
YO ACUSO
Armando Vargas Mora
En medio de tanta inseguridad, tanta violencia, asesinatos, robos, secuestros, del terror entre la población, con una corrupción galopante en todos sus órdenes, todo en la más completa impunidad como es del dominio público y, a falta de liderazgos originados principalmente por el mismo temor, son los sacerdotes católicos José Luis Segura Barragán y Gregorio López Gerónimo quienes levantan la voz ante las evidentes injusticias que venimos padeciendo todos los habitantes michoacanos, pero muy especialmente los de la tierra caliente del rumbo de Apatzingán.
En estas condiciones tenemos que, lo que para el gobernador Silvano Aureoles Conejo es la tierra del edén, las ciudades utópicas, bueno, casi el paraíso terrenal y de inmensa felicidad, para los Curas que se han caracterizado por ir en busca de la verdad y la defensa de los pobres, los grupos más vulnerables y socialmente más desprotegidos, es, el infierno mismo. Veamos:
Hace unos días tuve la oportunidad de platicar con el Padre José Luis Segura Barragán y sumamente preocupado por la situación tan precaria que estamos viviendo en todos los sentidos, catalogada como de muy grave, “porque desde que el gobernador Silvano Aureoles dijo que se acababa la tregua, supongo que el propio gobierno era el que estaba controlando la violencia”.
Y enseguida hace notar sobre los grupos delictivos que se han estado peleando cada vez que se encuentran, dice que un lugar que es sumamente peligroso es el que se le conoce como el “Capire o el paso del Capire”.

Y hace una denuncia pública en el sentido de que, para ese lado, los ranchos que están a la orilla del río, “que sería el alcalde, Guanajuatillo, Cueramato, Holanda, el Tepetate y las bateas” no dejan pasar alimentos. Y reitera que la violencia más grande está en el Capire, ahí en el paso del Capire, el puente de madera.
Igualmente señala que “hay una gasolinera que robaron y ya la quitaron de ahí. Allí tiraron unos muertos, los sacaron de sus casas de un rancho que se llama “el Manzo” y otro “el Mirador”, los sacaron con violencia, delante de todos y los mataron y los tiraron a una hora después ahí donde está la gasolinera, esa que robaron y que intentaron quemar y no pudieron”.
“Fui a ese ranchito que se llama paso del Capire, saliendo estaba un contingente de armados, como de avanzada, una camioneta, más de diez armados y estaban como cuando en las películas, unos de un lado y otros de otro lado del camino y apuntando con sus armas para todas partes, y nerviosos, esperando si había algún enemigo, afortunadamente el que los comandaba me permitió salir, ya más para acá para Apatzingán estaban los otros grupos, o los del otro grupo esperándolos a la orilla de la carretera, por lo tanto no se puede transitar por ese camino que lleva a muchos ranchos y no dejan pasar alimentos, ni medicinas, detienen a las personas que vienen de aquellos ranchos y las regresan. Sería muy importante que esta ola de asesinatos aquí en esta región de tierra caliente, especialmente en el municipio de Apatzingán se viera la manera de que el presidente César Chávez dé la cara y diga qué va a hacer, porque también aquí en Apatzingán frecuentemente están asesinando, no necesito describir casos, los dos muertos en donde estaba el monumento a la cultura, los de los talleres hojalateros, los del rumbo del panteón, los asados y destazados por el monumento de Lázaro Cárdenas, las mujeres también asesinadas, es decir, eso lo puede corroborar cualquier persona, en la prensa.

