Soy políticamente incorrecto: mis respetos a Gonzalo Rivas Cámara

Por Iván Ureña

En estos tiempos, en que externar críticas sobre los estudiantes de Ayotzinapa está satanizado, se considera de mal gusto y políticamente incorrecto, me atrevo a disentir y externar lo que siento y pienso.

 

El 12 de diciembre del 2011, como decenas de veces lo habían hecho y lo seguirían haciendo en los años venideros, los estudiantes de Ayotzinapa bloquearon la carretera que conduce a Acapulco afectando, tanto a miles de turistas como a la ya de por sí maltrecha economía del puerto.

 

Igual que en todos los bloqueos de este tipo, se formó un gigantesco congestionamiento de varios kilómetros: un carro atrás de otro, la mayoría transportaba familias, de todas las condiciones sociales y económicas.

 

En ese contexto, varios alumnos encapuchados, con bidones llenos de gasolina rociaron una maquina dispensadora de una gasolinera y le prendieron fuego.

 

El objetivo, hacer explotar la dispensadora, para que el fuego llegara a los depósitos de gasolina y la situación se saliera de control, pero al mismo tiempo con la explosión, serían alcanzados los carros que estaban varados a unos cuantos metros de la gasolinera, ésto provocaría que por el congestionamiento uno tras otro carro se incendiaría, además, como se acostumbra, al salir a carretera se llena el tanque de gasolina, de tal manera que en cuestión de minutos se tornaría en un incendio gigantesco, con un costo altísimo de daños materiales y peor aún, la muerte por calcinación de familias enteras: ese era el deseo y plan macabro de los  estudiantes encapuchados de Ayotzinapa.

 

Una vez que los alumnos encapuchados habían logrado su cometido: incendiar la dispensadora de gasolina, fueron los primeros en huir, sabedores de lo que estaba por venir; por su parte, los trabajadores corrieron despavoridos a refugiarse; mientras que los automovilistas de la indignación pasaron al miedo: desalojaban su carro y pedían con desesperación a sus familiares bajarse, antes de que llegara el fuego y devorara todo lo que encontrara a su paso.

 

Sin embargo, el ingeniero Gonzalo Rivas Cámara y trabajador de esa gasolinera, ante la gravedad de la situación, tomó un extintor y roció la dispensadora para evitar que las llamas se propagaran, pero había una garrafa llena de gasolina encima de la bomba, la cual explotó, quemando a Gonzalo, quien murió semanas después.

 

Gonzalo Miguel Rivas Cámara evitó una tragedia, arriesgando su propia vida, en una gasolinera de Chilpancingo, el 12 de diciembre de 2011; murió el 1 de enero de 2012, a causa de las quemaduras que sufrió. Foto tomada del Excelsior.

 

Gonzalo Rivas Camara dejó una viuda y dos hijas huérfanas. En aquellos años publiqué una crónica sobre lo hechos y me manifesté porque hubiese un reconocimiento a este ingeniero, que estuvo dispuesto a dar su vida, en aras de evitar una tragedia mayúscula.  Ese texto apareció en la Columna El Poder del Dinero del periódico La Unión de Morelos, pero como ese medio llegó a un acuerdo millonario con Graco Ramírez en al año 2013 para censurarme, decidieron que muchas de mis publicaciones fueran desaparecidas de la versión electrónica.

 

Cuando supe la tragedia y acto heroico de este mexicano, me indigné y entristecí, ahora que el Senado le otorgó, en grado post mortem, la Medalla Belisario Domínguez, considero que es un acto correcto y de total justicia para él y su familia, aunque tres senadores del PT se opusieran y  ocho perredistas se abstuvieran.

 

Murió Fidel Castro, para unos un gran líder y revolucionario, para otros un dictador. Aunque si lo juzgamos por los resultados y no por las intenciones, Cuba parece un país atrasado en el tiempo, sin libertad de expresión y con grandes problemas de desabasto, eso sí, con dólares se consiguen cualquier cosa, igual que en cualquier otro país latinoamericano.

 

 

Sobre Iván Ureña 304 artículos
Premio Nacional de Periodismo 2017. Premio Estatal de Periodismo Morelos 2012, empresario y maestro en Economía por el ITAM. Funcionario en Banobras, Hacienda y Secofi.

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