Juan Aurelio Grullón
6 de enero 2021
Al 31 de diciembre de 2020 las reservas internacionales de México ascendieron a 195,667 millones de dólares, este monto es equivalente a aproximadamente el 20 % del PIB. Este dato es publicado semanalmente porque forma parte del estado financiero del Banco de México. Para entender mejor que representa realmente esta reserva se deben ver varios enfoques: el contable. el jurídico, el macroeconómico y el financiero.
En términos contables, las reservas se incluyen (considerando ciertos ajustes) en los activos del banco central, como contraparte de su principal pasivo que son los billetes y monedas en circulación. El crédito interno neto es el otro componente del balance financiero y se refiere a la posición deudora o acreedora que pueda tener con el sector público o el sistema bancario privado. En términos contables las variaciones de la base monetaria se compensan con variaciones en los activos internacionales o en el crédito interno. Al cierre del año 2020 los activos internacionales ascendieron a 4 billones de pesos, la base monetaria fue de 2.1 billones y el crédito interno neto fue de 1.8 billones de pesos.
Es importante recordar que la principal función del Banco de México es proveer de moneda nacional a la economía y su operación es autónoma, siendo la característica principal de la política monetaria, tal como lo establecen los artículos 1 y 2 de su Ley.
La operación de las reservas internacionales es una actividad secundaria del Banxico contemplada en el artículo 18 de su Ley, que establece que el Banxico contara con reservas internacionales para procurar la estabilidad del peso y compensar desbalances en la balanza de pagos internacional. Pero el artículo no establece un criterio para determinar el nivel que deben tener dichas reservas en términos absolutos o relativos.
Al respecto, cabe señalar que de acuerdo con el artículo 21 de la Ley Banxico, las reservas se administran bajo las directrices de la Comisión de Cambios, que está integrada por el Secretario de Hacienda y dos de sus subsecretarios, así como el gobernador y dos miembros más de la Junta de Gobierno del Banco de México. Teniendo el Secretario de Hacienda voto de calidad y cualquier decisión debe contar con la aprobación de al menos uno de los funcionarios de la SHCP. De esta manera, en realidad la SHCP tiene mayor control sobre las reservas internacionales, aunque el Banxico las resguarde.
Desde el punto de vista macroeconómico, las reservas internacionales no son indispensables para que el peso tenga valor, el verdadero respaldo en la economía real es la producción de bienes y servicios. Pero como tenemos una economía abierta, con una balanza de pagos que asciende en términos absolutos a un billón de dólares, debemos tener reservas de divisas extranjeras para evitar la volatilidad del peso con respecto a las mismas.
El nivel de reservas actual se deriva de una constante acumulación de saldos positivos de la balanza de pagos en los últimos 25 años. Recordemos que en diciembre de 1994 las reservas quedaron en niveles ínfimos. De lo anterior se desprende que habiendo una coordinación adecuada entre el Gobierno Federal y Banxico el peso se encuentra respaldado de manera más que suficiente, especialmente si consideramos que, desde la experiencia de 1994, México mantiene una política de tipo de cambio flexible.
Para entender mejor si los niveles de reservas internacionales son adecuados con respecto a otros factores recupero tres criterios, generalmente aceptados por organismos financieros internacionales:
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Al menos deben igualar la deuda externa a corto plazo del país. En el caso de México duplica dicha deuda. Gracias al historial crediticio internacional de México se ha podido reestructurar la deuda externa pública y privada, por lo que más del 80 % es de largo plazo. Puede haber un ajuste por la deuda en moneda nacional en manos de extranjeros, pero aun así se cumple con el criterio. El principal riesgo en este sentido se encuentra en la deuda de Pemex.
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Al menos deben ser iguales al 20 % de M2. A noviembre de 2020, el M2 ascendió a 10.1 billones de pesos, por lo que las reservas equivalen a alrededor del 40 %.
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Al menos debe cubrir 3 o 4 meses de importaciones. En México se importaron aproximadamente 30,000 millones de dólares al mes durante 2020, por lo que se cuenta con 6 meses de importaciones en reservas internacionales. México tiene una ventaja adicional en este criterio, acaba de renovar el Acuerdo Comercial con E.U. y Canadá; es ya el principal socio comercial de E.U.; y recientemente se activó un mecanismo de Swaps por 60,000 millones de dólares con este último para reducir la volatilidad del tipo de cambio.
