El nuevo reglamento del SNI. Parte IV y última

 

 

¿Existe una solución?

 

 

Gaspar Núñez Rodríguez

Hace unos meses se desató una comidilla nacional porque Beatriz Gutiérrez Müller, recibió la distinción de Investigadora Nacional Nivel I. Impajaritablemente, la defensa oficialista, puramente discursiva, no se hizo esperar, incluida la de su esposo el Presidente. El asunto tenía una solución simple: Transparentar el proceso y hacer públicos los méritos por los que la señora esposa del Presidente obtuvo tal distinción, lo cual habría sido un implacable mentís a sus detractores. (https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/11/05/desde-hace-dos-anos-mi-esposa-inicio-su-incorporacion-al-sni-amlo-769.html).

 

Pero estamos lejos de eso (¿Porqué?). Al parecer, por el Conacyt de la 4t, ni a kilómetros pasa la idea de transparentar procesos y datos, a fin de combatir la corrupción en sus tantas variantes (tráfico de influencias, malos manejos de recursos públicos, falta de ética, etc.).

 

Pero ¿existe una solución capaz de sanear al SNI? SÍ. Varios investigadores la han planteado desde hace años, y es precisamente esa: Transparentar procesos y datos en el otorgamiento de las distinciones; i.e., hacer públicos los méritos por los que un investigador obtiene determinado nivel, y también las razones claras y objetivas por las que no lo obtiene, a fin de que el escrutinio público contribuya al saneamiento de la institución. Esto implica que las autoridades tendrían que atender eficientemente y con probidad, los argumentos y reclamos que se presentaran.

 

Y ese es uno de los principales problemas: se requieren autoridades con la voluntad política y la ética necesarias para implementar un sistema eficaz y con los mecanismos necesarios para sanear al SNI.  Supongamos que esa voluntad política y esa ética existen ¿Cómo se implementaría tal sistema?

 

Por una parte, como ya he dicho, la “evaluación por pares” ha sido hasta ahora una farsa, pues los integrantes de las comisiones ni siquiera leen los abstracts o resúmenes de los artículos publicados (que usualmente solo tienen entre 10 y 15 líneas), y hasta dónde se puede colegir, tampoco los títulos. Lo que supuestamente evalúan es la calidad de la revista en la que se publicó el artículo.

 

Veamos este punto: Lo que supuestamente evalúan es la calidad del medio en que se publican los trabajos científicos, ya sean revistas, libros, u otros productos. El primer aspecto que resalta de esta práctica es la discriminación, p.ej., en contra de investigadores regionales que llevan a cabo investigaciones e intervenciones con impactos reales más significativos que los de “profundos” investigadores que publican en los elevados journales internacionales. (Esto contradice el supuesto nuevo enfoque y políticas del Conacyt de la 4t, como lo de “los saberes” y todo eso).

 

El otro aspecto que resalta es que para llevar a cabo esa “evaluación”, no haría falta ninguna Comisión y ningún par, lo puede hacer cualquier burócrata del Conacyt con tal de que sepa sumar y le den un padrón con un puntaje asignado a cada revista, editorial, congreso, etc. Y ya en ese plan, tampoco haría falta el burócrata, bastaría con un software bien programado e implementado, pero…

 

El sistema en línea, implementado por el Conacyt para procesar las solicitudes de ingreso o permanencia en el SNI -presumiblemente en consonancia con el nuevo Reglamento-, muestra varias cosas; me referiré a la que principalmente interesa ahora por el grave perjuicio que puede causar a los solicitantes. EL SISTEMA MIENTE, pues ahora incluyen, con falsedades, información “vital” para la evaluación de la solicitud, porque automatizaron una parte del programa o código del sistema, para que busque los índices en que están incluidas las revistas, y los reporte en el documento que los dictaminadores reciben.

 

Pondré un ejemplo sencillo. En la solicitud que finalmente logré enviar el mes pasado, después de perder dos semanas, y toda la paciencia posible con el famoso sistema MIIC, el reporte generado por tal sistema especifica la siguiente información sobre uno de mis artículos publicado en El Trimestre Económico:

 

 

Es decir, eligieron 4 índices bajo criterios desconocidos (al menos para mí). Y de acuerdo con esto, El Trimestre Económico no está en ninguno: los 4 campos aparecen con una x. Pero, según el sitio web de la revista, El Trimestre Económico está indizada en 23 padrones, incluyendo JCR, Conacyt, SSCI, Scopus, etc. En la página siguiente está una captura de pantalla con la lista completa; y todos saben la importancia y prestigio que tiene esta revista, una de las más importantes de América Latina en su área. Y esto es solo un botón de muestra, la cantidad de problemas y perjuicios que causan y pueden causar los genios en sistemas del Conacyt es muy alta.

 

Lo anterior significa que los dictaminadores (“pares”), que de por sí no leían ni siquiera los abstracts o resúmenes, ahora con mayor razón no van a leer ni el título ni la revista en cuestión, solo van a ver cuantas x tiene el segundo renglón de la sección en que se reporta cada artículo. Y si no es un cuate, una cuata, o un cuato, pues ahí te ves; sin perjuicio de que si es cuate(ao) puede ser favorecide(ao); o si es lo contrario puede ser arbitrariamente dañade(ao). En serio, la situación es de los más deplorable.

