¿Dónde quedó La República?

Por: Gerardo Fernández Casanova

Entre las más amenazadas especies en extinción, la república ocupa lugar destacado. Para la mayor parte de nosotros la referencia a la república nos lleva a imaginar el mapa y nada más; hablar de lo republicano lleva a pensar en el partido político gringo y nada más. En el colmo de la estulticia, el sexenio pasado se dejó de mencionar el “gobierno de la república” y se usó más “el gobierno de Felipe Calderón” en la propaganda de las obras de la administración pública. Así las cosas, no es de sorprender que se olvide o desconozca el afán de nuestros patricios para crear una nación organizada como república, en la que la soberanía recae en el pueblo, facultado en todo momento  a dotarse del sistema de gobierno que prefiera; en la que se garantiza la igualdad en el marco de las leyes. El deslucido homenaje por el natalicio de Benito Juárez da cuenta de ello; el restaurador de la república liberal y campeón del laicismo es conmemorado por un presidente de corte monárquico y egresado de la universidad del oscuro Opus Dei que, además, resulta ser eficaz contribuyente a los intereses nacionales, pero de los Estados Unidos.

 

Las páginas de la revista Hola, escaparate de vanidades de la aristocracia española e internacional,  dedica un amplio espacio a la reseña de la visita de Enrique I y Angélica a Su Majestad Isabel II de Inglaterra, acompañados por un numeroso grupo de sus cortesanos. Destaca la revista el buen gusto y la refinación del atuendo de la familia, vestidos de los más prestigiados modistas y joyas de muy alto precio. Dicen que Doña Angélica (ya no más Gaviota) suspiró de emoción y sorpresa al verse retratada modelando en tan prestigiada revista. Iturbide y Maximiliano han de revolverse en sus tumbas por la envidia. Juárez ha de hacer lo propio del coraje.

 

La república quedó enterrada en el cajón de las efemérides sin sentido. Mientras languidece, la clase política asemeja  a una corte monárquica, muy lejos de la sana medianía republicana que postulara el Benemérito de las Américas. Una corte que se reparte canonjías y altísimos salarios, que se hace de mansiones de lujo con cargo a las utilidades de sus contratistas; que envuelve su corrupción en la seda de ser negocios lícitos y que, además, lleva al país al despeñadero. En el olvido también quedan los servidores públicos probos y patriotas, surgidos del pueblo y de sus instituciones de educación públicas. Hoy es prerrequisito para ocupar un cargo en la administración pública el ostentar un título de alguna universidad privada y con postgrados en el extranjero; ni la experiencia ni el patriotismo son relevantes.

 

El pueblo está encabronado. No es nada más una percepción, las casas encuestadoras lo confirman. Ya no se soportan la desigualdad y la injusticia, ni la corrupción. La circunstancia marca una disyuntiva: la desilusión y la abstinencia, de un lado, o la protesta airada y activa, del otro. Me es claro que la Nación no puede darse por vencida; que no cabe alzar los hombros y resignarse a tal estado de cosas, como si fuese el designio divino del Medioevo. Hay que salir a la calle a protestar y demandar el verdadero cambio; hay que parar de cabeza al país entero para ejercer la soberanía que la constitución nos garantiza. El horno está justamente para estos bollos. Se requiere dar pasos y consolidar avances; no es factible lograr el objetivo con la sola movilización de protesta; hay que ir arrinconando al adversario por todos los flancos.

 

La cámara de diputados es un flanco importante y factible de conquistar en el actual proceso electoral. El asunto es lograr una  contundente mayoría opositora que acote y destrone al monarca. La lucha contaría entonces con un sólido puesto de avanzada. Ya me he decantado en el sentido de postular que MORENA representa esta posibilidad, en tanto que la anulación del voto y la abstención sería el desperdicio de la oportunidad, con el agravante de reforzar al adversario.

 

MORENA, en congruencia con sus postulados, debiese hacer una declaración formal de todos sus candidatos a diputados en el sentido votar la ley de egresos con una drástica reducción de salarios en la administración pública, comenzando por las de los propios legisladores. Que, mientras tal disposición se logra, ellos tomarán como salario la cantidad de, digamos, $60,000 mensuales y que lo demás, salario y otras compensaciones, se aportará a un fondo de obras sociales debidamente transparente y auditado. Estoy cierto de que una manifestación convincente en este sentido aseguraría una carretonada de votos a su favor. Lo propongo y, por qué no, me atrevo a exigirlo en aras de la congruencia con que postulo la pertinencia del voto moreno.

 

Correo electrónico: gerdez777gmail.com

 

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