J. Rigoberto Lorence
Con dos gubernaturas ganadas –Puebla y Baja California– y el congreso de Quintana Roo bajo su control, la coalición encabezada por Morena se alzó con la victoria en las pasadas elecciones intermedias, en las cuales privó el abstencionismo y la falta de interés de los ciudadanos en los diversos procesos.
Para el PRI fue una derrota aplastante. Solo consiguió el triunfo en unos cuantos municipios y algunas diputaciones de mayoría en las 6 entidades donde se realizaron los comicios. En cambio, el PAN consiguió algunos resultados positivos en Aguascalientes, Tamaulipas y Durango, que en algo pueden mitigar la tremenda pérdida de las gubernaturas, en especial la de Baja California, donde tenía 30 años de gobernar, desde el histórico triunfo de Ernesto Ruffo Appel en 1989.
En estas elecciones, en Baja California el PAN perdió todo. La gubernatura, los 5 municipios y las 17 diputaciones locales a manos de Morena. Además, su votación fue muy baja. El candidato a gobernador solo consiguió 175 mil votos, en tanto el anterior mandatario panista, Kiko Vega, había obtenido más de 442 mil votos en 2013. Una pérdida de más de 262 mil sufragios.
Otro tanto le ocurrió en Puebla, donde el candidato Enrique Cárdenas apenas obtuvo 414 mil votos, en una elección donde Martha Erika Alonso había logrado en 2018 más de 1 millón 153 mil sufragios, con todo y AMLO en las boletas. En esta entidad, los panistas perdieron más de 700 mil votos. Es decir, se derrumbaron.
La participación ciudadana fue muy escasa. Esto se explica, en parte, por los candidatos del partido vencedor, Morena, que consiguieron poca adhesión de los ciudadanos. Pero también porque los electores siguen viendo con desconfianza a los partidos tradicionales, como en el caso del PRI, cuyos resultados lo acercan a la extinción. Fue patético el análisis de Claudia Ruiz Massieu, tratando de presentar la debacle como algo positivo, porque finalmente –dijo-– aunque estamos en el piso no perdimos el registro.
El PAN conservó sus cifras en Aguascalientes, Durango y Tamaulipas. En la primera entidad, el partido blanquiazul obtuvo 5 municipios, el PVEM 2, el PRI 1 al igual que el PT. El partido blanquiazul se mantiene como primera fuerza política estatal.
Lo mismo ocurrió en Durango, donde el PAN ganó la capital y otros 17 municipios, de los cuales 16 fue en alianza con el PRD. El PRI obtuvo otros 16, en tanto Morena ganó apenas dos, y el PT, MC y PD solo ganaron 1. Los municipios ganados por Morena fueron Lerdo y Gómez Palacio, que junto con Torreón –municipio del vecino estado de Coahuila- integran la región lagunera.
En Tamaulipas el escenario político también se pintó de azul. Ganó 21 de los 22 distritos de mayoría y Morena el restante. Aquí, más que un triunfo del PAN los analistas remarcan que fue el gobernador García Cabeza de Vaca quien operó el proceso.
Finalmente, en Quintana Roo Morena obtuvo 11 de 15 diputados locales, mientras el PAN ganó en 3 y el PRI solo en 1. Los candidatos impulsados por el gobernador fueron derrotados, al contrario de lo que sucedió en Aguascalientes, Durango y Tamaulipas, donde los mandatarios estatales lograron sacar adelante las campañas.
El signo principal de este proceso fue la abstención generalizada. Ninguna campaña logró prender entre los ciudadanos. Todos los partidos contendientes fueron afectados, incluyendo Morena, que vio descender fuertemente su caudal con relación a los resultados de 2018.
Según análisis de Alejandro Rojas Díaz-Durán, disidente de Morena y miembro del grupo de Ricardo Monreal, Morena perdió casi 3 millones de votos con relación a los resultados de las elecciones federales de 2018 en esas mismas entidades.
Según el dirigente, en 2018 Morena obtuvo 4 millones 511 mil 536 votos, mientras en 2019 solo consiguió 1 millón 567 mil 28 sufragios, para una pérdida bruta de 2 millones 944 mil 508 electores. Este resultado arroja una pérdida de cerca de las dos terceras partes del caudal de ese partido en la elección del año pasado. Aún así, venció a sus oponentes con cierta facilidad.
En descargo de Morena, se puede afirmar que en las elecciones intermedias hay casi siempre una menor participación de los ciudadanos. En las elecciones del 2018 participó el 62 por ciento de los electores, es decir, más o menos el doble de los que participaron en 2019. Por lo tanto –con base en un análisis de la participación– la pérdida del caudal electoral de Morena en estas entidades se puede calcular en 1 millón y medio de votos.
Esa es la razón por la que el PAN pudo reposicionarse en Aguascalientes, Durango y Tamaulipas. Marko Cortés, ni tardo ni perezoso, presentó sus cuentas alegres. Pero debe quedar claro que su retroceso es general a nivel nacional, solo superado por la caída vertical de su hermano dinosáurico, el PRI.
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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