YO ACUSO
Armando Vargas Mora
¡pues así de revuelta está esta situación!
Sálvese quien pueda y la volunad de Dios
nos ampare.
Maestra Genoveva González.
Apatzingán, Michoacán; 13 de Julio de 2020.- La pandemia del covid-19 está en todo su apogeo, a la fecha la cifra de víctimas mortales rebasa las 35 mil personas, los presagios en los próximos meses no son nada alentadores, todo lo contrario, sin embargo el reparto de culpas empieza a aflorar cuando lo conducente es buscar que todos tengamos el menor daño posible; creo que no es precisamente el momento para que el peso de la historia caiga sobre los responsables de esta desgracia que, según los que saben, pudo ser mucho menor.
Porque hay que decirlo, el estado minimizó desde un principio el problemón de salud que se venía, declarando el propio presidente de la república, cual epidemiólogo fuera, que ese virus era punto menos que una simple gripita, asegurando que no se podía comparar con la influenza que en su momento (en tiempos de Felipe Calderón), pudimos vencer. En esos meses, allá por Febrero y Marzo siempre se nos aseguró que el gobierno mexicano, que le había partido la madre al seguro popular foxista para dar paso al INSABI que aún no tiene brújula, estaba totalmente preparado para hacer frente al covid-19. Yo creo que a nadie se le olvidan las invitaciones a seguir con nuestras actividades cotidianas sin ningún pendiente, la indicación de que fuéramos a comer a las fondas; asimismo el sub secretario Hugo López Gatell negaba una y otra vez sobre la utilidad de usar el cubre bocas. La experiencia en Dinamarca diría otra cosa, allá la población se propuso la fabricación de 500 mil cubre bocas diarios, su uso obligatorio a toda la ciudadanía y los resultados fueron positivos a todas luces.
El presidente López Obrador y el sub secretario López Gatell siempre estuvieron reacios al uso de cubre bocas, hoy ambos se lo han puesto con lo que evidentemente aceptan que siempre estuvieron equivocados.
Mientras tanto la epidemia avanzó de manera muy desproporcionada durante todos estos meses, y del momento de inflexión que señaló el parlanchín López Gatell y que se daría de entre el 5 y 8 de Mayo pasado y su predicción de las 6 mil a las 8 mil 500 muertes, hemos pasado a las más de 35 mil en el momento actual en que se empiezan a repartir culpas, el gobierno federal embarra a los estados también desde luego; la ciudadanía está en ese mismo costal para ellos que hay que decirlo, no les falta razón.
En este grave problema, el gobierno de la república se dedicó a comprar camas y camas para atiborrar los hospitales y con ello presumir siempre que los nosocomios no estaban rebasados, se ha señalado muchas veces que, de qué sirve tener camas si lo que hacen falta son personal médico que no se dan abasto.
A quién se le olvida que muy temprano, cuando estábamos y estamos muy lejos de la reflexión, de los méritos y por qué no, también de las responsabilidades, el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador hizo el reparto de las medallas; al pueblo bueno y sabio, a ese pueblo desobediente que ahora López Gatell culpa y fustiga, le colgó la medalla de oro; y al personal médico, ese que día a día se parte la madre, el mismo que engrosa la lista de muertos de uno por cada cien del total aproximadamente, los que para mí son unos verdaderos héroes, a esos les colocó la medalla de plata, ellos pasan a segundo término y un día sí y al siguiente también claman para que se les dote de los insumos necesarios para cubrirse del contagio, lo anterior representa una verdadera irresponsabilidad no proveerles y bien a bien nadie sabrá cuántos fallecimientos han habido y seguramente seguirán habiendo, algo cruel y muy doloroso sin lugar a dudas para sus familias.
Infinidad de hospitales han sido rebasados y es triste y muy doloroso darnos cuenta con hechos, como hay pacientes que han perdido la vida por fuera de esos hospitales cuyos familiares han suplicado inútilmente la atención médica.
