J. R. Lorence López.
Durante este fin de semana crecerá la tensión en la frontera de Venezuela con Colombia, ya que el 23 de febrero la oposición venezolana de derecha intentará introducir “ayuda humanitaria” al territorio bolivariano, a lo cual se opone el presidente Nicolás Maduro por considerarla intervencionista.
Por lo pronto, se están dando grandes conciertos musicales en ambos bandos de la frontera, tratando de publicitar y ganar adeptos en favor de sus respectivas causas. El día 23 se verá si la ayuda viene acompañada de tropas militares que la quieran introducir a la fuerza. Varios altos funcionarios del gobierno trumpiano acompañan los camiones de la ayuda, y las agencias internacionales de prensa informan de un reforzamiento de tropas especiales de USA en la región.
Venezuela es uno de los países más ricos del mundo por sus recursos naturales. Cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo, así como de coltán, diamamtes, oro y agua dulce, que lo sitúan como una presa atractiva para el imperio más poderoso y rapaz de la historia: los Estados Unidos.
Estos hechos explican la intensa campaña de medios de comunicación a nivel mundial que USA ha desatado sobre el país de Bolívar. El argumento más socorrido es una supuesta crisis humanitaria que, en los hechos, está muy lejos de ocurrir, pero que al menos ha logrado satanizar al gobierno bolivariano, encabezado por Nicolás Maduro.
En este contexto, la oposición interna, con ayuda extranjera, ha logrado destacar al disidente Juan Guaidó como “presidente interino” y se apresta a servir como quintacolumna de una inminente agresión militar, que tendría lugar al menos desde dos diferentes direcciones: al oeste procedería de Colombia –país miembro de la OTAN—y al surponiente desde Brasil, país gobernado hoy por un régimen neofascista.
Al mando de la operación estaría el siniestro Comando Sur de las Fuerzas Armadas de USA, con base en Panamá. De hecho, el gobierno bolivariano ya ha cerrado sus puertos del Caribe así como las fronteras de Colombia y Brasil, países desde donde provendría la agresión.
Pero como han señalado algunas voces, la resistencia del ejército venezolano sería muy dura de vencer. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) cuenta con tropas bien entrenadas, de alto espíritu de combate y con fuerte apoyo de una artillería antiaérea abastecida por los rusos, que sin duda causaría muchas bajas a los atacantes. Además, hay centenares de miles de voluntarios organizados en diversas brigadas, lo cual haría de una ocupación extranjera una empresa muy difícil, incluso aunque lograra una victoria inicial.
LAS FUERZAS EN CONFLICTO
Venezuela cuenta con el apoyo de Rusia y China. Del primero, porque en el tablero mundial hay un enfrentamiento que mucho se parece a la guerra fría que sostuvieron la extinta Unión Soviética y USA en la arena mundial, hasta la década de los noventa del siglo pasado.
China, por su parte, gran potencia económica, ha realizado cuantiosas inversiones en Venezuela, que se elevan a la fecha hasta un monto de unos 65 mil millones de dólares, sobre todo en infraestructura y en actividades extractivas.
Es evidente que hay una alianza estrecha entre la primera potencia militar –Rusia- con el país que tiene la economía con más rápida expansión en el mundo, como es China. Así es que, primero, habría que ver hasta donde le alcanzan las fuerzas a Trump para seguir empujando a Maduro hacia el derrocamiento, y en caso de que fuera necesaria una intervención militar, cuáles serían los resultados, porque un conflicto prolongado sería insostenible y no convendría a los intereses de nadie.
Estamos pues, en pleno desarrollo de un conflicto político-militar entre una gran potencia mundial y un pequeño país caribeño, que a su vez cuenta con el apoyo de dos grandes potencias a las que no les interesa, por motivos geopolíticos, una derrota ni una retirada deshonrosa.
Donald Trump, como tahúr de alta escuela, está tensando la cuerda de la negociación para conseguir las mayores concesiones posibles. Y estas no pueden ser otras que el acceso a las inagotables reservas del petróleo venezolano, superiores a las de Arabia Saudita, y ubicadas en el Caribe –una especie de lago interior para USA—completamente accesibles y muy cercanas para un país hambriento de petróleo y que consume una cantidad creciente de combustibles derivados del hidrocarburo.
Sería, por otro lado, la segunda guerra regional que se combatiría en el mundo multipolar. La primera fue en Siria, con magros resultados para la potencia norteamericana, la cual ya arrastra varios conflictos bélicos que no le han sido favorables –Irak. Afganistán, etc.-.
La situación político-militar en la región caribeña es como un polvorín que en cualquier momento puede estallar, con resultados imprevisibles, atizada por el intervencionismo de Donald Trump.
Mike Pompeo, secretario de estado de USA, ha declarado que “además de una crisis humanitaria, esta es nuestra región. Tenemos intereses de seguridad también. No queremos que exista un estado títere cubano en Venezuela”.
Solo que estamos en el siglo XXI, muy lejano en el tiempo respecto de la Doctrina Monroe. Hoy existe un mundo multipolar, encabezado por grandes potencias que, en conjunto, superan con mucho la fuerza y la capacidad de USA, que ha dejado de ser la potencia dominante en un mundo unipolar que ya no existe desde hasta hace varios años.
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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