Gerardo Fernández Casanova
El Partido del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) celebró su IV Congreso Nacional Extraordinario el pasado 20 de noviembre en el Auditorio Nacional, bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. El evento fue el marco para la presentación del proyecto de programa de gobierno 2018 – 2024, a postular por dicho partido y sus candidatos a los diversos cargos a elegir en el próximo año, particularmente el de presidente de la República que, sin lugar a dudas, personificará López Obrador por tercera ocasión.
Es de observarse que, a diferencia de los proyectos alternativos de nación de 2006 y 2012, el que hoy se postula se acerca más a una posición de centro en el espectro de las ideologías. Desde luego se aleja de una postura anticapitalista, que nunca tuvo, y se define más pro empresarial que nunca antes. En este sentido es un proyecto pragmático diseñado para ganar la elección, a base de reducir los temores de una clase media conservadora, como es la mexicana, y un proletariado dominado por la mercadotecnia política electoral, que vende su voto y que no ha logrado un nivel suficiente de organicidad para defender sus intereses legítimos.
Me queda claro que este corrimiento es una respuesta a la realidad y que lo importante es ganar la elección y reducir los riesgos de una guerra mediática que, en tal caso, pudiera desatarse y derivar en una mayor debacle en el país. Preferiría un proyecto claramente anti capitalista y anti imperialista, pero no pasaría de ser un esfuerzo de orden testimonial, sin mayor trascendencia electoral.
El proyecto se centra en el combate a la corrupción, considerada como el mayor obstáculo en el trayecto de una regeneración nacional. Es un imperativo ético para el ejercicio del poder y para la convivencia armónica y creativa; es también un muy importante imán electoral: la sociedad está hastiada (léase: Hasta la madre) de la impunidad y el descaro del enriquecimiento ilícito e ilegal de la llamada clase política; mafia en el poder, le llama AMLO. La corrupción es la madre de todos los vicios que afectan a la república; de ahí la violencia y la inseguridad; el empobrecimiento de la mayoría y la entrega del país a los intereses extranjeros; el deterioro alarmante de la educación pública y de la salud de la población; el raquitismo de la inversión pública y privada; en fin, del desastre nacional.
En el orden económico profesa el respeto a la propiedad privada y el combate a los monopolios, pero hace énfasis en el diseño de un modelo idóneo a la realidad nacional, elaborado por y para los mexicanos, no sometido a los dictados de organismos internacionales ajenos a la realidad nacional, que no copia a nadie. El proyecto propone un estado honesto interviniendo en la economía para dinamizarla y encauzarla en el beneficio de la mayoría, principalmente para la erradicación de la pobreza. En este sentido define una política social como elemento transversal de toda la actividad pública (en una mejor expresión de “primero los pobres”). En resumen: un modelo capitalista con un estado con alto sentido social.
Se proyecta una política cultural que vaya a lo profundo de la relación de la persona con todo su entorno, humano, físico y espiritual; que privilegie las formas culturales de pueblos y barrios para que, sumados, configuren una cultura identitaria de lo nacional mexicano. En coherencia con la cultura propia, la relación de México con el mundo aspira a la recuperación del prestigio y la respetabilidad con base en la independencia y el respeto a todos los países del mundo; recuperando los principios constitucionales de la política exterior.
Aún en su pragmatismo, el proyecto ofrece una alternativa viable para acceder al gobierno y al poder, de manera de incidir afirmativamente en la regeneración nacional. Vale.
El 2018 debe ser el parteaguas de nuestra historia. Andrés Manuel López Obrador deberá ser presidente. A partir de ello el destino de México estará en nuestras manos.
gerdez777@gmail.com
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