DICTADURA DE MERCADO VS DEMOCRACIA ECONÓMICA Y SOCIAL

 

 

 

Gerardo Fernández Casanova

 

Sin la parafernalia de los viejos tiempos el consabido y anacrónico ritual del “destape” tuvo verificativo el pasado martes. La mermada voluntad de Enrique Peña Nieto señaló con inequívoco dedo a José Antonio Meade como el candidato del PRI a la Presidencia de la República; sólo eso: el candidato. Antes, la importancia de tal liturgia era que el señalado era, casi en automático, el sucesor. Ya no y, mucho menos, en las marchitas condiciones en que su partido se encuentra en paralelo con el desprestigio del señalador.

 

Para México es una muy venturosa noticia. Queda explícita la característica de la propuesta electoral priísta; el candidato es un prestigiado tecnócrata neoliberal sin tapujos ni cosmética de pueblo. Meade es llanamente tecnócrata. Su mayor atributo, nada despreciable por cierto, es que cuenta con el decidido beneplácito del gran capital. Hay que recordar que, a partir de las renegociaciones de la deuda externa, México es un país sujeto a la intervención del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre cuyas atribuciones está la de designar al secretario de hacienda, sin importar el partido en el gobierno; así sucedió cuando Francisco Gil Díaz, sedicente priísta, fue designado a ese cargo en el gobierno panista de Vicente Fox, de la misma forma en que José Antonio Meade, sin pertenecer a partido alguno, lo fue con Felipe Calderón (PAN) y volvió a serlo con Peña Nieto (PRI).

 

Es venturosa la noticia porque el panorama electoral se esclarece y lo que antes se suponía, queda nítidamente claro: la contienda electoral es entre dos proyectos: el de la dictadura tecnocrática del mercado y la democracia económica y social representada por MORENA y su seguro candidato Andrés Manuel López Obrador. No hay más; si acaso afanes diseñados para diluir el voto anti priísta mediante alianzas de partidos o por candidaturas independientes.

 

También queda claro que el gran capital y el imperio yanqui pondrán en juego todo su bagaje de triquiñuelas y trampas para conseguir mantener a México sometido a sus dictados. Pero igualmente fortalece la alternativa morenista como proyecto de inspiración nacionalista y democrática, libre de la sujeción al extranjero.  Vale recordar que Peña Nieto contaba, al momento de su candidatura, con una imagen popular, hechiza desde luego, que logró engañar al electorado en buena medida. Meade carece de ella en lo absoluto, aunque ya están desatados los demonios mediáticos para maquillarlo de pueblo. No les va a ser sencillo lograrlo en un candidato sin discurso ni apariencia; hasta los apellidos le van a estorbar: el paterno de origen irlandés que se dice “mid” y se escribe Meade, con toda la carga alburera que implica; por parte de madre el apellido de origen libanés Kuri, que en México es muy aceptado y significa cura, fue alterado al componerse con el materno de su padre o su abuelo: Breña, para quedar compuesto Kuribreña y su connotación aristocratizante.

 

Hay una ventaja: Meade da la apariencia de ser un hombre bueno y sin malas artes, dogmáticamente convencido de su religión neoliberal, pero sin visos de malandrín. Es ventaja porque no lo veo hábil para el tramposo oficio de cometer fraude electoral, que lo va a tener que intentar pero con dudosa eficacia. A este respecto habrá que mencionar que el voto duro priísta, que es actor indispensable en el fraude, no se siente muy a gusto con un candidato que no sale de sus filas ni ha tenido militancia política alguna.

 

En fin, el PRI ya tiene candidato de lujo, y el pueblo llevará al gobierno a su candidato clasemediero, rústico y popular que, además, estudió en la UNAM y nada más.

 

Se confirma que López Obrador deberá ser el próximo presidente de México.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

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