EL EZLN Y SUS 25 AÑOS DE SOLEDAD  

Por J. Rigoberto Lorence L.

Se acumulan en el horizonte político del país nubes de tormenta en las relaciones entre el EZLN y el gobierno de AMLO, sobre todo a raíz de las declaraciones de la dirección insurgente emitidas el pasado 1 de enero –en ocasión del 25 aniversario de su levantamiento– contra la construcción del Tren Maya en la región del sureste mexicano.

 

Este proyecto es prioritario en el programa del nuevo gobierno. Y por lo mismo, la confrontación ocupará el escenario central de la vida política de México durante el presente año. En este texto analizaremos los elementos del enfrentamiento, los límites de cada contendiente y su posible desenlace.

 

El EZLN surgió a la luz pública en 1994 como uno de los levantamientos armados más atractivos para la sociedad mexicana, y para la izquierda mundial, en la época inaugural de nuestro país como miembro subordinado del mundo de la globalidad. En este sentido, fue un movimiento esencial para comprender la naturaleza rapaz del neoliberalismo y la globalización, y la declaración neozapatista de la Selva Lacandona ha sido uno de los documentos básicos para entender el nuevo entorno de la política nacional.

 

En tal contexto, se entablaron los diálogos de paz en San Andrés. Pero en el momento en que, unos años después, el EZLN se mantuvo política y militarmente inactivo cuando el gobierno zedillista lanzó una ofensiva contra ellos, y además dejó de exigir en los hechos –no en las declaraciones—el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, su repliegue mostró la naturaleza limitada de sus conceptos.

 

Esta ha sido su tragedia desde entonces: el EZLN ha tenido gran claridad para diagnosticar la situación política del país, acompañada de una lamentable incapacidad para materializar los objetivos que se fijaron desde el principio. Ahí comenzó su aislamiento del resto de las fuerzas políticas de la izquierda en México, en especial del obradorismo entonces emergente.

 

 

EL EZLN EN SU ÍNSULA BARATARIA

El movimiento indígena encabezado por la dirección neozapatista pasó de la ofensiva estratégica a la defensiva, y  solo intentó algunas pequeñas iniciativas en el terreno de la administración, la educación y la atención médica, pero enfocadas solo al mejoramiento del entorno inmediato de sus comunidades de base.

 

Ya para 2014, el EZLN había perdido más del 80 por ciento de los territorios ocupados y/o capturados durante la ofensiva del 94, en tanto sus bases de apoyo habían sufrido una reducción drástica en todas las regiones, incluso en Los Altos, las cañadas y la selva.

 

En la actualidad, el movimiento neozapatista cuenta con unos 30 pequeños municipios en el territorio chiapaneco, principalmente en las regiones cercanas a Tabasco y a la frontera con Guatemala. Se ha convertido tan solo en una fuerza política regional.

 

El EZLN renunció, al caer en la pasividad política y militar, a un principio esencial de todo levantamiento armado: nunca abandonar la ofensiva estratégica –aunque pudiera realizarse algún repliegue táctico– porque ese hecho decisivo terminaría por generar un estancamiento, y finalmente a convertirlos solo en un grupo de presión política y social.  Es decir, a perder la motivación central que los llevó a convertirse en un movimiento político-militar.

 

Durante años, su movimiento se mantuvo ajeno a los asuntos nacionales sin dar muestras de solidaridad con ninguna de las luchas populares, y solo mostró algunos signos de protesta contra las numerosas masacres cometidas por el gobierno neoliberal: Ayotzinapa, Tlatlaya y las diversas matanzas contra la población en general.

 

En realidad, el EZLN mantuvo una vida política activa solo hacia adentro de sus comunidades, y no mostró ser parte del gran movimiento nacional contra la represión y las injusticias del sistema. Se mostró insensible ante el drama nacional que se desarrollaba ante sus ojos. Renunció hace décadas al liderazgo de la sociedad en sus demandas nacionales.

 

Por el contrario, las autodefensas del doctor Mireles nunca han dejado de lado la ofensiva político-militar, por citar un ejemplo. En este momento su actividad se ha centrado en reorganizar sus fuerzas y extenderse por todo el país. Algo que el neozapatismo nunca consiguió en el terreno de la organicidad.

 

Así, el intento neozapatista de romper su aislamiento geográfico y político en 2018 no tuvo éxito. Su candidata a la Presidencia de la República, María de Jesús Patricio Martínez (Marichuy) jugó un papel marginal, vaya, ni siquiera testimonial en las elecciones federales, porque no consiguió los apoyos necesarios para obtener su registro como candidata independiente, en el proceso que culminó en 1 de julio del año pasado, con la victoria de Andrés Manuel López Obrador.

 

Marichuy no logró la candidatura independiente porque –aunque se le reconoció que las adhesiones logradas en su campaña fueron totalmente limpias—no consiguió los 886 mil 593 apoyos necesarios por ley para acceder a dicho papel.

