CISEN: EL FBI DE HUARACHE

 

 

Rigoberto Lorence

Los tiempos han cambiado sustancialmente México con relación al respeto a los derechos del ciudadano. Al abrir los archivos del Cisen al escrutinio público, el gobierno de AMLO ha dado un paso adelante, de conformidad con las demandas de la sociedad mexicana en favor de una organización política más democrática, menos represiva y más adecuada al avance de la cultura popular en general.

 

Las personas de la generación inmediata anterior han vivido varias etapas de la vida política nacional. Desde la feroz represión del partido de estado, que mató a miles de ciudadanos por el solo hecho de protestar, hasta los horrores de la guerra sucia, destinada específicamente a exterminar a los grupos guerrilleros y a la población civil que los apoyaba.

 

No existía en esa época el concepto de derechos humanos, ni organizaciones de la sociedad civil que defendieran los derechos de miles de personas que fueron desaparecidas por las fuerzas policiacas y militares, sobre todo a partir de la irrupción de la Liga 23 de septiembre en el escenario político del país, a principios de los años 70’s.

 

Echemos una ojeada a la historia de las fuerzas represivas:

La primera policía política del México moderno fue la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) creada en 1947 por el presidente Miguel Alemán, que pretendía manejar una organización de espionaje y control político al estilo del FBI, adecuado a nuestro carácter. “Un FBI de huarache” decían los funcionarios.

 

De esa época data la presencia de varios personajes que forman parte de la galería del horror en México. De la DFS formaron parte Fernando Gutiérrez Barrios, Jesús Miyazawa y Florentino Ventura. El hombre más informado del país era Fernando Gutiérrez Barrios, un atildado excapitán del ejército que reunía miles de contactos y tenía a su disposición cientos de miles de fichas con los datos de los opositores del régimen (y también de algunos de sus partidarios).

 

Jesús Miyazawa, por su lado, fue miembro también de la siniestra Brigada Blanca y más tarde Jefe de la Policía Judicial de Morelos, en la época del gobernador Jorge Carrillo Olea, quien fuera derribado por un gran movimiento popular en gran parte tolerado  por el presidente Ernesto Zedillo.

 

En la época de Miguel de la Madrid, la DFS manejó el asunto del asesinato de Manuel Buendía, un destacado columnista que publicaba en varios periódicos nacionales y locales del país, y denunciaba con frecuencia el involucramiento de la DFS con el crimen organizado.

 

Por ejemplo, cuando capturaron a Rafael Caro Quintero, entre sus pertenencias le fue ocupada una credencial que lo acreditaba como miembro de la DFS. El director de la misma era José Antonio Zorrilla, quien fue procesado posteriormente y estuvo varios años en prisión por el homicidio de Buendía.

 

Ante los escándalos de corrupción y el desprestigio que cargaba en las espaldas, en 1985 desapareció la DFS, y junto con los restos de la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) que operaba en el DF, se formó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) cuyos archivos se han dado a conocer por decisión del nuevo gobierno de AMLO.

 

Antes de ello, los agentes de la DFS habían contribuido a formar la Brigada Especial del gobierno federal, integrada por policías y militares altamente entrenados en USA y en Israel. Este grupo era responsable de reprimir a los comandos guerrilleros que operaban en el país. La nueva agrupación recibió el nombre de Brigada Blanca, por su dedicación a reprimir a la

Brigada Roja que operaba sobre todo en el DF, como parte de la LC 23 de Septiembre.

Pues bien: el comandante de la Brigada Blanca era Miguel Nazar Haro, que ya hemos visto como fundador de la DFS. Elegante y sanguinario, Nazar era un hombre dedicado fríamente a exterminar por medio de la violencia, tortura y desaparición, a miles de guerrilleros que caían en sus garras, lo mismo que a sus familias y a parientes que de alguna manera los hubieran ayudado.

 

Luis Echeverría Alvarez, durante su gestión, creó este cuerpo represivo y lo usó para aplastar a la oposición armada. Antes de eso, LEA había cedido en varias ocasiones frente las demandas de grupos armados, que le exigían poner en libertad a presos guerrilleros a cambio de la vida de los secuestrados. Fue el caso de más de 30 guerrilleros excarcelados y enviados a Cuba a raíz del secuestro del cónsul de USA en Guadalajara, Terrance G. Leonhardy.

 

A raíz de fallido secuestro y homicidio de Eugenio Garza Sada –fundador del Grupo Monterrey—LEA se plegó a las exigencias de los empresarios y nunca más volvió a ceder ante las peticiones guerrilleras.

 

La primera prueba se dio con el secuestro del suegro de LEA, José Guadalupe Zuno, quien nunca fue canjeado y tuvo que ser liberado por sus captores del grupo guerrillero, después de terribles torturas contra los familiares de los secuestradores.

 

Un ejemplo más se dio con el secuestro de Rubén Figueroa, gobernador electo de Guerrero, por la guerrilla del Partido de los Pobres encabezado por Lucio Cabañas. Después de una represión feroz contra la población de la sierra de Atoyac, Figueroa fue rescatado sano y salvo por fuerzas federales, y tiempo después Lucio Cabañas fue muerto en diciembre de 1974, en un enfrentamiento con soldados.

 

Fue terrible la política de mano dura contra las guerrillas urbanas y rurales de los años 70 a los 80. Para ellos, el gobierno solo tenía cárcel, tortura y desaparición en sus mazmorras. Los diversos movimientos fueron ahogados en sangre.

 

A lo lejos, se puede visualizar que esos movimientos fueron el antecedente directo de los cambios políticos y sociales que se dan actualmente en el país. Vale la pena, pues, echar una ojeada a los registros de la represión hoy disponibles. Para que toda la sociedad sepa de dónde venimos, y que nunca más toleremos un régimen de opresión y violencia antipopular.

 

 

Sobre Rigoberto Lorence 102 artículos
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.

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