YO ACUSO
Armando Vargas Mora
Leí con mucha atención la siguiente obra literaria del Maestro Alberto Vieyra Gómez, escrita apenas el mes pasado. En este trabajo incluye algunos de los más importantes pensadores que han dejado huella en la historia de la humanidad, incluyendo desde luego de forma destacada la inteligencia mexicana. Porque considero que se trata de un trazado muy importante, concienzudo, que ameritó horas y horas de estudio para brindar honor a quien honor merece, por ser un verdadero acervo cultural, a continuación me permito su transcripción íntegra, para deleite de los amantes del saber y la cultura.
CULTO A LA INTELIGENCIA
Por: Alberto Vieyra Gómez
Octubre 2017
Dedico esta modesta obra de arte a Adriana García y a todos los
jóvenes inteligentes de México y el mundo porque a ellos
corresponderá hacer la revolución de la inteligencia.
“La inteligencia no se da en maceta”, reza un sabio refrán.
Digna de veneración es la inteligencia humana, especialmente la inteligencia emocional.
Digna de tributo, también, es la inteligencia mexicana, paradigma sin par.
Los sabios mayas inventarían el “0”, y su legado es un universal.
Los geniales chinos, por el año 500 de nuestra era, inventarían la pólvora, asombrosa arma letal y mina de oro en la babélica carrera armamentista universal.
Más geniales los toltecas crearían la sagrada trinidad alimentaria mexicana de ayer y de ahora.
Hace ocho milenios cultivarían en Tehuacán, frijol, chile y maíz sin competencia global.
Veneración aparte merece Hipócrates, el genial médico en la Grecia de la antigüedad.
Aconsejaba: “Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento”.
El Quijote es uno de los 3 libros más fantásticos de la humanidad; Cervantes parió la obra literaria, hoy por hoy, más genial del momento.
Amadeus Mozart tuvo corta vida; a los 5 años compondría su primera sonata genial.
Y a los 17 concluía su portentoso legado musical, orgullo de la humanidad.
Sordo fue Beethoven, el preclaro rey de las sinfonías a nivel mundial.
“Hará hablar al mundo”, profetizaba Mozart viéndolo tocar el piano con genialidad.
Galileo Galilei derrochaba sabiduría como padre de la ciencia moderna y embajador celestial.
Con telescopio en mano juraba que los astros y la Tierra “se mueven”.
La Santa Inquisición lo condenaría a retractarse negando la existencia del oscurantismo medieval.
Perdonado tres siglos después, aceptábase que “…Y sin embargo, la Tierra se mueve”.
Fama mundial alcanzaría Sor Juana como la décima musa, paradigma de inteligencia universal.
En siete lecciones aprendió latín, lectura y escritura; su legado poético es a perpetuidad.
Teóloga mundial y con su “Hombres necios…” convertiríase en la primera feminista continental.
Moriría enclaustrada contradiciendo a la Iglesia: “¿Y por qué no, la mujer, la santísima trinidad?”.
Sor Juana devoraba libros prohibidos, cuatro mil poseía, “Para desconocer menos”, decía con humildad.
Siguiendo su ejemplo, Adriana, una niña prodigio, entró en un certamen de lectura.
Discriminada sería en una tertulia. “Vine a ganar, no a comer”, diría con dignidad.
Ganaría la gloria, porque no hubo quienes estuvieran a la altura de su estatura.
Alejandro Dumas anhelaba ser militar, pero con “Los tres mosqueteros” celebridad alcanzaría como escritor.
“Uno para todos y todos para uno”, consagraría como principio filosófico de fidelidad.
Con Macbeth, El Rey Lear y Romeo y Julieta, Shakespeare consagraríase como inigualable mentor.
Ben Jhonson decía: «Shakespeare no pertenece a una sola época sino a la eternidad».
Derrochaban inteligencia los Lumière, creadores del Cine; Nikola Tesla, padre de la energía alterna.
González Camarena, inventor de la televisión a color; Edison, de la silla eléctrica;
Hertz, inventor del radio; y tantos y tantos genios de la era moderna.
Einstein se cocinaba aparte, por encargo del imperio gringo, inventaría la bomba atómica.
Oscuro sería el México juarista sin Fernando del Paso con Las noticias del imperio.
Tampoco entenderíase sin Octavio Paz la dominación elitista en Los laberintos de la soledad.
Sin Pedro Páramo, ignorado sería el México caciquil, de la muerte y el misterio,
Tan histórica pluma no pretendía el Premio Nobel de Literatura, sólo la posteridad.
Su luminosa pluma convertiría a Julio Verne en el rey de la fantasía, y con episodios criminales, Agatha Christie coronaríase como la reina del misterio.
Nobel en América Latina sería Pablo Neruda, monstruo universal de la poesía
Igual gloria alcanzaría Gabriela Mistral y Rosario Castellanos, vacas sagradas del arte poemario.
Como polímata del renacimiento ganaría la gloria Da Vinci, con La
Gioconda, la eternidad.
Van Gogh pasaría a la historia como el misterioso pintor de la turbulencia celestial.
Con Mi vestido cuelga allá, y otras obras maestras, nuestra Frida alcanzaría la posteridad.
Diego Rivera pintó 5 kilómetros de murales y desafió a los Rockefeller del imperio.
¿Cómo ganar la eternidad? Leyendo y enterrando el miedo en una fosa muy profunda.
Porque el mundo es de los que hacen, no de los que ven hacer.
Viene la revolución de la inteligencia para que la humanidad tenga una vida fecunda.
¿Cómo combatir opios, ignorancia, fanatismo y despóticas tiranías? Sólo con las armas del saber.
Contador y analista político
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