
J. Rigoberto Lorence
Con objeto de cubrir las necesidades de transporte relacionadas con la construcción del Ferrocarril del Istmo, el gobierno del presidente López Obrador emitió un decreto el viernes 19 de mayo para recuperar 120 kilómetros de vía férrea en esa región, que la empresa FerroSur maneja como concesión desde la época de Ernesto Zedillo, durante la privatización de los ferrocarriles.
Hay que subrayar que el tramo ocupado a la empresa mencionada –acto implementado por fuerzas de la marina armada—representa solo el 1% de la enorme concesión ferroviaria que se adjudicó al Grupo México, conglomerado al que pertenece aquella. En total fueron más de 11 mil kilómetros de vías concesionadas por Zedillo, pero la propiedad sigue perteneciendo legalmente a la Nación. De ninguna manera se trató de una “expropiación” como la pintaron los voceros de la derecha.
Antes de la aplicación del decreto, representantes del gobierno de AMLO y Germán Larrea habían venido realizando diversas reuniones, donde se solicitó al magnate que cediera temporalmente esa parte de las vías férreas para uso de las fuerzas armadas, en su esfuerzo por terminar la construcción de los tramos faltantes del Ferrocarril del Istmo. Ese trazo completará el histórico proyecto de unir al Océano Pacífico con el Golfo de México. Las mercancías procedentes de Asia tendrán como destino principal los puertos de la costa atlántica de EU.
Las reuniones se fueron prolongando. Los representantes de Grupo México se atrevieron a pedir inicialmente hasta 40 mil millones de pesos por el uso de esos 120 kilómetros de vías; luego le bajaron a 20 mil mdp, hasta proponer que “solo” se les pagaran 9 mil 500 mdp. El gobierno les respondió por vía expedita emitiendo el decreto para ocupar esos 120 kilómetros, pero aclarando que los trenes de FerroSur pueden seguir dando servicio a su clientela habitual.
De inmediato se desató una tempestad de críticas en todos los medios corporativos, azuzados por boletines de prensa del Grupo México, cuyas acciones en la Bolsa de Valores perdieron hasta 20 mil mdp de capitalización durante el fin de semana. Incluso se desató el rumor de que Grupo México no proseguiría las negociaciones de compra de CitiBanamex, ya muy avanzadas.
El lunes por la mañana las aguas volvieron a su cauce. Grupo México emitió un boletín confirmando que las negociaciones para adquirir Banamex proseguían, al tiempo que continuaban sus negociaciones con el gobierno para conseguir la reparación económica originada por el decreto que afectó las vías de FerroSur.
El gobierno federal por su parte manifestó su disposición de pagar una compensación, pero lo hará de acuerdo con los precios del mercado. Ambas partes tienen peritos valuadores a su servicio, pero existe el consenso de nombrar un tercero que, con base en los precios comerciales, determine el monto de la indemnización.
Hasta aquí la historia truculenta de la “expropiación”. En diversos medios ha continuado el debate sobre la historia del Grupo México y los métodos de enriquecimiento que ha usado Germán Larrea, que lo han llevado a convertirse en el segundo hombre más rico de México. Empecemos por el principio.
La familia Larrea ha sido tradicionalmente integrada por potentados. El padre del magnate fue un empresario que manejaba diversos negocios. El salto más importante en su fortuna, sin embargo, ocurrió durante el gobierno de Carlos Salinas –1988-1994- cuando el patriarca fue beneficiado con el otorgamiento de la concesión de la Minera Cananea, así como con otras empresas privatizadas por el salinato.
Ernesto Zedillo les dio otro empujón al concederles el control de los Ferrocariles de México, en un movimiento donde ese grupo se asoció con la empresa norteamericana Kansas City para obtener la concesión. Al llegar el gobierno panista en el año 2000, el grupo siguió recibiendo favores por parte de Vicente Fox. En total, Grupo México ha sido beneficiado con más de 300 concesiones por parte de los gobiernos prianistas, y sus empresas se ubican en los ramos más rentables y jugosos.
La historia del grupo ha sido marcada por dos accidentes de mortales consecuencias para la población: uno fue la explosión por acumulación de gas metano en la Mina de Pasta de Conchos, ubicada en el estado de Coahuila, el 19 de febrero de 2006, durante la cual quedaron atrapados 65 mineros. La empresa se negó a realizar cualquier gasto o esfuerzo para rescatar a los obreros muertos.
El otro gran accidente se produjo en la región de Cananea –mina histórica, cuyos obreros en huelga fueron precursores de la Revolución de 1910— el 6 de agosto de 2014, cuando la empresa derramó más de 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico, material altamente tóxico, en las aguas de los ríos Bacanuchi y Sonora, tradicionalmente utilizados por la población lugareña para beber agua, regar sus sembradíos y efectuar sus labores agropecuarias y de pesca. Más de 22 mil habitantes de esa región fueron afectados en su salud y en sus actividades vitales.
En ambos casos, los empresarios del Grupo México han mostrado su rapacidad. A la fecha, el gobierno sigue empeñado en labores para lograr el rescate de los mineros de Pasta de Conchos. Asimismo, los trabajos de remediación de los ríos mencionados en Sonora solo se realizaron a medias, mientras los habitantes siguen padeciendo enfermedades y pérdidas de cosechas y animales a consecuencia de aquel desastre.
Los intereses del Grupo México se extienden por todo el país. Lo mismo operan con empresas mineras en los estados con esa vocación (Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí) que de transporte por vía férrea en varias regiones del país, inclusive hasta Texas y Florida, en EU.
Grupo México es propietario del ferrocarril Chihuahua-Pacífico (el legendario Chepe) que parte de la capital norteña, atraviesa la majestuosa Sierra Tarahumara y llega hasta el puerto de Mazatlán. En las estaciones de su recorrido se pueden observar diversas maravillas de la naturaleza, consumir alimentos regionales y adquirir artesanías elaboradas por manos indígenas.
Las empresas familiares de Germán Larrea (cuyo capital asciende a 29 mil millones de dólares, más de 500 mil millones de pesos) tienen intereses también en el ramo del espectáculo (la empresa Cinépolis forma parte del conglomerado). Igualmente se han enlazado con intereses extranjeros para incrementar su caudal financiero. En el momento de redactar esta nota se dio a conocer que las negociaciones con CitiGroup fueron suspendidas por esta empresa, de manera que CitiBanamex no pasará a ser parte del conglomerado de Grupo México.

Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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