NUEVO AEROPUERTO: CORRUPCIÓN POR ADELANTADO

 

Gerardo Fernández Casanova

Todo me indica que Peña Nieto & Co. ya se convencieron de que su futuro está agotado, que la gente los rechaza y que la esperanza de un cambio verdadero toma visos de alta viabilidad de realización. Una señal entre muchas es la forma en que pretenden asegurar su tajada de negocios con el nuevo aeropuerto, ante la advertencia de López Obrador de someterlo a un análisis a fondo, tanto técnico, como financiero y legal. Parafraseando la vieja fórmula promocional de los viajes a crédito, los hampones en el gobierno dicen: corrupción ahora y a volar después. En efecto, de lo que se trata es de anticipar contratos, inversiones y pagos para no perder la oportunidad de negocio y, además, para intentar hacer irreversible la obra de manera de proteger el negocio de quienes se hicieron de las tierras colindantes y que serían beneficiarios de la especulación urbana que se produciría.

 

Además intentan que el asunto se convierta en la cáscara del plátano por la que López Obrador resbale y pierda su inalcanzable ventaja en las encuestas. Suponen equivocadamente que el electorado se interese en la discusión relativa a la terminal aérea en construcción; incluso incorporan inversiones de los fondos de pensiones para atemorizar al pueblo trabajador en la defensa de sus ahorros. Es un engaño porque, precisamente, la materia del asunto es que la inviabilidad del proyecto del gobierno actual, lo primero que pone en riesgo es justamente el dinero de los fondos de pensión. El famoso nuevo aeropuerto será un fracaso financiero que, según gente seria que sabe, obligará a un nuevo FOBAPROA con cargo a todos los mexicanos y se llevará entre las patas a las pensiones de los trabajadores.

 

No soy ni remotamente experto en la materia; sólo puedo acudir a una experiencia que me tocó en suerte vivir de manera cercana. La construcción del Lago Nabor Carrillo Flores por la Comisión del Lago de Texcoco de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, entonces bajo la Vocalía Ejecutiva del Ing. Gerardo Cruikshank.  Participé en el proyecto mediante el desalojo negociado de algunos grupos que, de buena o de mala fe, habían invadido el predio destinado al referido lago. Lo importante a relatar al respecto es la técnica de la inventiva del Dr. Nabor Carrillo Flores, de innegable prosapia intelectual, basada precisamente en las características del suelo en esa zona ex lacustre y su inevitable hundimiento. Carrillo la aprovechó para que el lago se construyera casi solo, dado que el propio peso del agua que ahí se acumulara provocaría el hundimiento y con ello la formación del vaso del lago. Fue un verdadero éxito y ahí está el lago que es visitado por millares de aves de todo tipo y, lo más importante, ahí está la rehumedificación de la zona y la eliminación de las perniciosas tolvaneras que entonces azotaban a la Ciudad de México. Conclusión: ese suelo se hunde por estar en un seno de lodo de lo que fue el Lago de Texcoco (70 metros de profundidad).

 

Además el referido lodo registra una exageradamente alta alcalinidad que irremediablemente obligará a una muy frecuente reposición de los elementos de la cimentación con un costo en extremo elevado. Todavía en los años noventa era un atractivo ver el caracol de la empresa Sosa de Texcoco S. A. que producía sosa cáustica y carbonato de sodio en gran volumen, por el simple método de la desecación solar. Después de veinte años de desaparecida la planta, aún se registran los efectos de la erosión producto de la alcalinidad.

 

Estas simples experiencias me llevan a dar crédito a lo dicho por López Obrador y su equipo encabezado por Xavier Jiménez Espriú, otro distinguido ingeniero mexicano, y con ello a exigir la detención de la masacre financiera, ecológica y social que implicará tal faraónica obra.

 

Todo lo anterior dicho con independencia de los aspectos relativos a la notoriamente gigantesca corrupción que acompaña al proyecto. De ello ha dado cuenta la Auditoría Superior de la Federación, pero más  aún el bien ganado desprestigio de Gerardo Ruiz Esparza y sus numerosas pifias (léase Socavón en el Paso Express de Cuernavaca, entre otras).

 

Urge que AMLO entre a limpiar el cochinero que estos malandrines están dejando.

 

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

 

 

 

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