1.-
—“Pasen”, les dijo. “Ésta es su casa”.
Entraron en tropel. Hasta la cocina. Hasta la recámara. Luego volvieron. Traían almohadas. Cuadros. Computadoras. Lo que sus manos podían sostener. Venían de vuelta cuando escucharon la contra orden: “Dejen todo en su lugar. Salgan. ¿Qué no ven que está aquí la esposa del gobernador?”
El hecho, no consignado en medios convencionales o militantes, sucedió la semana pasada en lo que Rubén Figueroa Figueroa llamó Los Eucaliptos, en franco reto comparativo a Los Pinos, y que ha sido símbolo del poder público en Guerrero. Resguardada. Cerrada al pueblo. Ahí duermen el gobernador en turno y su familia. Aunque otros han preferido vivir en la otra casa.
Alguna vez un gobernador justificó su preferencia por la acapulqueña casa que el gobierno federal decomisó al Chapo Guzmán y donó al de Guerrero: “es que para vivir en Chilpancingo solamente borracho o siendo gobernador”.
Otro, cercano a la idiosincrasia del centro de la entidad, hábil prestidigitador, hizo demagógico pase: le quitó el nombre de Los Eucaliptos. Le impuso el de Casa Guerrero. Como Lampedusa, cambió para no cambiar. Icono del poder público siguió siendo la casa del gober. Resguardada.
La semana pasada, congruente, la doctora Rosa Icela Ojeda Rivera le quitó el mito. Ni Los Eucaliptos. Ni Casa Guerrero. Tomó tres banderas: la de México, la de Guerrero y una blanca, grandota. Despidió a los guardias armados. Abrió las puertas y dijo a cientos de cetegistas, quienes llevaban como ariete una camioneta con la que derribarían el portón: “Pásenle. Ésta es la casa del pueblo”.
El final de la anécdota no deja de ser congruente con la profesora. El gesto fue correspondido. Los líderes cetegistas colocaron una valla de encapuchados. Se tomaron brazo con brazo, por los codos. La protegieron. “Es la esposa del gobernador”, dijeron. Ella se unió al mitin: “Vivos se los llevaron”, decía el megáfono. “Vivos los queremos”, gritaba Rosa.
—“Ustedes me perdonan pero yo tengo que hacer. Ahí les dejo la puerta abierta. Esta es la casa del pueblo,” les dijo luego de diez minutos de unirse a la consigna: “Vivos los queremos”. Y reiterar: “Ésta es su casa”.
Se metió. Ellos concluyeron su mitin. Se fueron. En su camino quemaron archivos de una oficina de la Secretaría de Educación de Guerrero. Los Eucaliptos, Casa Guerrero, la casa del gobernador fue, por un día, la Casa del Pueblo.
La doctora. La profesora. La esposa del gobernador. La del pensamiento de izquierda fue congruente.
2.-
Les dejó. Su portazo dejó un signo de interrogación. ¿Por qué se fue? Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, líder moral del Partido de la Revolución Democrática, la hizo de nueva cuenta: actuó como piensa. Se lleva con él la honestidad, la sensatez, la honradez. Se lleva la identidad del PRD.
Un priísta, en la Cámara de Diputados, les dijo cínicos. “Ahora resulta. Ahora tienen amnesia. Han olvidado que ustedes postularon a los delincuentes Abarca en Iguala. Ustedes se llevaron vivos a los normalistas de Iguala. Ustedes devuélvanlos con vida. O digan a sus amigos Abarca que les digan dónde los tienen. Cínicos”, les dijo.
¿Cínicos? En efecto. El perredismo al nacer, hace 25 años, lo hizo con posturas similares a la corriente filosófica griega de los cínicos. Aquellos consideraron que la civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza.
Ellos sostenían que el hombre llevaba en sí mismo los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía. Eso era de hecho el verdadero bien. De ahí su desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. “El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz”, sostenían.
¿Quién se acuerda de los viejos perredistas de hace 25 años? ¿Comulgaban con esa corriente griega? Por supuesto. Cuestionaban al poder absoluto del PRI. Sus modos. Sus lujos. Sus riquezas obtenidas del erario. Encolerizados llamaban “corporativistas” a las cuotas de militantes para obtener votos, candidaturas y posiciones de privilegio en la estructura de los gobiernos. ¡Cómo se enojaban al descubrir que un servidor público se enriquecía a partir de su posición burocrática modesta!
