Gracias a usted, compañero Presidente

 

 

Gerardo Fernández Casanova

Con su proverbial modestia, el Presidente López Obrador agradece al pueblo de México por el apoyo que siempre le ha brindado y, como también acostumbra, lo hace mediante un libro titulado ¡Gracias! y le asiste la razón en cuanto al reconocimiento de que han sido millones quienes le han protegido e impulsado, incluso en las condiciones más graves de su trayectoria. Pero, no por simple cortesía sino de corazón, el pueblo le contesta ¡Gracias a usted, compañero Presidente!

 

Así se manifestó el pueblo en su inmensa mayoría en la elección del pasado 2 de junio que votó por la continuidad del proyecto de la transformación de la vida pública eligiendo a Claudia Scheimbaum, con lo que manifestó de manera palmaria su beneplácito al modelo de gobierno de López Obrador, sin demérito de las cualidades propias de la candidata que será la primera mujer en ejercer tan honroso cuan difícil cargo.

 

AMLO hizo un excelente gobierno en las condiciones tan adversas como las que montó la derecha oligárquica nacional e internacional; con casi toda la prensa denostando permanentemente; con la oposición tramposa poniendo cuanta piedra en el camino pudo, con un Poder Judicial extralimitado en la cancelación de leyes y disposiciones ejecutivas del Presidente y tramando por un golpe legal para destituirlo; una pavorosa pandemia que detuvo al país y al mundo y paró en seco la acción gubernamental general, para dedicar todo su empeño en salvar vidas, entre otras muchas dificultades que enfrentar. No obstante, el país salió adelante y progresó con justicia social.

 

En mi opinión, el producto de mayor valor de la gestión presidencial es haber regenerado el orgullo de los mexicanos y el amor a la Patria. Así lo considero porque ha sido el pueblo entero el que ha dado su confianza al líder y se ha sumado a la lucha para recuperar al país. Ha sido una labor didáctica diaria en que se hace cada vez más público lo que a todos atañe; los obstáculos y los fracasos se comentan igual que los éxitos y los programas. El Presidente como vocero único y como docente de excelencia, a pecho abierto ante la prensa informando y respondiendo a los infundios, como maestro de historia que crea historia; como maestro que lleva a la comprensión generalizada de la realidad. Las Conferencias Matutinas han sido el despacho de gobierno en caja de cristal. Ahí aprendimos y nos sumamos la mayoría de la ciudadanía.

 

El ejercicio cotidiano de la información sólo es factible si priva en él la honestidad; la mentira no soportaría ni una semana de mañaneras. Exhibir la corrupción que imperaba y mostrar los frutos virtuosos de la honestidad, además de contribuir al afán didáctico, se hace patente al mostrar la gran obra pública en todo su proceso de ejecución; explicar sus causas y mostrar sus beneficios inmediatos son otro ingrediente de la interacción afirmativa entre pueblo y gobierno. Atestiguar la generación y el empleo de los recursos públicos lleva a involucrar a todos en lo que es de todos. Politiza y establece las diferencias entre la política y la politiquería corrupta. Genera confianza.

 

La Austeridad Republicana se manifiesta en todo el quehacer público, con el Presidente a la cabeza, que desechó el pedestal de la falsa grandeza y recorre el país en aviones comerciales, por carretera y a pie, sin la parafernalia del culto a la personalidad, pero con el placer de encontrarse frente a frente con el pueblo raso.

 

Andrés Manuel cumplió gobernando para todos pero priorizando al pueblo pobre. Se redujo de manera importante la pobreza y la desigualdad sin quitarle nada a nadie, Todos ganamos, incluso los ricos son más ricos no por prebendas gubernamentales sino por la mayor capacidad de consumo de la mayoría popular. El manejo honesto de la hacienda pública legitimó el rigor aplicado al cobro de los impuestos, cuyo monto sostuvo el ambicioso programa de obra pública como nunca habíamos visto.

 

En la economía las cosas se hicieron en sentido contrario a lo “recomendado” por el FMI y demás órganos de control del gran capital y se elevaron los salarios, se hizo obra pública y se redujo la deuda como proporción del PIB. Recuerdo el caso del primer plan nacional de desarrollo elaborado por Carlos Urzúa, primer secretario de hacienda: una copia al carbón del elaborado en Washington por los tecnócratas del neoliberalismo; AMLO lo detuvo, lo rompió e hizo uno propio, de acuerdo al Proyecto Alternativo de Nación; de postre mandó al tal Urzúa a freír espárragos.

 

Nos quedan dos meses para seguir compartiendo la bien ganada felicidad de Andrés Manuel. Lo seguiremos comentando.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

 

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