Consultas y soberanía del votante  Golpe de la 4t al normalismo rural

 

 

Gaspar Núñez Rodríguez

            LA TAN TRAÍDA Y LLEVADA CONSULTA transcurrió con más pena que gloria. Menos de 7%, 6 millones 600 mil votos aprox., lejos, muy lejos del 40% estipulado para que los resultados fuesen vinculantes. Sofisticados, profundos, y complejos análisis se han realizado, desde el lado 4tetero por supuesto, para “demostrar” que este resultado pírrico se debió a la sesgada y negligente operación del INE, a la distorsionante propaganda de la oposición, a los bots y memes falsificadores, etc.; empero, existe una razón más llana para la creciente apatía de los ciudadanos que votamos en 2018 por Amlo: en mayor medida de la esperada se mantienen las condiciones y prácticas contra las que votamos (Barbosa en Puebla, Bartlett en la CFE, Mario Delgado en Morena, el “cuatismo” con grandes empresarios, incremento de la pobreza, menosprecio al sector educativo científico y académico, corrupción en las instituciones y programas oficiales, violencia y asesinatos, hermanos incómodos, etc.); y lo que ya sabemos de la justicia 4tetera (recordar a Cienfuegos y similares). En suma: la ausencia del estado de derecho que suponíamos comenzaría a imponerse y que sigue brillando por su ausencia. La lógica de tal consulta, pueril y fútil, es de cierto modo similar a aquella de la rifa del avión sin avión (por cierto, nunca supe en donde quedó el dichoso avión). Bien se habría podido iniciar la era de las consultas con algo útil y relevante, pues los más de 30 millones de votos de 2018 expresaron un mandato clarísimo: erradicar violencia y combatir corrupción, es decir, aplicar la ley, punto.

 

OTRA VICTORIA COMO ESTA Y REGRESARÉ SOLO, dijo el buen Pirro. Queda la consulta de revocación, que permitirá a Amlo seguir haciendo campaña, lo que al parecer es su fuerte y le gusta. Sin embargo, como la primera consulta mostró, no tiene garantizado el voto de todos aquellos que lo apoyamos en 2018 (y muchos durante décadas). En efecto, existe algo que se puede llamar “soberanía del votante”, es decir, que cada ciudadano está en todo su derecho de votar por quien le dé la gana o por quien considere conveniente; precisamente por eso Amlo ganó en 2018, porque muchos ciudadanos que votaban por el prian y conexos, decidieron cambiar su voto y apoyarlo.

 

EL VOTO ES UNA SEÑAL. En una democracia más o menos sana (no está muy claro que ese sea el caso de México), los ciudadanos son completamente soberanos con respecto a su voto y lo pueden utilizar para emitir las señales que consideren más adecuadas, ya sea votando a izquierda, a derecha o al centro, en algún sentido o en otro, o incluso no votando, votando en blanco o anulando el voto (puede haber mucha polémica sobre la utilidad de alguna de esas modalidades, pero eso no elimina la soberanía del ciudadano sobre su voto).

 

ES MUY ESTÚPIDA LA IDEA de que un ciudadano que apoyó durante años y votó por Amlo tiene que seguirlo haciendo porque sino es un traidor, una persona sin convicciones, un vendido, etc. Casi tan estúpida como la idea de que “la ropa sucia se lava en casa”. Esa especie de omertá -impuesta a lo largo de décadas de corrupción y atropellos en las instituciones públicas “superiores”, y seguida con pusilanimidad por la mayoría de los “académicos”-, muy flaco favor le hace a las instituciones y a los contribuyentes que tienen todo el derecho a saber como se maneja su dinero; y al final solo contribuye, con ese silencio cómplice, a que gente corrompida como Silvia Giorguli en el Colmex y Graue en la UNAM por poner dos ejemplos, continúen lucrando y violando derechos con toda impunidad. Lo más triste es que incluso personas que han sido corridas violando sus derechos, se niegan a denunciar algo bajo el argumento de que pueden perjudicar a compañeros que aún laboran en la institución (y los déspotas corruptos lo saben).

 

 

EL NORMALISMO RURAL. “Los internados y comedores de las escuelas normales rurales no sólo son espacios físicos, sino de construcción colectiva. Generan un acercamiento a las culturas campesinas e indígenas. Son lugares de intercambio cultural, lingüístico y educativo, afirmaron especialistas, quienes advirtieron que de concretarse la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador de entregar becas de manutención a cada estudiante para el pago de alimentos y vivienda, sería un “grave retroceso y un golpe mortal al normalismo rural”.” (Laura Poy Solano, La Jornada, 8 de agosto, 2021).

