Por: Gerardo Fernández Casanova
A casi un mes de las elecciones, la propaganda electoral es abrumadora por su exagerada presencia y no deja de ser anodina y carente de contenidos. Si las elecciones fueran el día de hoy no sabría por quién votar. Los anuncios espectaculares se siguen uno tras otro, unos más que otros, pero todos mostrando el rostro de los y las candidatas, sin mayor mensaje. Todos aparecen sonrientes y me dejan con enormes dudas. ¿De qué se ríen? Puede ser una sonrisa triunfal como de que ¡Ya la hicimos compadre! O de que sus penas, queridos electores, me valen madre. O de simple estupidez porque ni idea tengo de lo que significa la responsabilidad de un cargo de elección. ¡Vaya usted a saber! La cosa es que su risa no me convence de nada.
También abruma la propaganda de culo de camión; todos igual de sonrientes, pero en la mayoría de los casos debidamente aderezados con la picardía ciudadana que le pinta bigotes a las candidatas o le tira dientes a los varones; se vale cualquier enmienda gráfica que ayude a ridiculizar al aspirante, representante popular o a ejecutivo estatal o municipal; aparecen anticipadamente enlodados, aún antes de ganar la elección y rendir protesta, a partir de lo cual el fango será su ambiente favorito.
Ahora se está poniendo de moda el uso de apócopes para tratar de hacer más generosa la imagen del pretenso: entre Tonys y Teres, junto con Manolos y Pepes, más pareciera invitación a fiesta de quince años que contienda por el poder. Algo ha de tener que ver la procuraduría de justicia que no puede nombrar a un delincuente sin su correspondiente alias, al grado de que delincuente sin alias es como un huevo frito sin sal o un anticipo de su inocencia. Es el colmo que el instituto electoral de Yucatán emitió un acuerdo por el cual, en la boleta, podrán escribirse los nombres de los candidatos acompañados de sus respectivos alias, como por ejemplo: Juan Pérez a) el Cachuchas; o José López a) el Patillas. ¿Por quién vas a votar? Pos por el merito Poquianchis.
Pero lo mejor de la cosecha son los promocionales de la televisión. El PRI usa el eslogan: “Trabajamos por lo que más quieres” después de aducir que “ahora el Internet es más barato” o “las llamadas de larga distancia se cobran como locales” o “ya nos dijeron que la luz será más barata” o “ya no van a subir el gas” y que “con las reformas habrá más empleo”. Me pregunto si esas son las cosas que más queremos los mexicanos; más que la justicia y la paz, o más que la honestidad de funcionarios o tantas otras necesidades insatisfechas. Junto con estos “enormes logros” de la administración priísta, van las respuestas a los ataques del PAN, con la exhibición de la presa que se mandó construir en su rancho el gobernador de Sonora, o la aseveración de que el PAN no pudo concretar ninguna reforma estructural en doce años, como si tales reformas fueran anheladas por la población mayoritaria.
El PAN, por su parte, no canta mal las rancheras. Apenas a dos años de que perdieron la presidencia, se atreven a decir que el país va de mal en peor, como si ellos las hubieran dejado en buen estado. Tunden con singular alegría, no carentes de razón, a los priístas corruptos y hasta el pobre Peña se lleva su raspada. Con cinismo rayano en burla ofrecen una trilogía mágica: 1) Subir los salarios, 2) Bajar los impuestos y 3) Fortalecer el mercado interno. Fueron ellos los que votaron la reforma laboral para, precisamente, castigar el ingreso de los trabajadores; los que inventaron impuestos como el IETU y los que redujeron a su mínima expresión la capacidad de consumo de los mexicanos. Rubrican sus discursos con un “Sí se puede ¿A poco no?” lo que me hace decir ¡Que poca…! ¿No?
El PRD se exhibe como el autor de las políticas establecidas por López Obrador en la Ciudad de México, obviamente sin hacer mención a que el tal López Obrador ya no milita en ese partido, precisamente por la traición de lo Chuchos a las políticas que ahora presumen como propias. Fuera de su mendacidad, el mensaje promocional es aceptable aunque en la imagen, al decir el protagonista que hace falta dar un giro, lo hace a su derecha. A lo mejor esa es la confirmación de su pacto con la derecha o, si no es así, resulta una pifia de los autores y peor aún de los que lo tendrían que haber revisado, seguramente el propio Carlos Navarrete.
La palma se la lleva el Verde por tramposo y mentiroso, además de excesivo. “El Verde sí cumple” reza su propaganda y lo ilustra con logros tales como la aberrante prohibición del empleo de animales en los circos; o “si en tu clínica no te atienden, el Verde logró que te cambien de clínica”, conste: no que te atiendan como debe de ser, sino que te cambien de clínica como si las hubiera en cada esquina. Viola la ley y le castigan con multas; la vuelve a violar y se pasa por las tumbas etruscas todas las multas, al fin que al aumentar su votación podrá pagarlas y salir ganando. Me sumé al reclamo ciudadano que pide la cancelación del registro y la patente familiar.
Nueva Alianza es turquesa y Movimiento Ciudadano es naranja. No les da para más su plataforma ideológica. De los nuevos, Encuentro Social y el Humanista ni sus luces. Salvo un chistorete de Héctor Suárez, por el primero, no se puede saber de qué se trata su postulado.
MORENA apuesta todo su proyecto a la figura de Andrés Manuel López Obrador, quien es el que se presenta y pide el voto por sus candidatos, aunque hasta ahora no ha formulado ninguna propuesta; ni siquiera ha repetido la fórmula del Proyecto Alternativo de Nación. Teniendo mucho para ganar se está quedando corto y, hasta ahora, sin mensaje. Sigo esperando que formule un compromiso explícito de sus candidatos para impulsar leyes de reducción de salarios a los funcionarios, principalmente a los diputados, y a destinar la mitad de lo que inicialmente percibirán a un fondo de inversiones sociales, mientras se aprueba la reducción por ley.
Creo que, más que promover la anulación del voto, se debe exigir claridad de compromisos a los candidatos.
gerdez777@gmail.com
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