J. Rigoberto Lorence
La tormenta desatada en torno a los libros de texto produjo consecuencias políticas que la derecha, sin meditarlo mucho, generó con el propósito de combatir al gobierno obradorista en varios frentes, pero ha terminado por anular o llevar a un segundo plano los esfuerzos de sus aspirantes a la Presidencia de la República.
Nos explicamos: el movimiento político del gobierno de AMLO, al desatar una precampaña electoral en torno a la sucesión presidencial, lo hizo para evitar el juego sucio interno, y para convertirla en una contienda pública, que no afectara el funcionamiento administrativo del gobierno. Las campañas de los aspirantes de izquierda han funcionado como una válvula de escape para no entorpecer las labores oficiales.
La iniciativa oficial fue contrarrestada de inmediato por la derecha, lanzando una campaña similar. Pero como los medios corporativos están dominados por el prianismo, el ruido de la precampaña de la derecha tuvo mayor eco entre los sectores sociales que consumen los productos informativos de esa prensa.
Por otro lado, era inevitable la presentación de los nuevos libros de texto de manera coincidente con las campañas, ante la proximidad del inicio del nuevo ciclo escolar, a fines de agosto. En cumplimiento de su obligación constitucional como responsable de la educación pública en el país, el gobierno de AMLO dio a conocer su contenido, elaborado durante años por miles de maestros reunidos en asambleas, asesorados por expertos que manejan los conceptos de la “nueva escuela mexicana”.
La presentación de los nuevos libros de texto no tuvo otro fin que dar a conocer al público la información oportuna y adecuada. Pero la derecha comenzó el escándalo. TV Azteca de Ricardo Salinas Pliego abrió las hostilidades al rechazarla, con trompetas de alarma, y afirmar que sobre la niñez y adolescencia mexicana se cierne el peligro de infección del “virus comunista” (cualquier cosa que tal término signifique en 2023).
Continuó con la refriega Marko Cortés, dirigente del PAN, quien con piadosa indignación invocó el espíritu cristero y pronunció imprecaciones neonazis convocando a destruir páginas de esos libros; culminaron la faena varios gobernadores –principalmente la de Chihuahua, la panista Maru Campos– al prohibir la distribución de los libros en las escuelas del estado y obtener un amparo federal para tal efecto.
Sin detenernos a analizar las consecuencias legales de tales despropósitos, podemos señalar que en términos políticos la biliosa campaña contra los libros de texto ha traído consecuencias funestas para la campaña de los aspirantes del prianismo. Buena parte del país se puso a leer los libros, a analizar sus contenidos, y millones de padres de familia preguntaron angustiados sobre las consecuencias de la nueva educación para sus hijos. Miles de preguntas y respuestas fueron intercambiadas entre padres, maestros y autoridades sobre el tema, al tiempo que el gobierno abrió un nuevo espacio vespertino en el Salón Tesorería del Palacio Nacional, para trasmitir las explicaciones de maestros, expertos y funcionarios a la población.
Al tiempo que esa maquinaria de información oficial se ponía en marcha para explicar los temas, las campañas preelectorales de ambas partes languidecían. Pero a la campaña de la izquierda no le afectó mucho, porque se basa en los contactos directos con la población, y las entrevistas con los medios ocupan un espacio complementario.
A la derecha esta situación le resulta veneno puro, porque la gente está poniendo atención en las cosas que realmente le importan, y ha dejado de seguir los lastimosos espectáculos de Santiago Creel mostrándose como un lloriqueante galán de telenovela, o de Xóchitl Gálvez cuando hace su entrada pegando brincos a una reunión de sus partidarios.
Acerca del contenido de los libros de texto: después de diversas consultas, nos queda claro que la “nueva escuela mexicana” tiene como base el concepto de otorgar el papel central a los maestros. Los libros de texto han dejado de ser una especie de Biblia o Corán intocables, que solo debían darse a conocer para iluminar los cerebros de los educandos. En lugar de ese papel, les asignó la función de convertirse en guías del proceso de aprendizaje, con objeto de que los alumnos puedan valorar su entorno social, y fomentan el conocimiento de su comunidad para apoyarla en el proceso de superación de sus problemas.
El sistema escolar sigue respetando las reglas, los fines y los programas de aprendizaje, pero éste no está destinado hoy a generar máquinas de trabajo, ni simples consumidores, sino personas críticas e informadas, capaces de tener pensamiento y criterio propio, y en general de insertarse en la comunidad donde viven (urbana o rural) como miembros de una colectividad que se ha puesto en marcha para realizar la gestión de su propio destino. El machismo se combate desde la escuela, con intercambios libres entre los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje.
La “nueva escuela mexicana” no ha sido copiada de la europea, ni de la norteamericana, sino que se basa en las tradiciones de la educación nacional. Los maestros ya no son “unos pinches delincuentes” como los llamó el junior que dirige a los prianistas, sino promotores del conocimiento científico de los alumnos, apegados a las mejores tradiciones de la educación popular y la convivencia activa con la población donde funciona cada escuela.
Por lo demás, ya los programas educativos de la SEP se han actualizado. Cada escuela funciona con cierta autonomía, y su presupuesto es manejado por un Comité de Padres de Familia, a cuya cabeza están las mujeres. Las madres de familia están recibiendo becas para que envíen a sus hijos a la escuela bien alimentados, de modo que se combata la desigualdad en el aprendizaje.
Hay que subrayar: la enorme mayoría de los estados recibirán los libros de texto y las autoridades educativas los distribuirán en las escuelas. En Chihuahua el gobierno panista se opone activamente, pero los maestros organizados del estado están exigiendo la distribución de los nuevos libros. El mejoramiento en la calidad de la nueva enseñanza escolar terminará por convencer a las personas más reacias.
Cabe destacar un aspecto muy interesante: las escuelas particulares aplican muchas de las tecnologías contenidas en los nuevos libros. Ellas tampoco producen máquinas ni consumidores, y están destinadas a formar a los nuevos dirigentes de la sociedad. La diferencia de calidad entre ambos sectores de la enseñanza –pública o privada— irá disminuyendo de manera paulatina, hasta conseguir finalmente que haya calidad semejante en ambos sectores.
Es fascinante el tema educativo, desde cualquier ángulo que se le observe.
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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