Hace un par de días, aquí en Apatzingán, mi amigo Otilio Gómez denunció que, una vecina de él, con síntomas de covid-19, fue llevada por sus familiares a varias clínicas que se negaron a recibirla, finalmente acudieron al hospital militar local habilitado como hospital covid-19, también se le negó el ingreso; desgraciadamente la señora murió sin recibir atención. Esa es la cruda realidad que estamos viviendo, enfrentarnos a esa nula ética profesional, a sentir una impotencia sin igual y el consiguiente terrible dolor de sentir cómo se nos muere una madre, el esposo, el hijo o cualquier pariente en nuestros brazos.
En Reynosa han colapsado los hospitales según denuncia El Universal y Milenio, pacientes que están muriendo unos en el carro de los familiares y otros ahí por fuera simplemente.
Todo se ha ido acumulando, recordemos como en Marzo pasado, un día después de que el locuaz Donad Trump anunciara el cierre de las fronteras y la suspensión de todos los vuelos, aquí al día siguiente el gobierno federal dijo que en México no se restringirían los vuelos ni cerraríamos las fronteras por el coronavirus, la Prima donna saliéndose de su “especialidad”, dijo que hacerlo “se tendrían gravísimas afectaciones económicas”, antes bien, el gobierno federal lo vislumbró como una fuente de ingresos más por el concepto turístico, de ese tamaño. Recordamos que las televisoras mostraban cómo los pasajeros procedentes de Europa y otros lugares cruzaban sin ningún protocolo sanitario.
Mientras tanto hace días veíamos la danza de los semáforos; fue evidente que al gobierno federal le urgía la reactivación económica e invitaba a retomar las actividades “con los cuidados pertinentes”, la coartada era esa, si la enfermedad se desbordaba ya había de antemano culpables como está ocurriendo. La misma Organización Mundial de la Salud denunció que México reinició actividades “a tontas y a locas”.
México no debió escatimar recursos para la salud y por consiguiente salvar vidas, no es posible que por caprichos del presidente López Obrador, en lugar de invertir para enfrentar la pandemia, para comprar los medicamentos para los niños con cáncer y también para mujeres con cáncer de mama, se haya continuado con obras necesarias si usted quiere, pero que podrían esperar unos meses, como son ese trenecito Maya, la refinería de 2 bocas, el aeropuerto y ese dineral tirado en PEMEX y la “inversión” en programas sociales como ese fracaso de jóvenes “construyendo el futuro” eminentemente electoreros.
Es muy temprano para repartir culpas como ya se pretende, el curso de la historia continúa, se vislumbran negros nubarrones y la furia de la cruel tormenta está muy lejos de ser bondadosa con los mexicanos.
Pero también hay que decir que si de repartir culpas se trata, incuestionablemente que ahora así como decían hace muchos años ese dicho popular, “se juntaron el piojo y la pulga”; por un lado tenemos un gobierno sin voluntad o visión de haber aprovechado esos tres meses que la epidemia nos dio de ventaja, insensible, con una buena dosis de crueldad en algunos hospitales, con un parlanchín mentiroso que el presidente debió darle las gracias hace un mes cuando menos, no importa que ante la crítica AMLO le haya dicho en son de porra “no estás solo, no estás solo”, con un Gatell al borde de las lágrimas de emoción, un gobierno más metido en lo político que en esta terrible pandemia, el presidente sigue de gira en gira; y por otro, y hay que decirlo fuerte, tenemos una ciudadanía insensible, ignorante e irresponsable que ve cómo muere la gente y ellos, en un gran porcentaje no usan cubre bocas, esto ocurre en gran parte del territorio nacional. Salgo únicamente para lo más necesario, pero cuando lo hago no alcanzo para la sorpresa, el 70 u 80% de la ciudadanía anda muy campante, como si nada ocurriera.
Responsabilidad compartida, por mucho que el “pueblo bueno y sabio” quiera a AMLO y pretenda imitarlo, no usar el cubre bocas los pone en el precipicio mismo rumbo a un muy probable desenlace fatal.
ES CUANTO.
Contador y analista político
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