Murió Carlos Romero Deschamps, exlíder petrolero

 

 

J. Rigoberto Lorence

Carlos Romero Deschamps, quien fuera líder del sindicato petrolero y uno de los símbolos de la corrupción gremial en el país, murió el 19 de octubre en la capital del país, sin haber pisado la cárcel y sin haber pagado su deuda con la sociedad mexicana, que hoy está implementando una intensa lucha contra la corrupción y el “charrismo” sindical.

 

El extinto líder petrolero fue un oscuro personaje del sindicalismo patronal mexicano con raíces en el viejo régimen corporativo del PRI. Fue inicialmente vendedor ambulante –que la gente conoce como “aboneros”–  para después ingresar al sindicato petrolero. Ascendió posteriormente a chofer y asistente del legendario líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, “La Quina” en su época de gloria, en los años 80 del siglo pasado. Durante la campaña electoral de 1988, por diferencias con la política del gobierno neoliberal de Miguel de la Madrid, “La Quina” se alejó del oficialismo e hizo trabajo político en favor del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, candidato opositor de la izquierda.

 

Hernández Galicia apoyó la campaña, aportó fondos y movilizó contingentes petroleros de todo el país, principalmente de la zona del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz –su feudo– para que votaran en favor del candidato de la izquierda. Una vez que llegó al poder, Carlos Salinas le cobró la factura. A principios de 1989 ordenó la realización de un montaje judicial contra el líder petrolero y lo puso tras las rejas, además de destruir su poderío. Para sustituir al líder en desgracia, después de un intervalo Salinas designó a Carlos Romero Deschamps, quien entonces ya dirigía una sección sindical. Su designación se hizo para combatir los restos del “quinismo” que aún operaban al interior del sindicato.

 

El recién fallecido líder se distinguió siempre por la corrupción de sus gestiones y su obediencia a los dictados de los gobiernos prianistas. Fue 3 veces diputado federal y 2 veces senador por el partido tricolor. Fue líder del sindicato petrolero durante 26 años en total. Cuando el PAN ganó la presidencia en el año 2000, Romero Deschamps se adaptó a las nuevas circunstancias.

 

Tomando como base las aportaciones que hacía Pemex a las arcas del sindicato petrolero, además del control que tenía sobre las cuotas sindicales, Romero Deschamps logró desviar cientos de millones de pesos hacia sus cuentas personales, así como a las de su familia. Su comportamiento y el de sus hijos siempre fue extravagante, incluyendo casonas de lujo, joyas, aviones, yates y vehículos deportivos de gran cilindraje. Era enorme el despilfarro y ostentación del líder y sus familiares.

 

Durante la campaña del año 2000 –en las que compitieron el candidato del PAN, Vicente Fox y Francisco Labastida, del PRI– Pemex aportó a través del sindicato petrolero 1 mil millones de pesos, de los cuales por lo menos la mitad fue directamente a solventar los gastos de la campaña electoral del aspirante tricolor. El Instituto Federal Electoral (IFE) logró descubrir la maniobra financiera y castigó al partido tricolor con una sanción de 1 mil millones de pesos. Este incidente estuvo a punto de costarle la pérdida del registro al viejo partido de estado. Por cierto, quien operó el fraude fue Ricardo Aldana, quien en ese momento fungía como tesorero del sindicato.

 

Sin importar el escándalo, Romero Deschamps continuó al frente del STPRM y pudo sortear posteriormente decenas de incidentes. Durante el gobierno de Peña Nieto, algunos personajes elevados trataron de eliminar su influencia, para lo cual iniciaron una intensa campaña de prensa que manejó información sobre detalles de su fortuna y su ostentosa forma de vida. Algunos articulistas llegaron a revelar que la fortuna del hoy extinto líder era superior a 1 mil millones de dólares. (Unos 22 mil millones de pesos en ese momento).

 

La carrera sindical de Romero Deschamps tuvo un final abrupto cuando, en 2021, presionado por las observaciones críticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, se vio obligado a alejarse de la secretaría general del sindicato, renunciar al control en Pemex, y por lo mismo retirarse a una especie de ostracismo.  

 

El extinto líder formó parte de una generación de líderes sindicales antidemocráticos, corruptos e impuestos desde el poder, al que sirvieron fielmente. Fue una generación que heredó el nombre y las prácticas de Jesús Díaz de León, a quien apodaban “El Charro” porque así llegaba vestido a algunas asambleas sindicales. Díaz de León fue impuesto por Miguel Alemán durante su sexenio para controlar al sindicato ferrocarrilero. Líderes que pertenecen a esa misma escuela son Francisco Hernández Juárez, dirigente eterno de los telefonistas; los miembros de la cúpula sindical de la CTM, encabezada por Carlos Aceves del Olmo, y otros líderes octogenarios que aún sobreviven en varias agrupaciones sindicales anquilosadas.

 

Hay que subrayar que una parte del equipo dirigente del sindicalismo patronal ha logrado mantenerse en el poder. En Pemex, por ejemplo, Ricardo Aldana –a quien ya hemos mencionado– fue electo en febrero de 2022 como secretario general del STPRM, por medio a una votación secreta, bajo la observación de la Secretaría del Trabajo y delegaciones sindicales de otros países.

 

En esta elección hubo una alta participación de los trabajadores petroleros, que a la fecha suman alrededor de 100 mil. Cerca del 90% de ellos acudió a votar. Ricardo Aldana, trabajador de confianza de Pemex, obtuvo casi 45 mil votos, con los cuales superó a una veintena de aspirantes que se presentó a dicha elección.

 

Este proceso fue muy vigilado y se realizó dentro de las nuevas reglas del T-MEC, que exigen –por presión de los sindicatos de USA—la realización de elecciones libres y que se reconozca a los trabajadores mexicanos el derecho a decidir, en votaciones secretas, si aceptan o rechazan los contratos colectivos de trabajo firmados por las dirigencias sindicales. 

 

La elección dentro del STPRM en 2022 es un ejemplo de la enorme resistencia de las cúpulas sindicales corruptas ante los vientos de cambio. A pesar de su enorme desprestigio, y de las numerosas denuncias en su contra, los allegados a Romero Deschamps siguen teniendo mucho poder dentro del sindicato.

 

El movimiento encabezado por AMLO ha podido vencer la resistencia de los partidos tradicionales. Ha hecho posible que la sociedad mexicana adquiera una nueva conciencia política y ha contribuido a organizar a los sectores populares. Sin embargo, no ha podido superar la férrea oposición de las poderosas cúpulas sindicales, que cuentan con abundantes recursos financieros. La verdadera democratización de la vida sindical sigue siendo una tarea pendiente de los obreros sindicalizados del país.

 

 

Sobre Rigoberto Lorence 102 artículos
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.

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