YO ACUSO
Armando Vargas Mora
No cabe duda que el triunfo del PRI del domingo pasado en el Estado de México, se dio en el marco de una elección de Estado. Con antelación, como todo mundo se enteró, el presidente de la República Enrique Peña Nieto “encomendó” la elección a Rosario Robles Berlanga, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU). Un ejército de tramposos ocuparon los mejores hoteles de Toluca y otros municipios, la mapachería de lujo del Partido Revolucionario Institucional tuvo el tiempo necesario para planear “estrategias” encaminadas al triunfo de Alfredo III, sin importar ni medir todo tipo de recursos para lograr los deseos del primer priista de México.
Una elección de Estado porque desde mucho antes de los tiempos electorales, y con mayor razón una vez que se dio el banderazo para iniciar las campañas, uno a uno los secretarios de Estado fueron desfilando para que los habitantes del Estado de México sintieran las bondades del sistema político mexicano, para que los ciudadanos vieren las bondades de los programas gubernamentales. El derroche de recursos no paró durante este período y Luis Miranda (SEDESOL), la propia Chayito, José Narro Robles, secretario de salud, el director del ISSSTE José Reyes Baeza Terrazas y etc., echaron la casa por la ventana.
Una elección de Estado porque en una cuestión inédita, el presidente de la República visitó su estado hasta en cien ocasiones durante los últimos doscientos días previos a la elección, dentro de su nublada mente no entendía que, su presencia y la del gobernador Eruviel Ávila, lejos de sumarle puntos a su pariente le restaban por virtud de sus índices tan altos de desaprobación popular, índices no vistos para un presidente desde que el General Lázaro Cárdenas Del Río inauguró el período sexenal en l934, de ese es el tamaño de la impopularidad de Peña Nieto.
En este espacio habíamos apuntado que, desde hace varias semanas los principales candidatos a la gubernatura por el Estado de México ya se habían brincado las trancas de los límites económicos de la elección, y ello se dio a la luz pública. Igualmente que la “autoridad” electoral únicamente estaba de ornato, de lo contrario ésta tiene la obligación de anular la elección.
Una elección donde la compra del voto se hizo más descarada que nunca, se habla de cantidades que oscilan de entre los dos mil quinientos pesos y cuatro mil, el acarreo y otras artimañas florecieron en el Estado de México.
Pero independientemente de lo anterior, también influyó la participación del presidente de MORENA Andrés Manuel López Obrador, porque así como inventó su delfina y la hizo crecer por su presencia activa y su obligado respaldo, también los negativos de AMLO, claro que iban a repercutir en las urnas y Delfina Gómez, la candidata. Durante este período salió a relucir aquel episodio de René Bejarano recibiendo fajos de billetes presumiblemente para el político tabasqueño, todo porque, a diferencia del señor de las ligas, en Veracruz la diputada local Eva Cadena pidió una “bolsita” para poner también pacas de billetes “para Andrés Manuel”, repetía insistentemente la que entregaba los recursos, esas escenas se repitieron hasta entre tres ocasiones en videos diferentes.
López Obrador, inopinadamente se enganchó en un pleito con el impresentable gobernador de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares, la incontinencia verbal denotó lo peor de ambos personajes que se lanzaron con todo para dilucidar cuál es el más corrupto.
Andrés Manuel López Obrador se dio tiempo para criticar al Ejército y la Marina cuyos titulares lógicamente mostraron su justificado malestar. Dígase lo que se diga, a buena parte de los mexicanos no les gusta que se ofenda a unas de las instituciones que todavía ven con cierto prestigio.
En Estados Unidos, mostró su intolerancia y parece que veíamos una réplica de aquel episodio contra Vicente Fox (¡Cállate chachalaca!), porque ahora calló de fea manera a uno de los padres de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Se exhibió de fea forma tras lanzar varios ultimátum a los candidatos del Partido de la Revolución Democrática y Partido del Trabajo para que declinasen en favor de su candidata Delfina Gómez, el petista Oscar González Yáñez cayó, pero Juan Zepeda no se amilanó, antes bien le contestó como nunca antes lo había hecho nadie desde la izquierda, y no nada más le sirvió de trampolín la intolerancia de AMLO, sino que de plano lo subyugó, la mejor prueba de lo anterior es que, a estas alturas cuando todo mundo daba por disminuido al PRD de fea manera, Zepeda le dio el oxígeno que necesitaba ese partido que se constituyó en la tercera fuerza electoral del Estado de México, el PAN fue el gran perdedor.
Asimismo, aunque lo nieguen en MORENA, aceptaron una alianza con los operadores políticos de Elba Esther Gordillo Morales que al igual que todos aquellos políticos que, desde diversas expresiones políticas han sido apóstatas, por malos o peores que sean son rociados con el agua bendita del “rayito de la esperanza”, y ya benditos dejan de ser malos y de pertenecer a la mafia del poder como él acostumbra decir desde hace veinte años. Desde luego que la maestra Delfina Gómez es la menos culpable de todo, desde su imposición como candidata, pasando por todas las argucias priistas en lo que sin duda alguna fue una elección de Estado, hasta el rosario de pifias de su intolerante jefe que ahora trae pleito casado con varios de los mejores periodistas. De lo único que es culpable la candidata de MORENA, es de su evidente falta de retórica, de su actuar gris y de su tremenda inexperiencia y sapiencia política para una competencia de la importancia del Estado de México.
Contador y analista político
Exelente analisis, les llovió a todos, pobres; la verdad es que otro factor importante es el abstencionismo, si el porcentaje de este fuese menor del 10% la historia sería diferente. No crees?