J. Rigoberto Lorence
De acuerdo con las últimas cifras disponibles, las remesas de los mexicanos que trabajan en el extranjero, principalmente en USA, se han convertido en 2019 en la principal fuente de ingresos de divisas al país, después del petróleo, y por lo mismo, en un factor de estabilidad de la economía nacional en su conjunto.
De este modo, los mexicanos que trabajan en USA –mayoría de quienes envían las remesas—cubren varios huecos de nuestra sociedad, pues además de aportar dólares que ayudan a mantener el valor del peso, constituyen un apoyo invaluable para la economía de cientos de miles de familias en el país.
En 2018, dichas remesas se elevaron a 33 mil 480 millones de dólares (unos 700 mil millones de pesos) lo cual constituye un aumento del 10 por ciento de lo enviado en 2017. Y la tendencia sigue al alza, porque la emigración mexicana continúa.
Los ingresos por concepto de turismo ese mismo año fueron del orden de los 22 mil millones de dólares, en tanto el crimen organizado pudo lavar unos 25 mil millones de billetes verdes.
Por cierto: hay que destacar que los ingresos brutos de los criminales fueron 10 veces mayores, pero solo el 10 por ciento pudieron lavarlo en las diversas empresas que ellos mismos han construido al efecto, como hoteles, restaurantes, hipódromos, casas de juego, etc.
Por lo tanto, solo los ingresos por concepto de exportación de petróleo superan a las remesas, por lo que, en este sentido, la economía y las finanzas públicas del país se han despetrolizado, es decir, dependen menos de los ingresos por este concepto.
Hay decenas de miles de mexicanos trabajando en el extranjero, la mayoría en USA. Miles de ellos tienen estudios superiores, y han sido forjados en las instituciones de educación pública de México. Pero si bien el país tiene capacidad de formar estos científicos y técnicos, la economía mexicana carece de la capacidad de retenerlos, porque no les puede dar empleo bien remunerado ni incorporarlos a programas de desarrollo científico y tecnológico.
Básicamente, en México no hay presupuesto suficiente para crear instituciones que puedan retener estos talentos y usar sus conocimientos para la mejora del país. Por lo mismo, eligen otro destino y ponen sus habilidades al servicio de otras economías, más organizadas y con mayor capacidad de aprovechar los avances generados por sus investigaciones.
De hecho, el trabajador mexicano en el extranjero ya no tiene el perfil clásico del espalda mojada: campesino sin tierra o habitante de las ciudades que emigra por falta de empleo. Hoy, los trabajadores migrantes mexicanos en general tienen alto nivel de escolaridad, y se han consolidado como líderes en las diversas empresas a las cuales prestan sus servicios.
En México, por contraste, tenemos miles de profesionistas y técnicos que sobreviven vendiendo libros, o manejando taxis, o con negocios en la economía informal. Se requiere, por lo tanto, encontrarles un lugar en las diversas ramas de la economía: industria, comercio y servicios.
rigoberto421224@hotmail.com
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
Dejar una contestacion