Isaías Cano Morales
Era de esperarse, que el evento que el gobernador Graco Ramírez preparara para su rendición de “cuentas alegres” contenido en su tercer informe de gobierno el pasado viernes 2, lo hiciera con el relumbrón de la asistencia de varios gobernadores de entidades vecinas en busca de resaltar su figura entre sus pares que no cantan mal las rancheras en términos de mediocridad, simulación, ambición política y hechos de corrupción, tal cual es el panorama en Morelos. Quiso dar con ello, el mandatario perredista, la apariencia, de ser un gobernante que cumple a sus gobernados y que goza de apoyo y simpatías. Remedo fiel de lo que hacen otros que ejercen mandatos, tal cual fue, por ejemplo, el informe que recién rindió a los mexiquenses Eruviel Ávila.
Acarreados, empleados de gobierno, invitados “obligados”, incondicionales, políticos oportunistas, líderes sindicales gobiernistas, los aplaudidores y cortesanos llenaron el Centro de Convenciones de Morelos, donde el gobernador del estado expuso los “grandes logros económicos y sociales” que con tanto “celo, entrega y sacrificio” con una actuación de “honestidad y transparencia” ha logrado para bienestar de los morelenses. Ahí están los programas de Beca-Salario, la ayuda a madres necesitadas, impulso al campo y a quienes desean emprender pequeños negocios. ¿Qué más quiere la población?
Desgraciadamente otra es la cruda realidad existente: la situación de peligro ante la punzante inseguridad que tiene a la gente en temor latente; el crecimiento de la pobreza, el desempleo, la ofensiva desigualdad; esto, junto a los abusos, hechos de corrupción, enriquecimiento e injusticia mil a cargo de funcionarios del gobierno, sin que se hayan visto por ningún lado, en tres años de gobierno autollamado de “izquierda” propósito o voluntad de un cambio respecto de administraciones panistas o priistas. Este gobierno, convertido en gran simulador, ha resultado en varios aspectos peor de los mencionados, que no es poco decir, ya que tanto gestiones del PAN o PRI hicieron lo suyo para dejar a Morelos y a sus habitantes en situación de honda conflictiva social.
Para la mayoría de la población, los últimos tres años han sido los de un gobierno que ha fallado en sus deberes y obligaciones ante el grueso de la población, abandonándola a su suerte, sin protección, sin eficientes servicios de salud, sin empleo, sin justicia social. Ante los permanentes reclamos de diversos sectores se responde con indiferencia, desdén, altanería sin exceptuar la complicidad.
Así marcha el estado, y quizá se agrave el clima de convivencia en el futuro dada la gravedad de la inseguridad y crecimiento de la delincuencia. Por doquier se oyen comentarios y noticias al respecto, sin que se vea interés o voluntad de un gobernador, que al parecer ya no le interesa el estado que administra, sino otras metas que tienen que ver con sus ambiciones políticas, lo cual redunda en un mayor inconformidad social por lo pernicioso que resulta para el derecho que tiene la sociedad de vivir en condiciones de tranquilidad y progreso.
Inequívoco resulta pensar que Graco Ramírez de poca importancia al estado de cosas existente. En su visión todo es color de rosa, sin que vea su futuro político en riego dado el control que ejerce en la esfera política estatal y que al parecer todo lo tiene bajo control: el congreso del estado, el sistema anticorrupción, la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización del Congreso estatal, la Fiscalía General de Justicia, la mayoría de dirigentes partidistas. y si hiciera falta, sus contactos e influencias con políticos de primer nivel en el centro del país. Graco tiene el dinero y el poder y a ello se atiene para no temer a descalabros e inestabilidad de su gobierno, y hasta ver de cerca, lo que para muchos resulta aberrante y hasta ofensivo: su pretensión a la precandidatura presidencial.
Lo que igual es cierto, que informe de gobierno expuesto por Graco Ramírez para las mayorías ha pasado desapercibido y quienes se han enterado de ello, simplemente dejan escapar de expresiones de franco escepticismo.
Dejar una contestacion