) tolera o alienta la violencia o 4) indica su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación”.
Si un político cumple tan sólo uno de ellos es motivo de preocupación, López Obrador los cumple todos. Cabe mencionar que los autores citan el ejemplo de López Obrador cuando en las elecciones del año 2006 desacreditó al árbitro electoral alegando un fraude que nunca pudo demostrar. La mayoría lo recuerda por aquella frase de: “al diablo con sus instituciones”. López Obrador niega la legitimidad de sus opositores al tildarlos de miembros “mafia del poder” y alega que el PRI y el PAN son lo mismo; se le atribuye la creación del término “PRIAN” para descalificarlos. En la elección del año pasado, López Obrador amenazó con la violencia si supuestamente no se respetaba el resultado de la elección y no se hacía responsable si soltaban al “tigre”. Finalmente, si algo ha caracterizado a López Obrador es el ataque a los medios de comunicación, como el diario Reforma, y a los que lo critican los llama “prensa fifí».
Los autores comparan el proceso para subvertir la democracia con un partido de fútbol.
“Para consolidar el poder, los déspotas en potencia deben apresar a los árbitros, marginar al menos a uno de los jugadores estrella del rival y reescribir las reglas del juego de manera que funcionen en su propio beneficio, lo que vendría a ser inclinar el terreno del juego en contra del equipo contrario”.
De nueva cuenta, López Obrador ha incurrido en todas. En el presupuesto del año 2019, el gobierno federal recortó el presupuesto al Instituto Nacional Electoral. Y en la nominación para sustituir a un miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación envió a incondicionales.
“Apresar a los árbitros proporcional al Gobierno algo más que un escudo: le ofrece una poderosa arma que le permite aplicar la ley de manera selectiva a los adversarios al tiempo que protege a sus aliados”.
Levitsky y Ziblatty afirman que el modo más sencillo de lidiar con los adversarios potenciales es comprarlos. Para aprobar el proyecto de la Guardia Nacional, López Obrador requería de una modificación a la Constitución. Con los votos de su partido y de sus aliados no puede modificar la Constitución. En esa ocasión, López Obrador contó con 42 votos del PRI para aprobar su proyecto.
El ejemplo más notorio de la intentona de López Obrador por cambiar las reglas del juego en su favor fue a través de un memorándum que sin fundamentación ni motivación pretendió echar abajo la reforma educativa. La Constitución establece los requisitos para su modificación, entre los cuales no se encuentra el memorándum del Presidente.
“Y dado que estas medidas se llevan a cabo de manera paulatina y bajo una aparente legalidad, la deriva hacia el autoritarismo no siempre hace saltar las alarmas. La ciudadanía suele tardar en darse cuenta de que la democracia está siendo desmantelada, aunque ello suceda a ojos vistas”.
Jorge Ikeda es licenciado en relaciones internacionales por el ITAM, licenciado en derecho por la UNAM, ingeniero en desarrollo de software por la UNAD, maestro en ciencias políticas y sociales por el CIDHEM y doctor en derecho también por el CIDHEM. Es profesor de asignatura en la Universidad La Salle Cuernavaca, A.C.
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