Juan Aurelio Grullón
Ciudad de México, 15 de noviembre 2023
En la noche del 24 al 25 de octubre, la Ciudad de Acapulco y su zona de conurbada, de aproximadamente un millón de habitantes, fue impactada con gran puntería por el huracán Otis, cuyas marcas de velocidad con la que llego a las costas, la categoría más alta 5, y vientos mayores a los 270 kms/h lo convierten en un ciclón campeón olímpico: Citius, Altius, Fortius.
Acapulco ha sido por más de 70 años el puerto turístico más representativo de México, nunca había enfrentado un fenómeno meteorológico de esta magnitud, digno representante del Realismo Magicano. Su paso ha dejado al descubierto carencias de la población, del gobierno y de sectores estratégicos de la iniciativa privada, que han provocada la perdida de aproximadamente 100 vidas humanas entre muertos y desaparecidos.
De su población, sabemos que no se encontraba prevenida para sobrellevar la calamidad. El 80 por ciento de ella se considera pobre, reflejando que el desarrollo turístico no necesariamente distribuye los ingresos, y que más bien profundiza las desigualdades. Hubo personas cuyas viviendas no fueron preparadas para enfrentar los fuertes vientos y prefirieron pasar el huracán en sus carros.
Además, ante el caos de los primeros días posteriores, la población opto por saquear todo tipo de comercios, incluso aquellos que no se dedican a la venta de alimentos. Ante la falta de actividad económica de los próximos meses se ha declarado una emergencia alimentaria, por lo que una prioridad de los esfuerzos de recuperación será proveer de canastas básicas a las colonias populares.
Por parte de las autoridades gubernamentales, el primer reclamo que les podemos hacer es su falta de monitoreo de los fenómenos meteorológicos, si bien el huracán Otis tuvo características que no se presentan en décadas, en lo que se refiere a la velocidad con que aumento de tormenta a huracán categoría 5 en menos de 24 horas; que horas antes cambio ligeramente el rumbo para tocar tierra precisamente en Acapulco; y que adelanto su llegada por unas horas.
El desconocimiento de las autoridades estatales sobre la inminencia del impacto de Otis se evidencia por la celebración de una cena de inauguración de un congreso de minería en la que el 24 de octubre en la noche estaban presentes dos secretarios de estado. Los presentes se enteraron de la cercanía del desastre por mensajes que llegaban a sus celulares.
Además, horas antes el comandante de la Base Naval del Puerto, autoriza a las marinas privadas trasladar las embarcaciones a sus instalaciones para protegerlas. Ante la cercanía y la fuerza de los vientos lo prudente era subir las embarcaciones a tierra donde estuvieran. El error ha costado la mayor parte de los desaparecidos hasta el momento, pues las tripulaciones de esas embarcaciones, que eran trasladadas, naufragaron.
Al día siguiente del desastre, el presidente de México decide trasladarse a Acapulco por tierra. Resultando en una nueva escena del Realismo Magicano, al quedar atorado en las carreteras enlodadas. Al llegar el mandatario, finalmente a Acapulco, en una austera camioneta de un profesor que se ofreció a llevarlo después de caminar un tramo, solo alcanzo a tomarse las fotos de rigor político para esos casos. Para regresar de inmediato a la Ciudad de México, donde encontró el ojo del huracán político de Otis.
La oposición carroñera, que durante décadas que gobernaron no se había ocupado de la carente población pobre de Acapulco, ahora exige irreales cantidades de recursos públicos para la recuperación del centro turístico, quizás de sus departamentos de fines de semana y hoteles compartidos.
El gobierno federal anunció un plan de rescate de 61,000 millones de pesos y que completara las obras públicas y programas para el 24 de diciembre de este año. Claro, que se refiere a la recuperación de la infraestructura pública y de la emergencia alimentaria. Al parecer, la fecha mencionada anteriormente propicio que sectores privados y políticos empezaran a escribir su carta a Santa Claus, porque ahora piden que les rescaten hasta sus yates hundidos.
En la discusión del Presupuesto de la Federación del año 2024, los diputados de oposición pedían recursos por 400,000 millones de pesos para la recuperación de Acapulco. La mayoría oficialista, no aprobó recursos etiquetados con ese fin, los apoyos se darán a discreción. Ya se verán los estragos electorales de Otis.
Del sector privado, hay cuatro sectores que merecen un reclamo inmediato sobre su proceder en la prevención de desastres:
Los medios de comunicación, sobre todo radio y televisión que tienen concesiones púbicas para proveer un servicio de comunicación, que incluye informes sobre las condiciones meteorológicas. Diario tienen secciones en sus noticieros sobre pronósticos del clima.
Contratan personal con buena dicción, que se arreglan la vestimenta para agradar al público, que nos leen lo que ya aparece en la pantalla. Deberían tener conocimiento de las fuentes de información para fenómenos naturales, como el Centro Nacional de Huracanes de USA, que proporcionan datos casi en tiempo real. Fallaron a la hora critica. Si bien la responsabilidad principal es del gobierno, ellos pudieron avisar a la población con algunas horas más de anticipación sobre los cambios que fue presentando Otis durante el día 24 de octubre.
Por otra parte, las empresas directamente relacionadas con el turismo, como los hoteles y líneas aéreas, deben tener personal monitoreando la información relativa a las condiciones del clima, que es gratuita y actualizada constantemente en páginas de internet y aplicaciones. Lo anterior, para informar a sus clientes sobre las condiciones y medidas de seguridad extraordinarias que se deben tomar ante estos fenómenos-naturales.
Por último, dentro del sector privado se encuentran las empresas constructoras de los hoteles y departamentos turísticos. La calidad de las instalaciones y su diseño no son propicios para una ciudad costera. Las imágenes de torres de más de 20 pisos, sin paredes, sin ventanas y sin barandales indican que no han utilizado material adecuado. Por ejemplo, muros de tabla de roca en paredes exteriores no soportaron la fuerza del viento.
Para concluir, será necesario revisar los protocolos públicos y privados de prevención para reducir los efectos catastróficos de un fenómeno que de acuerdo con los expertos en el tema será ahora más probables. Los seguros serán más necesarios y caros. Para la recuperación, deberán capacitar a la población local en procesos construcción para compensar la falta de empleos turísticos. Como es común en estos casos, la reconstrucción se deberá acompañar de un proceso de modernización de infraestructura, lo cual es una oportunidad dentro de la tragedia.
Mtro. Juan Aurelio Grullón
Mtro. Juan Aurelio Grullón S.
Lic. en Economía (Mejor promedio de su generación); Becado y Egresado de la Maestría de Economía de El Colmex; y Maestría en Administración. Diplomado en Análisis y Evaluación Financiera por el Tec de Monterrey.
Ha laborado en el Banco de México (1993-1996) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (2010-2015). Actualmente es docente.
Ha sido tres veces campeón de tenis.
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