Desde el punto de vista financiero, las reservas internacionales tienen un costo: el diferencial entre las tasas de interés pasivas y activas en los mercados financieros internacionales. Una condición establecida en el artículo 20 de la Ley es que las reservas se deben guardar en activos de corto plazo y de categoría Prime, por lo que los intereses que se reciben por ellas son mínimos. Por otra parte, parte de la deuda de México paga intereses mayores al 5 o 6 %. De esta manera, el costo de la liquidez internacional oscila entre 5,000 y 8,000 millones de dólares al año.
En el contexto actual, en que iniciamos un proceso de recuperación de una profunda crisis económica, derivada de la pandemia del Covid-19 y su incipiente salida gracias a un proceso de vacunación que será lento, los instrumentos de las políticas fiscal y monetaria tal como se encuentra el marco jurídico actual tienen poco margen para cooperar en la recuperación.
Recordemos que aun cuando el presupuesto de egresos de la federación asciende a 6 billones de pesos, la mayor parte no es programable, debido a que existen compromisos tales como el servicio de la deuda pública, las participaciones y aportaciones de los estados y municipios de acuerdo con la Ley de Coordinación fiscal, aportaciones a seguridad social, nómina y gastos administrativos rígidos y excesivos.
La parte del gasto que tiene mayor grado de discreción año con año es principalmente la dirigida a gasto social y a proyectos de inversión, pero los intereses políticos, personales e institucionales los tienen captados. Por esta razón, durante la pandemia no se concretó un programa de apoyo significativo que creara las condiciones sociales realistas para mantener una sana distancia que previniera la propagación del virus en la medida y mortalidad que hemos presenciado. En la práctica, la administración pública dista mucho de cumplir con los postulados de eficiencia, eficacia, honestidad y transparencia que se promulga en la Ley Federal de Presupuesto.
Por parte de la política monetaria, el marco jurídico actual limita sus objetivos a procurar la estabilidad del valor de la moneda nacional y de manera secundaria del sistema financiero. Si va a haber un debate sobre una posible reforma a su Ley, debe considerarse su participación en un aceleramiento de la actividad económica. Actualmente, las decisiones de política monetaria se concentran en establecer tasas de interés objetivo del sistema interbancario, teniendo efectos sobre los dividendos de los bancos, pero no sobre los costos financieros que enfrenta la población en general. En México se pagan altas comisiones y diferenciales de tasas de interés pasivas y activas en el sistema financiero.
El banco central, al tener solo dos objetivos bien definidos, no tiene una perspectiva social sobre sus instrumentos económicos. Un ejemplo de esto es su postura acerca de una política draconiana de salarios mínimos que redujo el poder adquisitivo del mismo en más del 50 % en los últimos 24 años, antes de los aumentos de 2019 y 2020. Las recomendaciones de investigación económica desde dicho instituto autónomo hacia el Gobierno Federal fueron muy exageradas sobre los impactos inflacionarios que tendrían un mayor incremento a los salarios. Hecho que no se ha concretado en los últimos dos años.
En conclusión, las reservas internacionales son una fuente disponible de recursos para reactivar la economía y reducir los impactos negativos de salud que está generando la pandemia. Es necesario recordar que otros países han tenido mayores programas de apoyo a la población vulnerable, aun cuando tenían menos recursos a su disposición. México no necesita recurrir al endeudamiento, solo debe ser creativo y asegurarse que los recursos disponibles se ejerzan bien. Es decir, crear un fondo que asegure la correcta aplicación hacia los sectores más vulnerables y urgentes. Algo sobre lo que las decisiones habituales de la administración pública han carecido.
El monto de las reservas del que se podría disponer sin afectar la liquidez internacional del país es de hasta 60,000 millones de dólares (1.2 billones de pesos o 5 % del PIB). Cantidad que podría significar un cambio radical en las condiciones de seguridad social y salud de un amplio sector de la población. Además, generaría un impulso masivo a la recuperación de la economía en general por los efectos multiplicadores, después de una recesión sin precedentes en los últimos 90 años.
Mtro. Juan Aurelio Grullón S.
Lic. en Economía (Mejor promedio de su generación); Becado y Egresado de la Maestría de Economía de El Colmex; y Maestría en Administración. Diplomado en Análisis y Evaluación Financiera por el Tec de Monterrey.
Ha laborado en el Banco de México (1993-1996) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (2010-2015). Actualmente es docente.
Ha sido tres veces campeón de tenis.
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