Realidad o fantasía

Sin Censura Cuernavaca

Ligereza

 

Pedro Martínez Serrano

El gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu, se conduce con una ligereza preocupante. Algunas veces pienso que ese señor está enfermo, que no distingue la realidad de la fantasía. Lo primero, lo lacerante, lo que agravia, lo vivimos todos los morelenses; lo segundo, lo vive él, su familia y los integrantes de su gabinete.

Su familia no es molestada por nada ni por nadie. Vive cercada por un blindaje tan poderoso, que no deja pasar ni las malas noticias que, por desgracia, son las que se multiplican. No se entera, o no lo enteran, de que las ejecuciones, asesinatos, levantones, asaltos y más delitos graves, ya no perdonan ni a los cortesanos de la casa real, como el diputado José Ángel Flores Bustamante y el secretario de gobierno, Vicente Messeguer Guillén.

Ambos personajes, los principales operadores del gobierno del Estado, fueron seleccionados para exhibirlos y exhibir que la estrategia de seguridad es un a vacilada. Lo mismo a Vicente Messeguer, que a Flores Bustamante, les dejaron sobre tabiques las lujosas camionetas de cargo. Si las pandillas delincuenciales se pitorrean de ellos y los despojan, que puede esperar el ciudadano de a pie, el que no viaja rodeado de escoltas y en vehículos de blindaje de alto calado.

Lo que hoy llamó poderosamente mi atención y me hizo pensar que el gobernador ocupa con urgencia atención médica especializada para enfermos mentales, es el tratamiento que dio al tema de las ejecuciones que se registraron el fin de semana anterior, mientras él echaba campanas a vuelo y se preparaba para coronar el capricho de Elena (primera) Cepeda de León de disfrutar del concierto del tenor español Plácido Domingo.

De acuerdo al periódico El Regional, que dirige el periodista Eolo Pacheco, el señor Ramírez desdeñó el tema de la inseguridad lacerante que se vive en Morelos, al afirmar que la inseguridad no es más grave que en año anteriores.

Decían los viejos: mal de muchos, consuelo de pendejos y eso, es precisamente lo que parece que ocurre en Morelos. Aquí, en lugar de resultados, se dan justificaciones y, en lugar de asumir la responsabilidad en los temas, por difíciles que sean, se busca culpables de lo que ocurre, obvio, el único que está bien y avanza por el camino correcto, es el gobernador Ramírez y su bufonada.

Y en un ofensivo desplante de conchudez y cinismo plantea, de acuerdo a la nota de El Regional, que lo que debe prevalecer son las buenas noticias, es lo que tenemos que hacer, difundir lo bueno que tiene Morelos.

Pero no explica cómo ocultar la durísima realidad que se vive en Morelos, cómo conseguir que las malas noticias no trasciendan, para que todos veamos y vivamos en el mundo de fantasía que él ha construido en su imaginación y en el que todo está bien, todo es color de rosa. En ese mundo, todos los morelenses somos y estamos felices porque él gobierna y reconocemos, pero también aplaudimos su gusto por las bellas artes y los eventos fastuosos.

Para Graco (primero), El cuádruple homicidio en un tianguis de autos, fue enfrentamiento entre sicarios, y el asesinato de un joven en la Plazuela, una riña. Así de simple, como simple y hasta estúpida y alejada es la realidad es su percepción de que el clima de violencia e inseguridad que se ha registrado y elevado las cifras de asesinatos en los últimos días, no es tan grave como en años anteriores.

Lo que ofende, tanto como preocupa, es el cinismo, la conchudez, el pendejismo con que ve las cosas y la ligereza como las plantea: No estamos frente una guerra generalizada, sino simplemente una riña. Aquí se trata del enfrentamiento de dos bandos que están expresándose y se mueven en Jiutepec, Emiliano Zapata y Temixco, y que son el remanente del desmantelamiento de los dos grandes cárteles, y que ya tenemos ubicadas.

Si el señor Graco, su jefa de policía y el procurador sabe quiénes son y dónde están los delincuentes, por qué no los detienen. Saben dónde actúan, pero no hacen nada y eso, no hace más que exhibir la red de complicidades entre criminales y autoridades.

Y mientras Graco descalifica, en lugar de ejecutar, de cumplir con su responsabilidad, el Estado se desmorona y se somete a la voluntad de la delincuencia. 

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