 

Entonces podríamos volver a la posible necesidad de comisiones de “pares” que supervisen. PERO, el hecho de que sea un burócrata del SNI, algún paquete informático, o una comisión de pares, es por completo irrelevante, lo fundamental serían dos cosas: (que hasta ahora no se han visto).

 

1) QUE SE TRANSPARENTEN LOS PROCESOS Y SE HAGA PÚBLICA LA INFORMACIÓN, DATOS, MÉRITOS Y ARGUMENTOS, SOBRE LOS QUE SE TOMÓ LA DECISIÓN PARA CADA INVESTIGADOR, Y

2) AUTORIDADES CON LA VOLUNTAD POLÍTICA DE SANEAR LA INSTITUCIÓN, Y QUE TENGAN  LA ÉTICA Y CAPACIDAD NECESARIAS PARA ATENDER RECLAMOS Y RESOLVER LOS CASOS CON APEGO A DERECHO Y AL ESPÍRITU DE LA NORMATIVA.

Hasta aquí por hoy.

 

DE PILÓN.  Termino con dos consideraciones  adicionales, acerca del nuevo Reglamento. Una, la dichosa insaculación (que no sabemos en que consiste ni como se lleva a cabo ni quienes la realizan).

 

Suponiendo que es aleatoria, como antes he comentado, tiene un alto potencial para acabar con las mafias que han dominado al SNI durante decenios, PERO, por otra parte implica el riesgo de que “académicos” corruptos como Silvia Giorguli del Colmex y sus esbirros carentes de ética, sean elegidos. Peor aún, estos corruptos podrían influir en la “insaculación” para quedar en la comisión o que queden sus cuates: en un país en el que hasta la lotería nacional ha sido fraudulenta, eso no es improbable. Más aún, la insaculación aleatoria ignora los méritos y la ética de los investigadores decentes que sí los tienen (aunque no sé si sean muchos), dando a los impresentables la posibilidad de que continúen con sus suciedades.

 

Por cierto, antier ví que el Conacyt publicó las listas de los integrantes de las Comisiones Dictaminadoras (y Transversal) 2022. El documento dice, escuetamente, que la integración de las comisiones fue aprobada y que están sujetas a cambios. Sin ninguna explicación acerca de quienes ni como llevaron a cabo la insaculación (https://conacyt.mx/sistema-nacional-de-investigadores/miembros-de-comisiones/). Tampoco hay nada sobre la Comisión Revisora. Queda para algún futuro, el análisis de éstas Comisiones, su integración y sus miembros; baste por ahora mencionar que, p.ej., la Comisión de Ciencias Sociales aparece con unos 180 integrantes (si conté bien), mientras que el artículo 14 del nuevo Reglamento dice:

Artículo 14. Las comisiones dictaminadoras se conformarán por insaculación de entre todas las y los integrantes del SNI.

Cada comisión estará conformada de manera paritaria por 15 integrantes del SNI de los niveles 1, 2 y 3,

cuya distinción concluya al menos un año después de la fecha de publicación de la convocatoria.

 

Segunda consideración: la preocupación por la “prelación”. Tal prelación en efecto es muy preocupante, sobre todo para quienes no tenemos (ni deseamos tener), relaciones con los influyentazos; y ya hemos sufrido sus consecuencias.

 

Cuando en 2020 concursé para una estancia posdoctoral, mi proyecto fue calificado como excelente,  y se recomendó su aprobación por parte de los dictaminadores anónimos, pero según el orden de “prelación”, los burócratas del Conacyt me negaron el financiamiento (que escasamente ascendería a unos 250mil pesos por un año, ver documento abajo), causándome un perjuicio muy alto, y a mi carrera como investigador también. En cambio, en ese mismo año, el esposo de la entonces Secretaria de la Función Pública, recibió cerca de 6 millones de pesos para un estudio cuyo objetivo es:

“deconstruir la semántica de la democracia (neo)liberal y su cultura política para edificar un marco analítico teórico y metodológico que permita analizar y plantear nuevas narrativas para la construcción de una demodiversidad sustentada en la pluralidad de culturas políticas existentes en México”.

 

 (Así como lo oyen¡¡¡). https://www.sinembargo.mx/01-03-2021/3943593

https://politica.expansion.mx/mexico/2021/02/25/la-entrega-de-5-8-mdp-del-conacyt-a-un-proyecto-de-john-ackerman-genera-polemica

 

Este dictamen demuestra como, un dictaminador evidentemente doloso (el que le puso 81 al proyecto: es obvio que ni aún con un 100 del otro alcanzaría el 92.5 que sabrá Dios de dónde sacaron los genios del Conacyt, con el 95 y un 90 el proyecto “pasaba”) y una burocracia miope, pueden perjudicar a un investigador, desempleado gracias a “autoridades” corruptas, pero con el ánimo de seguir trabajando honestamente y que presenta un proyecto excelente.

 

Hasta la próxima. Carpe Diem.

 

Dr. Gaspar Núñez Rodríguez

Investigador Nacional Nivel I

https://www.researchgate.net/profile/Gaspar-Nunez

@DrGasparNunez

 

 

Sobre Gaspar Núñez Rodríguez 45 artículos
Ingeniero Agrónomo Especialista en Economía Agrícola por la Universidad Autónoma Chapingo; Maestro en Economía por El Colegio de México; Doctor Cum Laude por la Universidad Autónoma de Barcelona; Investigador Nacional Nivel I por el Sistema Nacional de Investigadores.

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