Por Jorge Ikeda
Stephen Dubner, en el episodio 356 de su podcast de radio Freakonomics, da cuenta de un reporte elaborado por Katherine Gehl y Michael Porter en el que describen a Washington como una industria. En esta industria hay un duopolio que no compite. En el centro hay una gran cantidad de votantes, pero a ninguno de los partidos les interesa el centro porque representa un juego de suma cero; lo que gana uno, lo pierde el otro. No se pelean por esos votantes, se dividen el resto de los votantes, que son quienes tienen simpatías y abandonan a los del centro. Estos votantes no pueden hacer nada, más que estar enojados y votar por ellos.
La industria política, así descrita por Gehl y Porter, genera rendimientos y trabajos para ellos mismos, a quienes deberían ser sus clientelas los tratan con desdén. Es una situación que ellos comparan con una compañía de cable que tiene a sus clientes cautivos. Si en una industria no se trata bien a los clientes, vienen los competidores y se los roban. En este caso, ambos partidos políticos se han asegurado de que no haya competencia y de que no puedan entrar nuevos competidores, por lo que han alzado las barreras del entrada.
Los verdaderos clientes de los partidos políticos son la industria de la salud, de los bienes raíces, de los servicios financieros y también los sindicatos y los cabilderos. Los partidos políticos buscan maximizar sus beneficios y atender a sus verdaderos clientes. Por lo que Gehl y Porter hacen un curioso descubrimiento; la polarización no es una falla del sistema, sino una de sus características.
En el caso de México, la polarización fue la estrategia seguida por Andrés Manuel que a la postre le funcionó. Cuando el PRI, el PAN y el PRD peleaban por el centro, Andrés Manuel alentaba a los radicales. Para la elección del 2012 el PAN y el PRD buscaban aliarse, Andrés Manuel radicalizó sus posturas y dejó a los del PRD en fuera de lugar, para luego poder acusarlos de traidores. En ese sentido, Andrés Manuel le hizo un favor al PRI al sabotear la alianza entre el PAN y el PRD y permitir que Enrique Peña Nieto ganara la presidencia. En el 2018, Peña Nieto tuvo ocasión de devolverle el favor.
Maurice Duverger había dicho que los sistemas políticos competidos tendían al bipartidismo. Por una anomalía histórica en México contábamos con un sistema tripartita. Andrés Manuel se encargó de volver a la normalidad el caso de México; desfondó al PRD y polarizó al electorado para que pensaran que el PRI y el PAN eran la misma cosa, hasta ideó un término para describirlos: el PRIAN. A través de la polarización, Andrés Manuel destruyó la democracia y nos introdujo al nuevo viejo mundo en el que sólo existe el PRI y la oposición. Perdón, Morena y la oposición.
Jorge Ikeda es licenciado en relaciones internacionales por el ITAM, licenciado en derecho por la UNAM, ingeniero en desarrollo de software por la UNAD, maestro en ciencias políticas y sociales por el CIDHEM y doctor en derecho también por el CIDHEM. Es profesor de asignatura en la Universidad La Salle Cuernavaca, A.C.
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