
J. Rigoberto Lorence
México ha tomado el liderazgo en la tarea de realizar la integración con los países centroamericanos en el momento que se hace más necesaria que nunca, como respuesta racional ante las difíciles condiciones que enfrentan los pequeños países de esa región.
En especial se ha vuelto incontenible la oleada de miles de migrantes, personas que llegan a nuestro país huyendo de las pavorosas condiciones de miseria, desempleo y violencia general en esos lares.
Como eslabón intermedio entre el sur atrasado y el norte opulento, México ha tomado firmemente en sus manos la conducción del proceso. Alicia Bárcenas, economista mexicana y presidenta de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) presentó en conferencia de prensa presidida por AMLO, el proyecto integral que nos enlazaría con los hermanos centroamericanos, proyecto al cual el organismo multilateral invitó a USA para que participe.
Cada vez más, para los migrantes de América Central, el sueño americano se está convirtiendo paulatinamente en el sueño mexicano. Aunque aquí los salarios son mucho más bajos que los de USA, y las condiciones de la seguridad pública se parecen a las de sus países, al menos aquí encuentran empleo y cierta oportunidad de sacar adelante proyectos personales o familiares. Cada año aumenta el número de solicitudes de asilo político de ciudadanos centroamericanos en México.
En los países del Triángulo del norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) se requieren cada año unos 362 mil empleos para dar ocupación remunerada a los jóvenes que se incorporan año con año al mercado laboral de esos países, pero solo se generan 127 mil, o sea que hay un faltante de 235 mil empleos en la región. Prácticamente, solo uno de cada tres centroamericanos, al llegar a la edad laboral, encuentra empleo en su país.
Por lo mismo, esos jóvenes tienen pocas opciones. Una de ella es la delincuencia como forma de vida. El resto trata de emigrar en busca de mejores horizontes. Y México es el país que mejores facilidades les ofrece, tanto por razones de idioma como porque aquí hay un gobierno progresista que ha comprendido el problema, y hace esfuerzos por resolverlo.
El proyecto presentado por Alicia Bárcenas hace hincapié en que se debe establecer la gestión integral del ciclo migratorio, centrado en la seguridad de las personas que se alejan de sus hogares, y no en la seguridad nacional (lo cual contradice la política de USA, que rechaza a los migrantes por razones de seguridad nacional –Homeland Security).
En materia energética, el proyecto de la CEPAL incluye el establecimiento de una terminal de gas en Puerto Cortés, Honduras, proveído por México. Y la unificación de la red eléctrica de México con toda Centroamérica; en particular, la integración de nuestra red con Guatemala requiere una inversión de 300 millones de dólares.
Asimismo, se contempla construir un sistema de comunicación por ferrocarril de 225 kilómetros, que iría de Ciudad Hidalgo, en Chiapas, hasta Puerto de la Libertad, en El Salvador. Y desde luego, el enlace de las carreteras nacionales con las de los países de la región.
Hay también programas de infraestructura regional, que incluyen la construcción de mejores instalaciones fronterizas entre los diversos países, así como desarrollo de programas turísticos y educativos.
Si a lo anterior le añadimos la inversión que México realizará en la construcción del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el ferrocarril transístmico de Coatzacoalcos a Salina Cruz, se comprende que la región sur de México y Centroamérica se convertirán en el corto plazo en emporios de actividad agrícola, comercial, industrial y turística de gran nivel. Este proyecto de integración asegurará a México un lugar predominante en el escenario centroamericano, y por lo mismo, que nuestro país vuelva a poner a América Latina en el centro de sus intereses estratégicos.
Todo el planteamiento anterior tiene sentido porque México es encabezado por un gobierno democrático, que realmente busca atender los graves problemas del país y dar una nueva perspectiva nacional.
Los gobiernos neoliberales –como los recientes de FeCal y EPN— no pudieron siquiera plantearse estos temas. La clase política ha tenido una visión muy chata, y recurría a soluciones de fuerza ante los migrantes. Solo un gobierno democrático, austero y de gran visión puede reunir hoy los recursos necesarios para realizar las inmensas inversiones que se requieren para tales programas. Como muestra del fracaso de la política neoliberal, podemos citar el Plan Puebla-Panamá (PPP) iniciativa de Vicente Fox y las zonas económicas especiales (ZEE) que nunca llegaron a funcionar.
Con estos nuevos proyectos, México les puede dar a los países centroamericanos una nueva perspectiva como naciones independientes. Solo en su integración con México, aquellos países pueden encontrar un futuro viable. Son demasiado pequeños para obtener o generar los inmensos recursos que se requieren para sacar a flote sus economías, y por lo mismo, su destino nacional.
México cumple, así, una función histórica. Al otorgar viabilidad política a esos países, se convierte en una potencia regional, que se coloca en los planos económico y político como una alternativa al modelo imperial, con la cual habrán de tratar otros grupos y bloques, en términos de igualdad y respeto.
NUESTRO REENCUENTRO CON AMERICA CENTRAL
En síntesis: los proyectos mencionados significan a mediano plazo la oportunidad de trascender las limitaciones que nos impone la geografía, creando espacios de convivencia con países hermanos, y solucionar los asuntos que nos acarrea la fragmentación impuesta desde fuera. Mientras más grande y fuerte sea el bloque que hagamos con Centroamérica, menos posibilidad tendrá el imperio de doblegarnos. La unidad hace la fuerza.
En 1821, toda Centroamérica se unió a México como un solo país, al consumarse nuestra Independencia, de acuerdo con el llamado de Agustín de Iturbide, en un movimiento apoyado por los conservadores de esos países que pretendían retener sus privilegios, amenazados por la Constitución de Cádiz.
Una vez derrocado Iturbide, en 1822, toda Centroamérica recobró su independencia, salvo Chiapas que eligió unirse a México y así lo decidió en referéndum popular de 1824, ratificado en 1842, cuando esas provincias (Soconusco y Pichucalco) decidieron formar parte del gran país que se levantaba al norte de sus fronteras.
Centroamérica se convirtió en República federal en 1830 bajo el mando de uno de sus dirigentes más preclaros, Francisco Morazán, quien gobernó la federación durante 10 años. Sin embargo, en 1840 los conservadores centroamericanos derrotaron al ejército federal conducido por Morazán, y sellaron la suerte de sus países: nacieron entonces Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, 5 países donde antes había uno solo. Un proceso que nos recuerda la balcanización hoy en boga, tan del agrado de USA y sus secuaces de la OTAN.
Hoy México recupera con ellos la visión de grandeza, en un movimiento progresista que pretende unificar las fuerzas latinoamericanas para resistir con energía, y conseguir mejores niveles de vida para su población.
En este sentido, México camina hacia la integración de América Latina, por la que tanto lucharon los líderes de la Independencia, en especial Simón Bolívar y Francisco Morazán. Hacia allá debemos encaminar nuestros pasos.

Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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