Rosario Vilchis
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía
Hace meses que quiero escribir sobre el tema de los feminicidios y las protestas de mujeres, no voy a etiquetarlas de feministas, o anarquistas, o vándalas, voy a hablar de mujeres que están alzando la voz después de siglos de opresión y maltrato.
Algunos hombres y algunas afortunadas mujeres bien portadas a las que nunca las han maltratado, dirán que soy exagerada cuando digo “opresión y maltrato” y para entender esto te invito a hacer un sencillo ejercicio de empatía, simplemente ponte en los zapatos de una mujer, cierra los ojos y concéntrate en qué sentirías si fueras mujer.
Si te subes al transporte público tienes que cuidar tu trasero y tus tetas, además de tu bolsa y tus oídos, porque el acoso también entra por los oídos y a través de las miradas lascivas; pudiste haber elegido una pareja que te impida trabajar y tener libertad financiera, (“el que paga manda”); tampoco puedes vestir como se te antoje porque provocas al acosador o violador -ese pobre hombre inocente que no tiene control sobre sus instintos, la culpable eres tú por provocarlo-.
Otros te dirán que la mujer tiene que estar en el hogar al cuidado de los hijos porque de lo contrario la familia se desintegra, una vez más, la mujer es la responsable. No puedes salir en la noche, sola –obvio, sin la fuerza de la compañía masculina-, tampoco debes beber, bailar, o ejercer tu sexualidad libremente como lo hacen los hombres, porque eso no es el comportamiento adecuado de una damita, eso te convierte en una puta. En tus trabajos ganarás un sueldo menor al de los hombres y te costará aguantar las bromas machistas, propuestas sexuales y el acoso de tus compañeros; no puedes caminar por la calle tranquilamente porque te lloverá un montón de bajezas o “linduras”, la cosa es molestarte y a ti no te gusta que te acosen ni que te toquen sin tu consentimiento. ¡NO NOS GUSTA!
Espero que este ejercicio te haya sensibilizado un poco en lo difícil que es ser mujer en un mundo de machos.
Ah, y te conviertes en una «feminazi», violenta, resentida, revoltosa si te opones a estas reglas establecidas durante siglos de dominación patriarcal. – Las Iglesias son dirigidas por hombres, el cura es hombre, Dios es hombre, los apóstoles son hombres-, toda la machada en nuestra historia nos apabulla. Hoy, afortunadamente, las mujeres hemos ido ganando terreno, poco a poco y ya no solo es el ingeniero, el médico, el abogado, el juez, el político, el futbolista.
Y podría seguir enumerando un sinfín de ejemplos que nos degradan.
Entrando de lleno a lo que me preocupa el tema del feminicidio y de las protestas, primero hay que entender la definición. La Real Academia Española los define así:
Esto con relación a la idea de que a los hombres también los matan y también existen mujeres violentas. Claro, violencia es violencia en cualquiera de sus formas: física, psicológica, económica, sexual, laboral y, se violenta a hombres, mujeres, niños, animales, a la naturaleza.
Pero en el caso de los feminicidios, nos están matando por el hecho de ser mujeres, propiedad del hombre, objetos a los que se puede manipular, maltratar, golpear, matar.
Me pregunto por qué en la época de mis abuelos y bisabuelos quienes eran más inconscientes de su violencia, machos y, con una cultura recalcitrante basada en la superioridad masculina, había menos feminicidios y hoy han aumentado de forma exponencial, amén de la explosión demográfica.
¿Será porque desde hace años nos venimos sublevando?, ¿por qué tienen miedo de perder el poder?, ¿por qué temen a la fuerza femenina?, ¿pierden privilegios? No lo sé.
Es increíble que en pleno siglo XXI se sigan conservando esas ideas retrógradas de que una mujer es inferior a un hombre y sigan creciendo la violencia y los feminicidios, estos asesinatos atroces que laceran en lo más profundo de nuestra humanidad; en una sociedad donde tenemos mayor educación, mayor acceso a la información; mayor difusión de la desigualdad, ¿mayor conciencia? Afortunadamente, a la par, las protestas, movimientos y manifestaciones de mujeres, siguen creciendo, son imparables y cada día vamos haciendo más equipo para salir a defender lo que es nuestro derecho y posicionándonos dentro de la sociedad.
Es inconcebible que tanto hombres como mujeres sigamos perpetuando la violencia en contra nuestra y, por lo tanto, la lucha de concientización de sensibilización y, la exigencia de nuevas políticas públicas en favor de la igualdad tiene que seguir. Encontré en Facebook comentarios acerca de las manifestantes y me horroriza ver que seguimos viviendo en una sociedad retrógrada, carente de cultura, es indispensable atención psicológica, y mucha empatía.
El Paro Internacional de Mujeres
Los que me conocen o los que me han leído sabrán que por muchos años he defendido el derecho a la manifestación, yo misma he participado en muchas protestas, marchas y paros. Considero que en un país en donde no te escuchan tenemos el derecho y la obligación de protestar por cualquier causa que genere cambios para mejorar, incluso si se tienen que tomar casetas, cerrar carreteras o hacer pintas para lograr ser escuchados.
Las protestas son necesarias en cualquier sociedad porque son la válvula de escape de un pueblo, permitirlas es el respeto a la libertad de expresión, son la barricada para detener una revuelta, son el síntoma de un sistema que no está funcionando, -sí, la batalla contra la inseguridad no está funcionando, pero tanta violencia es el detonante de muchos años de no haber sido atendidos rubros como la pobreza, la educación, el narcotráfico, la igualdad de derechos-.
Apoyo incondicionalmente a todas las mujeres valientes que se atreven a levantar a voz exigiendo respeto, me gustan las diferentes manifestaciones de mujeres, “La Marcha de las Putas”, “y la culpa no era mía”, marchas exigiendo la legalidad del aborto, marchas contra los feminicidios, voces de mujeres exigiendo respeto. Todas válidas y necesarias.
Pero cuando cualquier causa se politiza, pierde su objetivo original; cualquier causa que se manche con la intervención de grupos de choque, corre peligro de que la sociedad -ignorante de lo que son los grupos de choque- la satanice.
Así como se prohíbe en las marchas la participación de hombres, se debe prohibir la participación de políticos que se quieran colgar de una lucha que no es suya.
En el caso de “Un Día sin Mujeres” programado para el 9 de marzo, (justamente un día después del Día Internacional de la Mujer), se está politizando. En las redes ya hay una lucha de poderes, los que defienden el paro, cuya idea original pertenece a LAS MUJERES y, los que se oponen a que Margarita Zavala y Denise Dresser, -mujeres, sí, pero antagonistas del gobierno de AMLO- participen, convoquen u opinen al respecto, ya que se interpreta como una estrategia para desprestigiar a la ya, de por sí, desprestigiada 4T.
Cuando era más joven era más aguerrida respecto a querer hacer un cambio. Hoy trato de concientizar a través de la inteligencia emocional y mis conocimientos sobre las emociones del ser humano. Confío en que así será. Poco a poco. Tengo dos hijos varones que ya son de la nueva generación de hombres responsables de una nueva masculinidad, más consciente, más respetuosa, más sensible.
Apoyo totalmente la libertad de expresión.
Escritora. Psicóloga. Ganadora del premio de cuento 2012 por el instituto de cultura de Morelos.
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