El Derecho Humano a la salud, y el ruido

El Derecho Humano a la salud, y el ruido

Por L. D. y L. P. José Arenas Merino

“Salud es un estado de bienestar físico,

psíquico y social, tanto

del individuo, como de la colectividad”

Organización Mundial de la Salud de la ONNUU

 

La Salud es un derecho humano fundamental, como lo establece el párrafo 4° del Artículo 4 de la Constitución General de la República que garantiza para todas las personas el derecho a la protección de la salud.

Dudo que los chinos hayan inventado la pólvora con intenciones artísticas, por una inclinación estética, es más, podría afirmar –dije ‘podría’- que su propósito era meramente bélico, es decir, destructivo, de modo que ignoraban inicialmente que la pólvora podría ser utilizada para crear un fantástico espectáculo: los fuegos artificiales.

No exagero cuando digo que me fascinan los fuegos artificiales, más ahora que gracias a los magníficos programas de la televisión cultural –al menos algunos canales de la tele por cable-, supe de la complejidad que representa su fabricación y la complicación del armado de cada uno de las decenas de dispositivos que producen luces y formas según su particular diseño. No creo que haya quien pueda negar que le gustan los fuegos artificiales.

En México hay varias comunidades que se dedican tradicionalmente, desde hace muchas generaciones, a la fabricación de fuegos artificiales –muy caros, por cierto- en particular en algunos municipios del Estado de México, como Tultepec, según recuerdo. Es más, su peligros manejo obliga a tomar muchas precauciones pues las noticias periodísticas consignan varios casos en que por no cumplirlas han resultado muchas personas muertas o heridas.

En esos mismos poblados se fabrican también otros derivados de la misma industria, como es el caso de los cuetes (1) –algunos muy baratos-, que a diferencia de los fuegos artificiales, no son un espectáculo, sino ruido, mucho ruido.

Recientemente, en los mercados mexicanos se pueden comprar cuetes llegados de contrabando desde China, precisamente. Son mucho más potentes que los mexicanos, por lo que el estruendo que producen al estallar supera con mucho el

nivel acústico admitido en la propia Ley de Salud Pública y las autoridades que se supone están encargadas de impedir el daño que causan.

En los camellones de casi todas las capitales estatales se pueden adquirir esos artilugios, que han desplazado a los productos mexicanos.

Ya que vivimos –al menos formalmente- en un Estado de Derecho, es decir regido por leyes, por un entramado jurídico que le da sustento a nuestra vida de relación, como nación, es deseable, es necesario, es indispensable que esas leyes se cumplan, pues de no ser así, privará el desorden.

El estado es garante de nuestra Salud, por ello hay instituciones públicas a las cuales podemos acudir, en caso necesario. Además, hay todo un sistema con programas y estrategias para prevenir que las personas no enfermen, para no tener que corregir o peor, lamentar.

Dice Víctor Abramovich en su libro “El derecho a la atención sanitaria como un derecho exigible”, lo siguiente: “El derecho a la salud también genera, como sucede con todos los derechos sociales, la obligación del Estado de preservar el bien jurídico tutelado por la Constitución, es decir, la salud; tal protección supone la obligación del Estado de abstenerse de dañar la salud, que es una obligación negativa, de la misma manera, hace nacer la obligación positiva de evitar que particulares, grupos o empresas la dañen”.

Los efectos que produce el estallido estentóreo de los cuetes a que me referí líneas arriba, son particularmente dañinos para los niños pequeños, los ancianos, los enfermos y así también para los animales. Detonar cuetes, es decir, causar ese daño, aunque usted no lo crea, y por absurdo que suene, está permitido. Sí, se puede obtener un permiso de una autoridad pública menor para afectar a esas personas vulnerables. Y si digo menor, es porque lo es, frente las autoridades estatales o federales que están ahí para preservar el orden y proteger a las personas, según su Derecho Constitucional a la Salud.

Nuestro sistema legal establece una jerarquía a partir de la ley fundamental, o sea, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de la cual emanan todas las otras leyes y por lo mismo ninguna ley, reglamento, circular o cualquesquiera otros ordenamientos legales pueden oponerse a aquella. Por lo anterior, ninguna autoridad puede emitir un permiso o autorización para hacer estallar o detonar esos dañinos cuetes, pues estaría contradiciendo lo que fija su artículo 4, según quedó establecido.

Es, por tanto, contrario a la norma general y al sentido común, que se mantenga ese estado de cosas en los municipios que conceden permisos para conservar

viva una costumbre que no estaba regulada como lo está hoy, no sólo por la Ley General de Salud, derivada del citado artículo, sino de otras, más modernas aún, como las que se refieren a la preservación del ambiente y la ecología.

(1)

Cuete (Posiblemente de cohete.) cuetero, cuetera. (De cohetero.) Fabricante de cohetes.

Academia Mexicana de la Lengua Diccionario breve de mexicanismos de Guido Gómez de Silva (1.a ed., México, FCE, 2001)

ANEXO

Carta que dirigen ciudadanos católicos al Obispo de Cuernavaca para que interceda ante las autoridades civiles para abolir la costumbre de hacer estallar cuetes, en particular en fechas señaladas en el calendario religioso

Cuernavaca, el 24 de diciembre del 2013

P. Don Ramón Castro Castro Obispo de Cuernavaca Presente.

Una ancestral costumbre vinculada con las fiestas de nuestra religión, es la de hacer estallar cuetes.

Como otras costumbres, hábitos y usos, esta ha sido rebasada por la modernidad, es decir, que las normas del Derecho se oponen a mantenerla viva, toda vez que hoy sabemos, gracias a los adelantos de las ciencias, entre ellas las de Salud y Ecología, que generan graves daños. Sus efectos son nocivos para los niños pequeños, los ancianos, los enfermos; trastorna a los animales -matándolos incluso-, y contamina auditivamente y generan basura. Además son un grave riesgo, en particular para los niños, al manipular esos artificios.

Por lo anterior, y ya que esa costumbre se fomenta en muchas parroquias y templos, recurrimos a usted, para rogarle que tome cartas en el asunto e impida que se siga celebrando por ese medio a los santos y se conmemoren así fechas significativas de nuestro calendario religioso.

Le estaremos igualmente muy agradecidos por su intervención ante las autoridades municipales, estatales y federales asentadas en Morelos, para que

nuestro estado sea ejemplo de modernidad y respeto a la salud pública y el medio ambiente,.

Conviene señalar que no nos referimos a los llamados fuegos artificiales, los que además de ser un espectáculo –si bien igualmente sonoro-, son manejados por expertos y ocurren en muy escasas y señaladas ocasiones, a diferencia del estallido de los mencionados cuetes, de uso indiscriminado e irresponsable.

Por su atención y efectos a esta petición, le saludamos cordialmente, deseándole bienestar y bendiciones.

Atentamente:

Ciudadanos católicos de Cuernavaca.

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