Los gendarmes mexicanos

Los gendarmes mexicanos

por José Arenas Merino

En el discurso o mensaje de su toma de posesión como presidente de México, Enrique Peña habló de la creación de un cuerpo especial para hacerse cargo de la seguridad nacional, que habría sustituir a la Policía Federal, y que permitiría devolver al ejército y a los marinos a sus cuarteles.

La primera gendarmería que se conoció fue la francesa, presumiblemente en el siglo XIII, y su función ha sido, desde entonces, mantener el orden interno. El nombre de ese cuerpo de vigilantes proviene del  término en plural gens d’armes, o ‘gente de armas’.

Precisamente gente de armas son los que hoy se conocen como ‘autodefensas’, ese grupo de pobladores de Tierra Caliente, en Michoacán, que se vieron precisados a enfrentar, solos, a los cárteles del crimen bien organizado, o dicho de otro modo, en Michoacán ya hay una gendarmería.

En ese mismo estado –y en otros- han existido antes grupos similares, dentro de la ley ya que han sido promovidos por el gobierno mismo para cumplir tareas de vigilancia y control, precisamente. Las armas se las proporcionó el propio gobierno y así también las acreditaciones y uniformes, sin pertenecer formalmente al ejército o la policía.

Hemos tenido, por sólo citar un ejemplo de estas fuerzas armadas oficiales, a la Policía Forestal, la cual desgraciadamente desapareció, pues de seguir existiendo y con el apoyo oficial respectivo –que incluye desde luego un salario-, acaso se habrían salvado miles y miles de hectáreas de bosques y selva maderable; sin embargo decisiones como esa, la de eliminar esa fuerza de control y vigilancia, se toman desde un escritorio sin considerar los efectos negativos que hoy lamentamos.

En el caso particular de Morelos, y hablando de la protección de los recursos naturales que podrían explotarse racionalmente, la tala clandestina de los árboles de la sierra del Chichinautzin, por citar sólo un caso, podría evitarse con la presencia del ejército mexicano, si en vez de otorgarles concesiones en espacios sub-urbanos para establecer extensiones de la zona militar, se les ubicara en el monte para su protección y defensa.

Los agricultores de la Zona Caliente de Michoacán se hartaron de la indolencia –y acaso de la colusión- de las llamadas autoridades, como por ejemplo de las policías municipales inoperantes, y tomaron sus armas por la fuerza para enfrentar a los malandros.

Reiteraron hasta el cansancio que su objetivo no fue en ningún momento incorporarse a la policía, pues su vida es la de la producción del campo y la comercialización de sus productos; sin embargo terminaron aceptando la propuesta del gobierno –que por cierto anunció el presidente Peña en el extranjero en una de sus múltiples giras- para registrarse y obtener así una mínima instrucción de carácter paramilitar y la autorización para portar un tipo de armas, por cierto de inferior capacidad destructiva que la que usan sus enemigos, los delincuentes que los obligaron a caer en ese esquema de autoprotección.

La pregunta –al menos una de ellas- que surge de esta acción es si habrá de mantenerse ese estado de cosas permanentemente o si, como fue anunciado públicamente, se habrá de crear y estará en operación un día la tal Gendarmería Nacional.

Michoacán no es la única entidad federativa en la que ocurren hechos violentos, resultado de la presencia y actuación de los llamados cárteles del crimen organizado. Morelos no se salva de su presencia y en su territorio se libra una constante lucha entre al menos tres de ellos por “hacerse de la plaza”; además, han diversificado sus actividades delictivas yendo más allá del narcotráfico, pues como sabemos, también extorsionan, roban, fijan cuotas por conceptos diversos y secuestran personas para cobrar rescates o para la trata y explotación sexual.

Cabe entonces cuestionar si, como en aquél estado, en este podría igualmente organizarse la autodefensa en los mismos términos que allá, es decir, que los civiles que han visto afectados sus intereses y conculcado sus derechos, se incorporen a un organismo oficial donde se les acredite y facilite el uso de armas para su autodefensa.  ¿Tendremos que llegara hasta ese punto para intentar, al menos intentar, aminorar la violencia y parar el baño de sangre?, ¿cuál es el límite de la paciencia de los morelenses?

Sobre José Arenas Merino 19 artículos
48 años de ejercer el periodismo escrito, televisivo, radiofónico y digital. Primer corresponsal de El Universal y Radio UNAM en Europa y Notimex en Europa de Este. Director fundador del primer medio en Internet en Morelos. Abogado, escritor, locutor y textoservidor. Amigo de sus amigos. Libre pensador. Piscis.

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