 

Según datos oficiales, la aspirante zapatista solo consiguió 281 mil 945 adhesiones, equivalentes al 30.2 por ciento de lo requerido. Solo en dos entidades federativas –Chiapas y Nayarit– logró obtener el 1 por ciento establecido. Finalmente tampoco pudo cumplir con el requisito de la dispersión de tales apoyos, o sea que no logró acreditar su presencia política en la mayoría de las entidades del país.

 

En la Ciudad de México y Zacatecas, Marichuy se colocó a 8 décimas del punto porcentual, mientras en Yucatán, Campeche y Quintana Roo –entidades por donde pasará el Tren Maya— apenas obtuvo un promedio del 16 por ciento de lo requerido, junto a lo que consiguió en  Veracruz, Puebla y Estado de México, entidades donde habitan millones de indígenas.

 

Todo lo cual indica que el EZLN no tenía en 2018 la fuerza suficiente para construir una candidatura independiente, y por lo mismo, no pudo difundir su visión política del país ante la sociedad en su conjunto. Por el contrario, este fracaso demostró que el movimiento neozapatista carece de arraigo en la conciencia política de la nación.

 

Pero aún más importante es que el EZLN nunca realizó una autocrítica pública de su accionar en esta campaña, privando así a la sociedad mexicana de conocer el análisis de los factores que ellos pudieran haber considerado importantes en este fracaso.

 

 

EL TREN MAYA COMO PROYECTO ESTRATÉGICO

Con sus 3 ramales –Golfo, Caribe y Costa del Pacífico—el Tren Maya significa el esfuerzo principal del nuevo gobierno para conseguir el desarrollo de la región sur-sureste del país, la más atrasada de México.

 

El EZLN ha acusado al proyecto de ser depredador del entorno ecológico y estar en contra de los derechos de las comunidades indígenas. Pero la primera acusación cae por su propio peso, simplemente con mirar los hechos.

 

Si el EZLN fuera congruente con su defensa del entorno ecológico ¿Por qué no ha sacado adelante ningún proyecto sustentable en las zonas que controla, en 25 años de existencia? La selva chapaneca bien explotada podría ser el sustento económico y cultural de la región y sus comunidades. Pero no ha ocurrido nada. No han trabajado en ningún verdadero proyecto de liberación al menos regional.

 

La contracampaña del EZLN se inscribe, entonces, como parte de la resistencia de las fuerzas del antiguo régimen contra el avance del país. Se agrupa hoy al lado del PRIAN-PRD-MC, mas por inercia que por convencimiento. Pero en este caso, lo hace bajo la máscara de defender la autonomía de las comunidades indígenas y su entorno ecológico, cobertura que dichos partidos no tienen.

 

 

LOS RIESGOS DEL PROYECTO

El primero de ellos sería el caer en la tentación autoritaria y represiva que algunos obradoristas plantean. De ninguna manera se debe caer en actitudes salinistas, represivas y anticomunitarias. Se debe permitir el libre juego de opiniones, y tal es el sentido de las declaraciones de AMLO del día 2 de enero.

 

Pero se requiere propinar una derrota ideológica y política al EZLN. Y una estrategia para conseguirlo podría ser:

  • Comenzar la construcción del Tren Maya en las regiones Golfo –Tabasco, Campeche, Yucatán— y Caribe –Quintana Roo– para mostrar los beneficios del programa a las comunidades de ambas regiones.

  • Mientras tanto, penetrar más profundamente en las comunidades de la región Chiapas y costa del Pacífico, con base en los diversos programas sociales que ya se encuentran a disposición del nuevo gobierno. Y mediante el diálogo con las comunidades.

  • El tercer paso sería conseguir desde dentro la aceptación de las comunidades neozapatistas, y finalmente realizar una nueva consulta en la región para definir el asunto. Y cumplir así con el Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

  • Cuidar siempre de no caer en provocaciones. Una chispa puede incendiar toda la pradera. No se deben dar banderas a los belicosos, porque se sabe cuándo empieza una guerra, pero no cuándo va a terminar.

  • En todo caso, tener presente que el EZLN solo quiere negociar, para lo cual se lanza en una ofensiva verbal –su modus operandi habitual—para conseguir mejores condiciones en la negociación.

 

La sociedad en movimiento aprende de su propia práctica. El EZLN no ha estado históricamente a la altura de las exigencias. No ha aprendido de su propia experiencia. Su dirección política se pretende galáctica, pero no mira más allá de un regionalismo centrado en la superioridad moral de las etnias. Se pretende mundial, pero no rebasa los límites estrechos de un localismo comunitario muy provinciano.

 

En todo caso, los 25 años de soledad del EZLN están a punto de terminar…

 

 

 

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