J. Rigoberto Lorence
La sociedad mexicana no esté generando actualmente el enorme problema de la migración, y sin embargo su gobierno se ve obligado a confrontarse con el de USA, como resultado de la política xenófoba y reaccionaria del millonario que hoy desgobierna en aquel país.
En realidad, hoy son más los mexicanos ilegales que regresan de USA, que la cantidad que sale a buscar mejores destinos en el país del norte. El número de mexicanos ilegales en USA fue de 7 millones en 2004, mientras en 2016 había bajado a 5.6 millones de personas en 2916. Y la tendencia sigue a la baja.
El problema migratorio se genera esencialmente en Centroamérica, en especial en los países del Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador). Sin embargo, de nada le serviría a Trump sancionar con aumento de aranceles a tales países, en primer lugar porque sus exportaciones a USA son muy pequeñas, y no tendrían ningún efecto positivo.
Por lo mismo, Trump nos toma –a México y Centroamérica– como unidad geopolítica para resolver el problema. Es claro que USA podría absorber perfectamente el impacto económico de los millones de migrantes, si se lo propusiera, pero se trata de una cuestión política, ya que el electorado trumpiano es tan cerrado, xenófobo y racista como su líder, y le cobraría a éste en las urnas cualquier falla al respecto.
Los gobiernos de Centroamérica, mientras tanto, se la llevan despacito. Incluso la emigración les favorece, porque hay naciones enteras que viven de las remesas que les envían sus emigrados en USA. Los montos de las remesas son: en 2018 los salvadoreños enviaron a sus familiares unos 5.4 miles de millones de dólares, en tanto los guatemaltecos mandaron una cantidad ligeramente inferior (5 mil 270 millones de dólares).
Por lo tanto, hacer inversiones para el crecimiento de la economía centroamericana conlleva un doble obstáculo. En Washington no le dan mucha importancia al tema, mientras a los gobernantes en Centroamérica no les apura. Para ellos la emigración de sus ciudadanos opera como válvula de escape de sus graves tensiones políticas internas.
Por ejemplo: Guatemala es el país que aporta más contingentes al éxodo. Y se ha incrementado porque a últimas fechas ha habido sequías por efecto del cambio climático, así como por el desplome de los precios del café a nivel mundial.
A raíz de diversos problemas, en Guatemala se ha derrumbado el precio del aromático, uno de sus principales productos de exportación. Por efecto de la roya –un hongo muy resistente—la producción de la libra (casi medio kilo) de café cuesta casi 2 dólares, en tanto el mercado internacional el precio es de 1.20 dólares por unidad. Esto significa una pérdida de unos 80 centavos de dólar por libra, lo cual adquiere características de catástrofe.
Como consecuencia, los guatemaltecos detenidos en USA en este año suman 211 mil personas, sin duda la mayor cantidad de personas capturadas en la frontera sur de ese país.
Una solución de fondo pudiera ser el cambio de ramo productivo. Cambiar el café por otro producto tropical: fruta, piña, etc. Pero la inversión necesaria para conseguirlo es muy grande, y pocos están dispuestos a realizarla.
Finalmente, y no menos importante, es que el solo anuncio de la presencia de la Guardia Nacional ha generado una disminución del flujo de migrantes en las carreteras de la frontera sur de México. El grueso de la emigración de personas pobres ha disminuido. Pero continúa el éxodo de los migrantes ricos –los que pueden pagarle al coyote— por los más de 50 puntos de travesía clandestina que se han establecido a lo largo de los 600 kilómetros de frontera entre Guatemala y México.
De hecho, esta frontera nunca ha estado sellada. Por México han viajado miles de migrantes centroamericanos sin que el gobierno conozca siquiera sus nombres. Las bandas de coyotes están haciendo su negocio, cobrando más caro por ayudar a pasar esa frontera.
En fin: hay una combinación de atraso, abandono y falta de incentivos para permanecer en esos países. Hay que tomar en cuenta que tanto Guatemala como El Salvador tuvieron conflictos armados en los años 70, con graves pérdidas para la población civil.
Por todas esas razones, los ciudadanos de a pie escogen la vía menos complicada para salir de la pobreza: emigrar. Sus países los expulsan y USA los rechaza. Las opciones de México son: regularizar su situación migratoria, deportar a los conflictivos y dar asilo y empleo a quienes así lo soliciten, de acuerdo con la legislación mexicana.
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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