Rigoberto Lorence
Fundado en 1929 bajo los auspicios del entonces presidente de le República Plutarco Elías Calles, el PRI nació a la vida política nacional para unificar a las numerosas fracciones de le llamada “familia revolucionaria”, bajo estrictos principios de disciplina y obediencia a la línea dictada por el jefe nato de las instituciones.
Hoy, a 90 años de su fundación, el PRI no solo ha sido marginado del poder, sino que solo conserva retazos de su antigua influencia, y se debate en una profunda crisis que lo mantiene al borde de la extinción. Ha perdido su identidad como partido, y la diáspora de sus cuadros y militantes hacia Morena le causa a diario los más fuertes estragos.
El PRI fue el sostén político de un régimen basado en la disciplina de “la línea” impuesta desde arriba para solventar todas las disputas internas. Las fuerzas vivas de la revolución en los años 30 del siglo pasado eran los sindicatos, las centrales campesinas y los altos mandos del ejército, así como las fuerzas que operaban en el mundo de la política.
En total, eran más de 200 organizaciones y partidos nacionales, regionales, estatales y hasta municipales que se disputaban el poder en cada recodo del camino. En cada elección presidencial la parte derrotada recurría al levantamiento armado, y el gobierno a la represión del mismo , por lo que no existía ninguna estabilidad que diera paso al crecimiento económico. Recordemos los levantamientos militares de De la Huerta, Escobar, Obregón, etc.
En sus inicios, el PNR (Partido Nacional Revolucionario) era una especie de federación de partidos y organizaciones que compartían el pastel del presupuesto público y los puestos de representación popular. El presidente Calles introdujo un elemento sustancial: la disciplina debía ser obedecida por todos, y el árbitro por todos aceptado era el propio Presidente de la República.
Se forjó así un instrumento político destinado a ganar elecciones, y resolver las pugnas internas de la revolución triunfante, mediante el expediente del arbitraje presidencial, obligatorio para todos. El grupo Sonora y Alvaro Obregón consiguieron finalmente la paz social mediante el recurso de la negociación política. Surgió entonces el partido de estado más longevo del mundo, más incluso que el legendario PCUS de la antigua Unión Soviética.
El primer asunto grave se presentó cuando Calles no respetó el principio de la autoridad presidencial, y tuvo que ser Lázaro Cárdenas quien recuperara ese poder, al derrotarlo y expulsarlo del país, en pijama, enviándolo con un pelotón de soldados rumbo al exilio. Se restableció el principio de la máxima autoridad presidencial en la política nacional, incluida la vida interna del PRM.
En la época de Carlos Salinas, aparecieron nuevos factores de poder: una política neoliberal–adversaria del tradicional nacionalismo revolucionario– y una nueva clase de empresarios con amplios recursos financieros, que se fueron organizando dentro y fuera del PRI hasta que consiguieron desplazarlo del poder con Vicente Fox, en el año 2000.
Al aplicar durante dos sexenios una política panista instrumentada por priístas, tanto Fox como Calderón crearon las condiciones para la aparición del PRIAN, un fenómeno nuevo en la política que revelaba claramente la identidad de intereses que ambas formaciones representaban.
Finalmente, ante la oleada de protestas populares, el hartazgo por la miseria y la inseguridad así como contra la corrupción y la impunidad, el PRIAN fue sepultado por una montaña de más de 30 millones de votos que acompañaron el ascenso de una nueva coalición de clases en su llegada al poder.
Hoy el PRI languidece, a menos de un año del desastre, actuando bajo el intenso rechazo popular, y agobiado por las deudas que lo han orillado a pedir prestado para apenas sobrevivir, no alcanza a orquestar el “pase de charola” y sus ingresos no son suficientes para cubrir sus necesidades. Incluso los gobernadores de extracción priísta se han rehusado a cooperar, y en cambio colaboran ampliamente con el nuevo sol del horizonte político nacional: el gobierno de AMLO.
Ascenso fulgurante desde la cúpula presidencial, plenitud en el dominio de la vida política nacional, y al final un ocaso que lo mantiene postrado, dividido e inerte a los pies del vencedor. Es la síntesis de la historia de un partido político que un día fue todopoderoso, y al cual hoy no le alcanzan los fondos para pagar la nómina de sus empleados. Fin de la historia…
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.
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