Por Iván Ureña
Antecedentes
El Aeropuerto Benito Juárez de la CDMX lleva años rebasado. Desde hace décadas se han estado buscado alternativas, incluyendo al primer gobierno federal panista, que ante las protestas de los pobladores de Atenco agachó la cerviz. Naturalmente el problema se agudizó, ante lo impostergable, la administración de EPN le entró al asunto, claro, con su sello personal.
Los señalamientos
En contra de la obra: es demasiado cara; los contratos amañados se habían asignado con sobreprecio; el grupo de Peña, abusando de información privilegiada, había comprado los terrenos aledaños al aeropuerto a precios de ganga y ahora obtendrían ganancias extraordinarias; habría un daño ecológico al lago de Texcoco, morirían aves; las pistas no iban a resistir porque estaban construidas sobre el lodo del lago y, si lo hacían, sería a un costo de mantenimiento demasiado elevado; los trabajos llevaban un retraso; el presupuesto original, de por sí excesivo, se incrementó de 169 mil millones de pesos hasta los 242 mil millones y podría llegar hasta los 356 mil millones: una obra para robar.
En favor de la obra: es imprescindible para promover el turismo, será el detonador de miles de empleos –46 mil temporales durante la construcción y ya en operación hasta 450 mil permanentes–; la zona, ahora un cinturón de pobreza, se convertiría de clase media; ubicaría a México como un competidor formidable, sería un Hub para redistribuir los flujos turísticos no sólo en el altiplano sino al resto del país; generando un efecto positivo en cascada a nivel nacional.
Promesas de AMLO
Si ganaba, se comprometió a cancelarla porque era una obra plagada de corrupción, con sobreprecios, en beneficio de una minoría rapaz; además, decía que era mentira que la cancelación de Texcoco costara 120 mil millones de pesos: en cambio se habilitaría la base militar de Santa Lucía, a un costo mucho menor, habría un ahorro de 100 mil millones de pesos.
En resumen, cada bando decía tener estudios que avalaban sus decires; generalmente las empresas y expertos más reputados se decantaban por Texcoco; pero aunque eran los menos, no era posible descartar los que avalaban a AMLO y su grupo. Para los no expertos, pero con genuino ánimo de conocimiento, no era posible llegar a una conclusión en un tema tan peliagudo, sobre todo habiendo posiciones claramente encontradas, ambas partes arrogándose la verdad con base en estudios supuestamente serios.
Los hechos
La Academia de Ingeniería de México, que agrupa a los ingenieros más destacados, aceptó la invitación de Andrés Manuel para elaborar un análisis técnico de las dos opciones. Reunieron expertos en: aeronáutica, geotécnia, hidráulica, ambiental, estructuras, sistemas, energía, telecomunicaciones y gerencia de proyectos. El panel concluyó lo siguiente.
La opción de Santa Lucía está en una etapa conceptual, con muy poca información disponible, incluyendo los de índole aeronáutica, por tanto es poco atractiva y de muy alto riesgo para el país, en cuanto a costo, tiempo y desempeño. Por otra parte debe considerarse que Santa Lucía también está asentado sobre los lagos de Xaltenco y Zumpango que fueron secados. En consecuencia, la energía y esfuerzo de los mexicanos estarían mejor aprovechados en asegurar que el proyecto Texcoco sea operado en el menor tiempo y al menor costo posibles, manteniendo los estándares de calidad que aseguren su operación como un Hub de alto desempeño.
Adicionalmente
La consulta que se realizó, para conocer la opinión de la población, se desmorona ante la más elemental objetividad, es una consulta manchada, las boletas no eran foliadas, no hubo tinta indeleble, una misma persona podía votar varias veces, se instalaron poco más de mil mesas de votación en sólo 538 municipios, menos del 20 por ciento del total. En Veracruz se instalaron 97 casillas; en la Ciudad de México 79, en Chiapas 75, Guanajuato 44 mismo número que en Jalisco y Nuevo León 43, un criterio totalmente sesgado. La ciudad de México tiene más población que Veracruz y tuvo menos casillas, ridículamente casi las misma que Chiapas, el cual por cierto tuvo más casillas que Guanajuato, Jalisco o Nuevo León, cuando estos estados tienen más población que Chiapas.
Si Peña Nieto hubiese hecho un ejercicio para elegir al presidente de la República, con únicamente ese número de casillas, pero colocadas estratégicamente para obtener determinado resultado, seguramente AMLO y sus seguidores hubieran puesto el grito en el cielo y con sobrada razón, sería una tomada de pelo y se debería señalar; sin importar si es un priista, panista o morenista, cuando una consulta está manchada, hay que decirlo y punto.
Se prometió que se haría tanto la consulta como una encuesta, sobre esta última ya ni se habla. Llama la atención que cuatro encuestas indican que la mayoría de la población prefiere continuar con Texcoco. Esas mismas casas encuestadoras, en su oportunidad pronosticaron que la mayoría iba a votar por AMLO para la presidencia.
Asimismo la justificación de la consulta era: La construcción, rehabilitación y mantenimiento de infraestructura aeroportuaria puede representar una carga presupuestal muy importante. No se sostiene, ya que hubo un ofrecimiento de Carlos Slim –que por cierto, en este espacio hemos sido particularmente críticos con sus prácticas oligopólicas– , él junto con otros empresarios terminaría la obra sin costo extra para el gobierno federal, incluso AMLO como candidato se pronunció que si se realizaba con recursos privados no se opondría, cosa que no está cumpliendo. Sencillamente en ese contexto, mientras Texcoco implica no desembolsar peso alguno por parte del gobierno federal, por el contrario, Santa Lucía no sólo consumirá recursos públicos sino que además hay que pagar los costos de la cancelación de las obras ya realizadas en Texcoco.
En conclusión: porque la consulta no respondió a criterios técnicos ni estadísticos, porque además varias encuestas independientes indican que realmente la población en general quiere continuar con Texcoco, porque el estudio realizado por la Academia de Ingeniería de México es categórico: “la energía y esfuerzo de los mexicanos estarían mejor aprovechados en asegurar que el proyecto Texcoco sea operativo en el menor tiempo y al menor costo posibles”, porque la cancelación va a costar aproximadamente 120 mil millones de pesos y no se tiene todo ese dinero disponible. Por otra parte, hay una propuesta de los empresarios en la que no costaría ningún centavo adicional del gobierno federal continuar con Texcoco, permitiendo generar cientos de miles de empleos; mientras que en el extremo opuesto Santa Lucía no genera tanto empleo y en cambio sí absorberá recursos, como mínimo 48 mil millones de pesos y hasta un máximo de 173 mil millones de pesos; por todo lo anterior, en el contexto actual, es un error de política pública cancelar Texcoco.
AMLO no debe confundir: 30 millones de votos le dieron el triunfo en la elección presidencial, pero ello no le autoriza a realizar votaciones amañadas y mucho menos esperar que lo que era moralmente despreciable con los del PRI a él se le aplauda.
ivanure@hotmail.com
Premio Nacional de Periodismo 2017. Premio Estatal de Periodismo Morelos 2012, empresario y maestro en Economía por el ITAM. Funcionario en Banobras, Hacienda y Secofi.
Dejar una contestacion