Recuerdo con cariño a Evaristo Sotelo Brito y José Salgado. Arengaban en la Plaza Álvarez de Acapulco a indiferente y sumiso público: “Despierten”, decía el calentano Pepe Salgado con el micrófono en la mano. De ellos no recuerdo riqueza alguna, sino la familia, la probidad, la honestidad. No militaron en algún grupo que exigiese cuotas de dinero o posiciones de gobierno.
Hoy todo es distinto. Los lujos. El poder. La riqueza a partir del cargo burocrático. El reparto de candidaturas y cargos en el gobierno, según la fuerza corporativa de la tribu respectiva. Todo cambió. Éstos dos dignos ejemplos del perredismo de hace 25 años volverían a sus tumbas al ver lo que destruyeron sus pragmáticos sucesores. De menos se revuelcan en sus tumbas.
En su carta de renuncia al partido que fundó, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas les dice a sus antes compañeros de lucha que el partido necesita recuperar la confianza de la gente. Que los mecanismos de decisión, a través de las cuotas, le han dejado triunfos electorales, pero les han alejado del pueblo. Que es necesaria una refundación del partido representativo de la izquierda mexicana. No le han hecho caso. Le dijeron que una sola persona no es el partido. Que su estructura es fuerte y que ganarán elecciones. Él dice irse solo. Mas no es así: con él se va lo poco decente que tuvo el PRD: la congruencia.
La corriente de los cínicos griegos, al paso del tiempo, se transformó. De ser una corriente que promovía la idea de que el hombre feliz es quien menos necesita, se convirtió en lo contrario. Hoy en día el concepto de cinismo se asocia a la tendencia a no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones ni en sus acciones, así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la ironía, el sarcasmo y la burla. ¿Nos escuchan Pepe Salgado y Evaristo Sotelo?
3.-
El PRD nació como un partido que buscaba la felicidad humana, según el concepto griego clásico del cinismo. A cinco lustros termina como un partido que desprecia la bondad humana y la sinceridad de las personas, según el concepto moderno del cinismo. Triste. ¿Ejemplos?
En Guerrero son vastos los casos. Aquí se incubó la crisis perredista. Aquí desaparecieron los normalistas de la mano de políticos postulados por los partidos Movimiento Ciudadano, del Trabajo y de la Revolución Democrática. No hubo autocrítica. Nadie ha dicho, al menos, ¿qué fue lo que nos pasó? Esconden sus miserias señalando para el otro lado: “que se vaya Peña Nieto. Su esposa compró una casa millonaria. Fue un crimen del Estado Mexicano,” se defienden.
No hubo autocrítica. Nadie puso en el debate la desaparición y homicidio de los normalistas. Nadie recordó que al menos van otros 500 desaparecidos y asesinados descubiertos en fosas clandestinas, durante gobiernos perredistas.
¿Olvidaron que el aspirante a alcalde en Iguala por el partido Movimiento Ciudadano, fue desaparecido y sus líderes dejaron sola con su dolor a la familia? ¿Olvidaron a Arturo Hernández Cardona asesinado vilmente? ¿Por qué no escucharon al diputado Díaz Bello quien le dijo a López Obrador de lo que sucedía en esa región?
4.-
¿Cinismo clásico? ¿Cinismo moderno?
La primera decisión, luego de la tragedia, dimensiona la realidad del perredismo local. Celestino Cesáreo Y Jorge Salgado han sido designados presidente y secretario general del comité estatal del PRD. Sus tribus, llamadas por Cárdenas “sistema de cuotas”, los han impuesto.
Ambos, Jorge y Cesareo, tienen dudosos antecedentes. Jorge fue señalado como el propietario de una camioneta decomisada en el Distrito Federal. Llevaba cientos de pacas de dinero en efectivo. ¿De dónde? ¿A dónde? Nunca se supo. Cesáreo aparece en una lista hecha circular por el tristemente célebre Servando Gómez, La Tuta. ¿Alguna crítica? Ninguna.
