El juego perverso de la nueva visión

La historia me absolverá

Manuel Martínez Garrigós*

Es evidente que los problemas se le acumulan a la administración de la nueva visión. La delincuencia azota todo el estado, la economía decrece y, en consecuencia, el desempleo alcanza niveles nunca antes registrados. No obstante el discurso victorioso del gobernador Graco Ramírez, Morelos están mal posicionado en la mayoría de los indicadores económicos, sociales y de seguridad.

 

Sumado a lo anterior, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2014 que realiza el INEGI revela que entre las entidades federativas del país Morelos ocupa el segundo lugar con la tasa más alta en prácticas deshonesta por parte de las autoridades. Es decir, a la incapacidad de gobernar de la actual administración habría que agregar los actos de corrupción que documenta el INEGI.

 

Ante este panorama, la nueva visión está ávida de generar distractores. Ese es el contexto del juicio de formación de causa que se me pretende imputar y del cual estoy seguro saldré avante, porque más allá del juego perverso de la autoridad en turno, la legalidad me asiste. Infinidad de mentiras han propagado, tan son mentiras que ni con el sistema adverso a mi persona se ha comprobado nada. La ecuación es simple, no se puede comprobar algo que no existe.

 

De acuerdo con el artículo 136 de la Constitución Política del estado de Morelos, un juicio de formación de causa procede por la comisión de delitos federales y cuando estos son cometidos durante el tiempo del encargo. El supuesto delito que se me imputa ni es de carácter federal y no tuvo lugar durante el periodo que goberné Cuernavaca. Más aún, no es ni de orden penal, sino administrativo. En manos de estos ineptos e ineficaces está la procuración de justicia en Morelos.

 

Recientemente, el edil que nos precedió –y en cuya gestión sí fueron suspendidos los préstamos a los trabajadores del ayuntamiento de Cuernavaca– fue absuelto por  el juez correspondiente; por lo que en nuestro caso, en donde el delito no se configura, es previsible cuál será la determinación judicial si es que se llega hasta esa instancia.

 

A la luz de los hechos, de los antecedentes, es claro que hoy en día las dependencias de gobierno asumen posiciones temerarias y dolosas en contra de quienes disentimos del gobierno. Misma actitud es adoptada por sus correligionarios partidistas, que se prestan al juego perverso de la nueva visión para golpear y someter a juicio sumario a quienes consideran sus adversarios políticos.

 

El golpeteo y los denuestos (alimentados por su periódico oficial –que no el Tierra y Libertad– que desacreditada la inconformidad social y encubre a la autoridad) son síntomas del temor que tienen a nuestra estructura en Cuernavaca. La quieren diezmada y debilitada porque están obsesionados por  ganar la capital de estado en los próximos comicios intermedios.

 

Pretenden involucrarnos es su estrategia de cortina de humo, saben del hartazgo social de los morelenses por las conductas mitómanas e incapacidad para gobernar de la actual autoridad, y en esa tesitura intentan que los ciudadanos volteen hacia otros horizontes, pretenden distraer. Ese es realmente el fondo del juicio de formación de causa, es político.

 

Confiamos en el criterio de la presidenta y secretaria de la Comisión de Gobernación y Gran Jurado del Congreso. Estamos convencidos que si hay apego a la legalidad, el juicio referenciado no procederá; pero en determinado caso que pase a otra instancia,  estamos plenamente seguros que el Poder Judicial resolverá a nuestro favor.

 

En este sentido, quienes deben estar preocupados son los dirigentes del partido que gobierna, porque las investigaciones del caso Ayotzinapa los puede alcanzar, principalmente aquel –que en su tiempo de desempleado– se surtía oro para vender con los Abarca.

 

El autor es diputado local, LII Legislatura.

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