 

SABEMOS DE LO QUE HABLAMOS. Al terminar la secundaria en mi pueblo, y luego de un arduo proceso ingresé a Chapingo. Casi niños aún, al comenzar la Prepa (Preparatoria Agrícola) nos llevamos un impacto abrumador y, paralelo a nuestra formación académica, comenzamos un fascinante camino de convivencia y conocimiento de nuestro país en todos sus aspectos. Había estudiantes provenientes literalmente de todos los rincones del país, desde Baja California y Chihuahua hasta Yucatán y Oaxaca, pasando por todos los demás estados y el entonces Distrito Federal. Ahí conocimos y convivimos con Mayas y Norteños, con Morenos y Negros de la Costa Grande y de la Costa Chica, con Jarochos y Culichis, etc., etc. Las asociaciones estatales eran un vehículo impresionante para el conocimiento de la cultura, tradiciones, recursos, música, etc., de las distintas regiones de nuestro país. Por ejemplo, en la Semana del Estado de Michoacán se montaban exposiciones y aprendíamos acerca de los Purépechas, se organizaban tianguis de artesanías, escuchábamos recitales de Pirekuas en el auditorio, y recorríamos el campus al son de la Banda de Tarejero para publicitar nuestra semana. Con 32 estados y menos de 40 semanas en el año escolar, rara vez pasaban días sin que tuviéramos enfrente una conferencia, un concierto, una exposición, algún festival, una buena película. Resulta obvio que todo esto y más, no habría sido factible sin el internado y sin los comedores. La intensidad y la riqueza de esa convivencia con todas sus facetas y eventos culturales, es algo que un buen Chapinguero no cambiaría por nada.

 

Seguramente mis colegas Chapingueros hallarán demasiado parca esta descripción, pero se necesitaría un libro para ser un poco más descriptivo. Sin embargo, agregaría que, si contamos además los viajes de estudio, no temo exagerar al decir que éramos posiblemente los alumnos que de todo el país lográbamos el más amplio y profundo conocimiento de nuestro México. Viajar a lo largo y ancho del país, desde Guerrero Negro en Baja California, hasta Paraíso en Tabasco, desde el ejido forestal El Largo en Chihuahua hasta Cenote Azul en Yucatán, comunidades en Chiapas, Guanajuato, Veracruz, etc., nos permitió un contacto directo, y un conocimiento de primera mano de la geografía, los recursos, las personas y sus modos de vida, los recursos y las carencias.

 

Al día de hoy, una incontable cantidad de grupos y asociaciones a nivel estatal, regional, y nacional, atestigua la cohesión, la solidaridad y el compromiso de los Chapingueros con nuestro país, así como la tolerancia y la diversidad en nuestra formación.

 

DE CONCRETARSE LA DESAPARICIÓN DE INTERNADOS Y COMEDORES en las normales, en efecto se estará asestando un golpe demoledor a lo que muchos consideramos parte profunda, fundamental, de nuestra mexicanidad: el normalismo rural. La convivencia directa de los jóvenes en los internados, su enriquecimiento en visiones a través de la interacción y el cultivo de la tolerancia ante la diversidad, no pueden tener sustituto, e implican una mejor preparación, una mayor capacidad, para la alta tarea que deben desempeñar en pro de nuestra patria.

 

DINAMITAR LOS CIMIENTOS DE ESE EDIFICIO -como dice el Profesor Investigador Juan Manuel Rendón en el artículo arriba citado-, bajo el argumento del combate a la corrupción, es al menos incongruente, sino es que abyecto. En tiempos en los que la deplorable proliferación del crimen organizado ha diluido drásticamente el tejido social, lo que menos se requiere es fragmentar aún más los escasos núcleos de construcción colectivista, de cohesión social, y de cultivo de la solidaridad, que aún permanecen. Por el contrario, se tendrían que fortalecer y crear otros. Tal “solución”, no solo muestra una obvia falta de imaginación y consecuencia, sino también un menosprecio por la educación y por el sector académico y científico, cada vez más preocupante. La crisis generacional educativa que se está creando puede ser devastadora para el futuro a mediano y largo plazo del país y de las siguientes generaciones de jóvenes.

 

Dr. Gaspar Núñez Rodríguez

Investigador Nacional Nivel I

@DrGasparNunez

https://www.researchgate.net/profile/Gaspar-Nunez  

18 de agosto de 2021  

 

 

 

Sobre Gaspar Núñez Rodríguez 45 artículos
Ingeniero Agrónomo Especialista en Economía Agrícola por la Universidad Autónoma Chapingo; Maestro en Economía por El Colegio de México; Doctor Cum Laude por la Universidad Autónoma de Barcelona; Investigador Nacional Nivel I por el Sistema Nacional de Investigadores.

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