Gerardo Fernández Casanova
A mi amigo Pedro Romero Gómez. Incansable luchador social cooperativista.
Por primera vez en muchos años el Plan Nacional de Desarrollo (PND) es un documento trascendente, en virtud de constituir el sustento de un cambio de modelo y de régimen; es el instrumento de la acción de gobierno para la transformación de la realidad actual. El PND implica la desconexión del modelo neoliberal para buscar la conexión con un esquema en el que el Estado asume su papel de promotor e inductor del desarrollo, sumando a las fuerzas de las iniciativas privada, social y pública, en términos de conferirle el sentido de justicia social y cuidado de la naturaleza; con un ingrediente de carácter fundamental: el combate a la corrupción y la impunidad. El documento aborda también el cambio de estrategia de combate a la violencia, priorizando las acciones relativas al bienestar y la inclusión social, principalmente la juvenil, y las acciones de seguridad orientadas preferentemente a las de orden público más que a las de combate al crimen organizado. al que se busca eliminar o reducir sustancialmente por la vía del control de sus finanzas.
El PND es un nuevo discurso y un nuevo accionar; que no puede ser analizado con los mismos anteojos neoliberales; implica una muy otra forma de ver las cosas, otras prioridades y otros paradigmas. Por ejemplo, obliga a analizar la inversión pública más allá de una relación costo-beneficio monetaria y economicista, para agregarle los elementos de orden político y social que implica. Es el caso de la cuantiosa inyección de recursos públicos en el rescate del sector energético, la que no puede juzgarse a la luz de un simple plan de negocios, según el cual pudiera ser más rentable importar que producir y destinar los recursos hacia otras áreas de mayor rendimiento utilitario. Pudiera ser, pero el elemento de seguridad energética nacional tiene un peso mucho mayor que la utilidad, más aún en las condiciones que se registran en la geopolítica, con el presidente de la potencia de la que inexorablemente somos vecinos que, por quítame estas pajas, puede amanecer un día presionando a México con que le paguemos el muro fronterizo y condicionando la venta de gasolina a que atendamos su capricho (el mundo entero podría dar cuenta que una locura de ese tamaño tiene posibilidad de suceder); el precio de ser suficientes y soberanos no cabe en las matrices del análisis tecnocrático, es eminentemente político y claramente justificado, aunque a la inversión privada tal tema le sea despreciable.
Lo mismo sucede con el maíz, cereal de origen mexicano del cual somos los mayores importadores del mundo. Decía Herminio Blanco (Exterminio Gris) defensor del TLCAN que si los gringos lo producen más barato sería mejor comprarlo que producirlo, mientras que podemos venderles hortalizas y cervezas. La única diferencia es que si, por lo que ustedes quieran y manden, nos niegan la venta de maíz, nos morimos de hambre, en tanto que nadie va a perder el sueño si no hay guacamole en un partido de futbol americano. ¿Me explico?
Estos son sólo ejemplos de la desconexión con el neoliberalismo y los entiendo de enorme justificación. Lo nuevo está por crearse; no hay un planteamiento acabado ni pudiera haberlo; habrá que inventarlo. México es un país singular, con una historia propia y única; como también son singulares cada uno de los otros países del mundo; no caben las recetas universales ni el pensamiento único o unificador. Simón Rodríguez, el mentor de Bolívar, decía: o inventamos o erramos. Ya llevamos dos siglos de errar, es hora de inventar. Hace mucha falta escuchar a los verdaderos intelectuales y tirar a la basura la pacotilla (Krause, Castañeda, Aguilar Camín, etc.)
Creo que hay mucha gente que, de buena fe, cree en las recetas. Son algunos que salen a marchar protestando por las locuras de AMLO; les da miedo lo diferente; son naturalmente conservadores: si así estoy bien ¿Para qué cambiar? Están en su derecho. La demostración de su error está en el campo de quienes no estamos bien y queremos el cambio; eso no se va a lograr con simples descalificaciones, sino con debates y convencimiento; la diatriba no es el mejor método para educar; serán los hechos los que eduquen y no sólo a las conservadores, también a los progresistas de oportunidad. Formar cuadros con capacidad intelectual para debatir y defender proyectos es tarea indispensable. El PND es tema de invaluable sabiduría y riqueza, será importante que todos lo estudiemos a fondo.
gerdez777@gmail.com
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