Viene a cuento el título como paráfrasis del de la obra de Sor Juana: “Los empeños de una casa”; aunque también pudiera ser “Los enredos de una casa empeñada” o “Los empeños de una casa enredada” y, si de empeños se trata, pudiera ser “Los enredos de la casa empeñada de Peña”, que no es lo mismo que “Peña desenreda tu desempeño”. Finalmente da lo mismo; Peña está enredado con lo de la famosa Casa Blanca que, además cambia de color al antojo del inquilino o por la fuerza de los hechos que, en este caso, la convierten en la Casa Negra. Pero su enredo se extiende a la casa de todos que está más que empeñada e hipotecada con el gran capital internacional y enredada en los vericuetos de una caterva de delincuentes que se hizo del poder. Para colmo de paradojas, el de la enorme mansión de colores varios que es también inquilino de la residencia oficial de Los Pinos, vive en un mísero rincón de un corral. Peña está arrinconado y acorralado; ya no puede sostener tanto engaño y, como en la comedia de Sor Juana, una mentira lleva a otra en un enredo de nunca acabar. El sueño del avionazo también deviene en pesadilla.
De México se dice que nunca pasa nada… hasta que pasa y tal parece que ya pasó o está pasando. El costal de los agravios y las mentiras, de tanto meterle, ya se reventó; abierto como caja de Pandora, de la que salen las llamas de un incendio incontrolable. Ayotzinapa y Tlataya, aún siendo gravísimas, son sólo las chispas que lo provocaron. Los bomberazos del Procurador o de Osorio Chong y del mismo Peña, han sido tan estúpidos que sólo logran alimentar el fuego y avivarlo. Para muestra un botón: En relación a la no intervención del ejército para evitar la masacre de Ayotzinapa, Murillo Karam argumentó que los soldados solamente actúan por orden superior, lo que de inmediato llevó a la pregunta de quién dio la orden de ejecutar a los detenidos en Tlataya; se le enredó la pita y se dio por cansado; no se le puede creer. Los cansados somos nosotros ante tanta mentira, corrupción e impunidad. Cansados de tanta burla, como resulta ser el irresponsable manejo de la cosa pública; burla ante el dolor de la masacre; burla ante la pérdida de la nación.
En otra pista del mismo escenario, Ruiz Esparza el de la SCT, anunció con gran despliegue el resultado de la licitación para la construcción del Tren de Alta Velocidad de México a Querétaro, subrayando la transparencia de la decisión tomada a favor de un único concursante, un consorcio formado por la empresa china de ferrocarriles, una empresa francesa y otros socios mexicanos; fue el único postulante. Pero salió a la luz que los socios mexicanos tienen intereses imbricados con el poder: uno es cuñado de Carlos Salinas y el otro es el contratista favorito de Peña desde que era gobernador y que, por cierto, es el que aparece como dueño hipotecario de la Casa Blanca de Las Lomas, que la angelical esposa presidencial está pagando a plazos con sus propios ahorritos. Algo se enredó de más y se le dio sorpresiva suspensión a la “transparente” decisión; alguien dice que se debió a que Carmen Aristegui sacó el asunto al balcón; puede ser, aunque nunca le ha preocupado al régimen la opinión del periodismo independiente; más parece ser que la cosa pasó por embajadas que, en defensa de los intereses de sus nacionales afectados por la decisión, pusieron de rodillas al soberano Peña y lo obligaron a recular, justo en vísperas de su importante viaje a China, tan importante que no tuvo empacho en dejar el llano en llamas. Pero recula a medias y más se enreda; la suspensión haría obligada la renuncia del secretario Ruiz Esparza, sea para proteger la imagen del presidente o, mínimamente, por dignidad profesional del funcionario; al no suceder la renuncia, Peña se queda con todo el cohete en la mano (o en lugar menos digno), y ya estalló.
En el enredo de la casa la economía se enreda más. México está en movimiento – dice la propaganda gubernamental- pero no se dice que la reversa también es movimiento. La economía no sólo no despega sino que se empantana aún más; bajan los precios del petróleo y el déficit se cubre con más endeudamiento; se vislumbra un aumento en las tasas de interés del Tesoro de los Estados Unidos y la explosiva fuga de capitales golondrinos hacia el exterior. La confianza del inversionista está por los suelos y sólo los buitres apuestan al futuro de México, pero en contra. El malestar ya no sólo es cosa de jóvenes agraviados, también los empresarios protestan por una economía que no avanza y por una fiscalidad que los agrede. El discurso ya no convence a nadie; está infectado de mendacidad.
La larga y negra noche, de tan oscura, anuncia la cercanía del alba. Ojalá no tarde y todavía nos alcance país por recatar.
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