Dice que “también el gobernador es responsable, porque antes venía mucho a Úspero y a las colonias “Cenobio Moreno” y ya nos abandonó y dejó que los criminales estén en una guerra en donde los civiles somos los que sufrimos más, y más las personas pobres, porque en ese ranchito del “Capire”, habían 20 familias, quedaron nueve, nueve familias y de esas nueve algunas tienen un solo elemento, una persona mayor y la gente de ahí está desprotegida. Insisto en que los niños están aterrorizados y algunos hasta ya tienen alunas manifestaciones psicóticas, porque están repite y repite ciertas frases que no tienen sentido, pero como que les ayuda a desahogar la tensión de la violencia, por eso es muy importante que se sepa en todas partes la tragedia, el viacrucis, los padecimientos, las injusticias que estamos pasando los que vivimos acá en la tierra caliente del valle de Apatzingán”.
Este es pues el sentir de un Cura comprometido, preocupado y ocupado en su ministerio, que se expone a las peores circunstancias para ejercer su apostolado que no es otro que la imitación a cristo, siempre con los pobres y desprotegidos.
En contrapartida, es más que evidente la inacción gubernamental que, perversamente ve cómo se matan los diversos grupos delincuenciales que deambulen armados por todo el territorio de Silvano Aureoles.
Por su parte el Presbítero Gregorio López Gerónimo hace días me envió el siguiente escrito:

PBRO. GREGORIO LÓPEZ GERONIMO.- SER “PASTORES CON OLOR A OVEJAS”
LA MISIÓN IRRENUNCIABLE COMO SACERDOTES ES: ¡LEVANTAR LA VOZ DE PROFETAS ANTE LAS INJUSTICIAS, ASUMIENDO LOS RIESGOS QUE EL
EVANGELIO CONLLEVE!
“Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas” (Heb. 4, 15).
Nuestro silencio habla por sí sólo: ¿Somos pastores o simples asalariados? En Apatzingán en este momento están tres empresarios secuestrados y solo los familiares saben el terror que están experimentando bajo las amenazas y zozobra de los delincuentes, en lo que va del mes de Noviembre se han realizado 33 secuestros exprés, con millonarios pagos de recompensa, van más de 100 vehículos robados y 54 asesinatos, y lo peor del caso es que todo mundo sabe con nombre y apellido quiénes son los malhechores, dónde tienen su madriguera y qué servidor público los está apadrinando, porque lo hacen a plena luz del día. Pero aún con esta situación caótica, es preocupante el silencio cómplice de las autoridades en turno, tanto civiles, judiciales y religiosas. Pues el cargo que se les ha encomendado implica tener coraje y asumir todo tipo de riesgos y no amedrentarse en sus zonas de seguridad y ofrecer la indiferencia como santo remedio.
En esta coyuntura histórica, el Papa Francisco nos interpela a ser “pastores con olor a ovejas”, que implica estar en medio del pueblo de Dios, siendo voz de los sin voz, corremos el riesgo que “frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, la resignación. Una resignación que nos paraliza, una resignación que nos impide no solo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras “sacristías” y aparentes seguridades; una resignación que no solo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar, nos quita la alegría, el gozo de la alabanza, una resignación que no solo nos impide proyectar sino que nos frena para arriesgar y transformar”.
Como pastores, Dios nos ha dado dos oídos y dos ojos y solo una lengua, para ver y oír más, pero hablar menos, sin embargo, en la realidad concreta que nos toca vivir aquí y ahora, no podemos dar sólo respuestas rancias a los problemas nuevos, se requieren acciones más allá de la ortodoxia, basta ya de homilías vacías, muy creyentes, pero nada de creíbles. “El sacerdote debe acrecentar y profundizar aquella sensibilidad humana que le permite comprender las necesidades y acoger los ruegos, intuir las preguntas no expresadas, compartir las esperanzas y expectativas, las alegrías y los trabajos de la vida ordinaria; ser capaz de encontrar a todos y dialogar con todos. Sobre todo, conociendo y compartiendo, es decir, haciendo propia la experiencia humana del dolor en sus múltiples manifestaciones, desde la indigencia a la enfermedad, desde la marginación a la ignorancia, a la soledad, a las pobrezas materiales y morales, el sacerdote enriquece su propia humanidad y la hace más auténtica y transparente, en un creciente y apasionado amor al hombre” (PDV. 72).
P. Gregorio López Gerónimo.
Contador y analista político
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