Y no crecemos

Perspectiva

Y no crecemos

 

Por: Rodolfo Becerril Straffon

La disminución de las expectativas de crecimiento de la economía mexicana que se dio a conocer recientemente vino a incrementar el pesimismo reinante. El gobierno a través del Secretario de Haciendo defendió lo que se está haciendo como pudo y llevó la zanahoria hasta dentro de un par de años cuando menos. Se ha dicho, desde la posición oficial, que después de que se aprueben las leyes secundarias asociadas a los cambios constitucionales se podrán ver los resultados. Pero nada garantiza que así sea. Lo que sí es creíble es que   una vez que exista certidumbre jurídica es más factible que repunte el crecimiento de la economía. No obstante ese no es ni  puede ser el único factor de aliento. En realidad  tenemos ya muchos años con un crecimiento precario, insuficiente y muy por debajo de los que podríamos, de lo que necesitamos y  de lo que merecemos.

 El gobierno enfrenta una fuerte presión de parte de los grupos  plutocráticos que no acaban de aceptar que se haya realizado una reforma fiscal no regresiva, que disminuyó las deducciones, que acotó la llamada consolidación fiscal y que evitó la generalización del IVA en alimentos y medicinas. Para aumentar los ingresos públicos, ciertamente  también hubieron de afectarse a las clases medias al eliminarse regímenes especiales que en términos fiscales lastimaban la recaudación. Pero ahora resulta que como la economía sufre las de Caín, no crece y no genera impuestos, el esfuerzo y el desgaste político pareciera  infructuoso. Más que echarle leña al fuego o alimentar el pesimismo, habría que tener presente las causas  y otros factores que desalientan el crecimiento. Primero es conveniente recordar que es lo que lo permite, a saber: las exportaciones, la inversión y el consumo. En el primer caso, las ventas al exterior han disminuido por la baja del crecimiento de la economía norteamericana; en el segundo caso por el subejercicio en el 2103 de la inversión pública y la timidez de la privada por un declive de las expectativas de ganancia; y en el tercero por qué no hay empleo y los salarios son débiles. Lo externo está fuera de nuestras manos pero no lo segundo y tercero. Y es en esos dos factores en los que habría que poner el acento para corregir las expectativas y el rumbo. El consumo a su vez depende de diversas políticas públicas y no es fácil incrementarlo por decreto y menos rápidamente.

Muchos no hemos preguntado ¿Por qué no ha habido un aumento sostenido y equilibrado de la producción, el ingreso nacional y el bienestar? ¿Por qué otros países medianamente lo han logrado? Se han señalado como causas  la educación, la distribución del ingreso, la estructura demográfica, el papel del gobierno, la corrupción, la dificultad para alcanzar acuerdos, entre otras. Todo eso cuenta y hay que abordarlo al mismo tiempo. Por lo pronto, la urgencia es el corto plazo ya que la falta de crecimiento puede dar lugar a problemas sociales sin control. A ello debieran abocarse los poderes lo más pronto posible y junto con las élites empresariales y grupos sociales a la búsqueda de medidas y acuerdos que tengan al país por encima de los intereses específicos.

En otro orden de ideas y en  el caso local, al gobierno debe haberle caído como balde de agua fría la información del Banco Mundial que ubica a Morelos en el penúltimo lugar de los peores calificados en los que es más fácil hacer negocios en México.  Ese diagnóstico se añade a lo se colige de la información del INEGI que observa que la entidad creció cero en el último trimestre del año pasado y que mientras  en diciembre del 2013 se crearon 2441 empleos, en marzo de este año sólo 495. Hay pues un marcado declive. Por otro lado, mientras  a nivel nacional el crecimiento fue de 2.9%, ya de suyo bajo, en Morelos lo fue de 1.2%  es decir, además de los problemas nacionales los hay de carácter local que nos ubican en peor circunstancia.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*