
Gerardo Fernández Casanova
Son muchos los temas que surgen en medio de una campaña electoral. Escojo los que, a mi parecer merecen comentario en estas líneas; el criterio que adopto es el de tratar de no repetir lo que otras plumas comentan con mucho mayor autoridad o las que no han merecido comentario pero que juzgo importantes. Comienzo por la intensa campaña de Meade contra AMLO, que llega a lindar con la demencia, que propala que fue un mal gobernante de la Ciudad de México, con argumentos del todo falaces y perfectamente desmentibles por la información oficial plenamente disponible. Yo me limito a la prueba del fuego: ¿Un mal gobernante podría haber conjuntado a cientos de miles de ciudadanos para defenderlo del atraco cometido por, ese sí, un pésimo presidente que pretendió sacarlo de la carrera electoral? No sólo eso, La movilización cívica obligó al tramposo Fox a recular con la cola entre las patas y, a mayor abundamiento, logró la mayor votación histórica para su partido en la siguiente elección de Jefe de Gobierno y aún la que le siguió. Es una ofensa del torpe Meade a la calidad política de los habitantes de la capital del país y, no sólo no surte el efecto buscado, sino que fortalece al así agredido.
Nuevamente Napoleón Gómez Urrutia es objeto de la inquina de la maquinaria pseudo judicial, debidamente maiceada por el asqueroso Germán Larrea Mota Velazco (o del asco). Aquí también quiero argumentar por la comparación, Dentro del grupo del poder económico (la mafia diría AMLO) hay sus diferencias: Carlos Slim recibió el regalo de TELMEX de manos de Salinas y, para taparle el ojo al macho, estableció que el 5% de las acciones fueran entregadas al Sindicato de Telefonistas, cosa que el magnate cumplió de inmediato y sin chistar; a partir de ello los trabajadores quedaron incluidos en el enorme negocio y hoy es una de las organizaciones sociales más ricas del mundo, en beneficio de sus agremiados; su dirigente, Francisco Hernández Juárez ha logrado la continuidad con beneplácito de sus agremiados, en términos generales. Por su parte el cerdo Larrea Mota “me das asco”, hizo hasta lo imposible para escatimar el cumplimiento del mismo compromiso y tuvo que ser por la vía judicial y contra viento, marea y varios años de litigio, que el Sindicato Minero obligara su debida ejecución, provocando el mayor berrinche y pataleo que un mimado por la fortuna haya hecho; de ahí nacen todos los conflictos legales que se han dirigido al sindicato y a su dirigente, Napoleón Gómez Urrutia, ahora exacerbados por su candidatura al Senado de la República postulado por AMLO. Ahora sale junto con pegado; Larrea mantiene odio porcino contra AMLO y contra NGU y, notoriamente, se va a quedar nuevamente vencido por la justa realidad, como ha sucedido con más de once juicios anteriores.
En otro aspecto, no puede dejar de mencionarse el entorno maldito con que se pretende amedrentar al pueblo por el régimen. Destaco los asesinatos de candidatos y de periodistas, hoy a un año del arteramente perpetrado contra Javier Valdez, sin que en caso alguno la administración de la justicia ofrezca un mínimo de resultados de las averiguaciones, sentando los reales de la impunidad característica peculiar del vigente régimen. Más vale un buen periodista de investigación que mil fiscales anti corrupción. Por cierto, la excelencia de tal género periodístico, Carmen Aristegui, continúa siendo acosada por la justicia al servicio del “ofendido” poseedor de la casa blanca de Las Lomas.
AMLO se disculpó por no asistir a la reunión de Consejeros del banco BBVA Bancomer, a la que sí acudirán los otros candidatos. Se puso de pésima moda la idea de que los candidatos se presenten y se presten al escrutinio de grupos selectos, cuyos votos pesan pero no cuentan. El caso marca la enorme diferencia de las estrategias de campaña de los candidatos: mientras que AMLO suda la camiseta recorriendo el país entero a nivel de tierra y de pueblo, sus adversarios lo hacen entre los algodones y las burbujas mediáticas de los referidos encuentros de elite y en las capitales de los estados. Muy indicativa la imagen captada por algún buen reportero que muestra a Meade bajando de un helicóptero en el ranchito de Vicente Fox a quien fue a agradecer su amable respaldo; es el mismo Meade que puso el grito en el cielo porque AMLO había empleado una vieja avioneta para sus traslados en Sonora. Además, de veras hay que ser muy bruto para suponer que el respaldo de tan desprestigiado personaje le signifique votos. Por algo será que no sale del sótano de las encuestas. Un pendejo de presidente es más peligroso que mil Hitler redivivo, incluso que Trump.
gerdez777@gmail.com
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