J. Rigoberto Lorence
En el camino que lleva al cambio de régimen económico-social en México, nos hemos encontrado con muchas sorpresas, situaciones imprevistas y actitudes cuya motivación no comprendemos de inmediato. Y nos ponemos a analizar dichas motivaciones.
Uno de los enigmas es el interés de las empresas calificadoras (SandP, Moody’s, Fitch Ratings) en hacer rigurosas advertencias al gobierno de AMLO acerca del rumbo general de la economía nacional, y de su deuda en especial.
En apariencia, esas empresas dedican su tiempo a velar por la buena marcha de las economías de diferentes países, y a calificar la situación financiera de las principales empresas de nivel mundial. Es, sin duda, una responsabilidad muy grande.
Pero adentrándonos un poco en su historial nos damos cuenta de que no son tan imparciales, ni tan desinteresadas y distan mucho de tener una metodología adecuada para formular sus apreciaciones de valor. Hay que desacralizar esos oráculos.
Durante el gobierno de EPN, Standard and Poors recibió 500 mil dólares por diversos contratos de servicios; Moodys recibió 450 mil, y Fitch Ratings 350 mil dólares por el mismo concepto. En total, 1 millón 300 mil dólares, equivalentes a casi 26 millones de pesos, que les pagó el gobierno de México por sus servicios.
En tales condiciones, esas empresas mejoraron la calificación crediticia de Pemex, lo mismo que a sus empresas subsidiarias PMI Trading, PMI Norteamérica y otras. Esta calificación se emitió así aunque ya había estallado el escándalo de corrupción de Odebrecht, además de que el huachicol sangraba a Pemex por múltiples vías, complicando sus finanzas. La pregunta es si esas empresas emitieron su estimación de valor por puro amor a la verdad, o cerraron los ojos ante una realidad que ya no era fácil de ignorar, es decir, que Pemex se hundía en medio del caos financiero y atenazada por la corrupción de sus propios directivos.
Standard and Poors tiene el muy cuestionable antecedente de no haber detectado la gravedad de la situación hipotecaria de USA en 2008, al dar una máxima calificación crediticia a las hipotecas basura y a los bancos que vivían de la usura. No previó la quiebra fraudulenta de Lehman Brothers y ubicó en 0.12 por ciento la posibilidad de caer en impago, cuando los datos internos de la propia calificadora –revelados por una investigación del gobierno de USA—cifraban en 28 por ciento la posibilidad de que entraran en quiebra. O sea, que SandP mintió abiertamente y con dolo acerca de la situación real de las hipotecas que manejaba la gran banca de USA.
Ante este fraude, el Departamento de Justicia de USA multó con 1 mil 375 millones de dólares a SandP, por manipular la nota de valores financieros respaldados por firmas tóxicas. En total, la multa ascendió a 1 mil 452 millones de dólares, por un acuerdo a que llegó la calificadora con el organismo federal regulador de los mercados (SEC por sus siglas en inglés).
Baste recordar que estos hechos fueron el antecedente inmediato de la crisis financiera que azotó a USA en 2008, causando estragos que muchos analistas consideran que aún no se revierten por completo.
Hay empresas calificadoras más sanas, menos comprometidas en transas tan evidentes. En China hay una empresa, la Dagong Global Credit Rating, que considera que “el actual sistema de calificación occidental usado por grandes empresas de calificación (léase SandP, Moody’s) tienen la culpa de la crisis global y los problemas de Europa. (Esas empresas) proporcionan información incorrecta sobre calificación crediticia y no reflejan las condiciones cambiantes” de la economía mundial.
Es hora de ubicar las intenciones de estas empresas, y no espantarnos con el petate que usan para tiranizar nuestra economía. En última instancia, forman parte de los intereses conservadores que han sido desalojados por la fuerza de un cambio social de importancia histórica que tiene lugar actualmente en México.
Finalmente, su juego es: Dame contratos y califico bien a tus empresas: Si no me los das ¡Qué mal anda tu economía y la de muchos agentes económicos privados! ¡Qué mal andan tus finanzas y la deuda de tu empresa principal!
Por algo las llaman el Oráculo de la extorsión.
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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