Pragmatismo vil. Ausencia de autocrítica. Falta de honestidad. Carencia de congruencia. Por eso se fue el ingeniero. Con él se lleva, como dijo el senador perredista Miguel Barbosa, “la identidad del partido. Se lleva la ética”.
En Guerrero, sobre todo en las regiones de la Tierra Caliente, Costa Grande y Acapulco, fueron miles las familias que abandonaron al PRI hace 25 años. Se fueron tras Cuauhtémoc. ¿Hoy repetirán la dosis? ¿Irán tras su memoria histórica? Es posible.
5.-
La ausencia de congruencia en el PRD hace previsible una derrota. Lo que no han sabido hacer los perredistas es lo que redactó atinadamente Jorge Fernández Menéndez en Excelsior.-
“No han tenido, hasta ahora y salvo un par de intervenciones de Jesús Ortega, la capacidad de operación para recordar que a Abarca lo llevó Lázaro Mazón, el hombre de López Obrador en Guerrero; que quien lo registró como candidato fue la corriente de Carlos Sotelo; que había un comité que se encargó de las candidaturas en el estado donde participó Nueva Izquierda, pero también las otras corrientes; que a quien le presentaron la información sobre las relaciones de Abarca y Pineda con Guerreros Unidos fue a López Obrador en la propia Iguala y éste las desestimó y dijo “que había que apoyar a todos los candidatos”.
Y que Aguirre no fue candidato de Nueva Izquierda, sino del grupo de Marcelo Ebrard. Que es una vergüenza que Leonel Godoy les esté dando clases de moral después de lo sucedido en su gobierno en Michoacán o que cuando Alejandro Encinas explique por qué hizo ingresar a un narcotraficante como Julio César Godoy, hermano por cierto de Leonel, a la Cámara de Diputados en forma soterrada para darle fuero, estará en condiciones de exigirle a Nueva Izquierda que explique cómo llegó Abarca a la presidencia municipal de Iguala”.
Se han equivocado en la toma de decisiones, como se los dijo Cárdenas en su carta de renuncia. Echaron la culpa en sentido contrario con terribles resultados. Temen a AMLO y no le señalan de lo que hizo: postular a Abarca como candidato, respaldado por los partidos Movimiento Ciudadano, del Trabajo y Marcelo Ebrard.
El PRD ha perdido la decencia. Ha perdido la congruencia. Ha perdido a su figura emblemática. ¿Merece perder la elección?
TRASCENDIÓ
QUE mientras en Iguala los padres de los otros desaparecidos mantienen su búsqueda de fosas donde tristemente aparecen cuerpos de otros asesinados, los padres de los normalistas desaparecidos han sido prácticamente secuestrados por la CETEG y no mueven un dedo en la búsqueda de sus queridos hijos. ¿Algo saben?
QUE el padre de un ex gobernador de Guerrero ha sido despojado vilmente de su patrimonio. Con artimañas y mentiras le han sacado de la compañía que fundó hace varios lustros, cuando su hijo siquiera pensaba en la política. La tristeza es que han sido los vástagos, encabezados por quien fue gobernador, quienes le han echado con el argumento que “tiene debilidad senil”. En realidad se trata de una venganza de hijos a padre por resentimientos insanos y porque este hombre sano contrajo nupcias recientemente con una joven extranjera. Como pago le han prometido una pensión por vejez de algo así como diez mil mensuales.
PREGUNTAS QUE MATAN
¿Por qué no apareció Cuauhtémoc Salgado en las encuestas de Parametría ni Mitofsky que circularon en redes la semana pasada? La respuesta es simple: no gana en ninguno de los escenarios posibles puestos ante los ojos de los encuestados. Al parecer le hicieron un favor.
QUE CONSTE.
¿Para qué critican al gobernador Ortega? Debemos apoyarle. Él no pidió ser gobernador. Lo sacaron de las aulas y lo hicieron gobernador. Fueron los perredistas, a propuesta de una ex presidenta de su partido, quienes ahí lo pusieron. De menos debieran ser congruentes con sus decisiones.
Manuel Añorve Baños.
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