Los defensores de la democracia

 

 

Gerardo Fernández Casanova

Este miércoles fue difundido un documento formal de un destacado grupo de intelectuales y escritores bajo el título: “Contra la deriva autoritaria y en defensa de la democracia”. Ni tardo ni perezoso el Presidente López Obrador da puntual respuesta a la declaración con un breve documento – no por breve menos demoledor- bajo el encabezado “Bendito coraje”. Es el acontecimiento formal de una confrontación política larvada durante más de veinte años; nada nuevo pues. Los principales “abajo firmantes” de la declaración llevan todo ese lapso tratando de destruir a quien ha sido llamado “mesías tropical”, “peligro para México”, “demagogo populista” y no sé cuántas linduras más, acompañadas de una enorme cantidad de millones de pesos merecedora de mejor destino. Krause, Aguilar Camín, Castañeda, llevan ya mucho tiempo medrando de su anti  lopezobradorismo con alta rentabilidad monetaria. Los hay también que se suman en calidad de “inmunidad de manada” y otros que no logro acomodar en esas categorías y que me merecen respeto, destacadamente me refiero a Gabriel Said. Bueno, pues resulta que todo ese tonelaje de intelectualidad y toda esa carretonada de billetes han sido incapaces de parar a una mayoría popular que logró alcanzar tal vigor que ya no pudo ser derrotada por el fraude electoral, y que colocó al denostado en la presidencia de la república. A esto le llamaría yo la “deriva democrática”; al fin el demos pudo ejercer su soberanía; no concibo a una intelectualidad que se declare en contra, a menos que el suyo sea un pensamiento totalitario y dictatorial, una “deriva autoritaria” contra la que se declaran.

 

En su réplica, López Obrador les da la bienvenida. Fuera máscaras y adiós a las simulaciones. Siente una gran seguridad en su férrea alianza con la mayoría popular a quien se debe y a quien sirve de manera denodada; tiene confianza en que nadie va a seguir a quienes formaron parte de un régimen que les arrebató sus recursos y sus expectativas de bienestar. Baste sacar a flote los muy frescos casos de Rosario Robles (que debe estar soltando la sopa a las mátalas callando), de Emilio Lozoya en el aire rumbo a México (ojalá no se registre un nuevo atentado aéreo), de García Luna (en calidad de jugoso limón chupado por los gringos), del tal Zerón de Lucio arrinconado en Canadá, del Mochomo dando luz (en todos los sentidos) respecto del siniestro de Ayotzinapa; todos ellos mostrando cómo una caterva de rufianes causaron el desastre en el país. Qué decían los “abajo firmantes” cuando todo eso sucedía: nada. Qué democracia defendían quienes hoy reclaman. Coincido con AMLO, dan pena ajena.

 

Pero no hay que pecar de confiados. Hay mucho cerebro y mucho dinero en la movida. Por lo pronto, han soltado una muy costosa operación para dinamitar la fuerza de las redes sociales independientes; mediante decisiones empresariales y a través de mecanismos cibernéticos, se intenta silenciar las voces que hablan por el pueblo: “tuiteros, feisbuqueros y youtuberos” son nuestros arietes por la verdad. No podemos permitir su destrucción. Todos a darles los cliques que necesitan y los apoyos monetarios también.

 

No faltarán los mercenarios que, disfrazados de pueblo, torpedeen los programas de salud y de bienestar. La buena fe que caracteriza a quienes son servidores de la nación, es muy vulnerable a la mezquindad tramposa.

 

De la prensa no hace falta más que ojearla para recibir la oleada del odio y la desinformación, especialmente la electrónica tan llena de mentiras y de concursos disuasivos y embrutecedores.

 

De las patronas que no quieren ser gobernadas por sus sirvientas y los cacerolazos en lujosas camionetas, sólo cabe esperar los desplantes racistas y clasistas que al pueblo encabronan.

 

De los golpistas asesinos nos tendremos que cuidar para desenmascararlos y reducirlos a la demencia, sin elogio alguno.

 

Pero de lo que más debemos cuidarnos es de los errores propios; de los traidores emboscados que se montaron en la ola de la transformación para medrar de ella y desvirtuarla. Hay que cuidar y atender a los muchos que, sin deberla ni temerla, quedaron atrapados entre las patas de los caballos de la barredora contra las estructuras de los privilegios y que, obviamente, se sienten lastimados por el nuevo régimen.

 

Más que nada, se requiere apoyar al Presidente López Obrador con la información veraz y con la organización de todo el pueblo, incluida la “sociedad civil” auténtica. Es mucho lo que va en juego; la verdadera democracia.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

 

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